El carácter recio de Isabel II se impuso sobre los deseos del entonces príncipe Carlos. El tórrido romance de su primogénito con Camilla Parker Bowles llegó a los oídos de la reina, y desde ese momento la percepción de la monarca cambió por completo.

La vida de la joven británica siempre estuvo ligada a los Windsor, pues el hombre que escogió para casarse, Andrew Parker Bowles, era ahijado de la reina madre, conexión que se extendió de allí en adelante.

Pero, la reacción de Su Majestad fue inmediata, por lo que decidió vetarla tras dar la orden de que no volviera a pisar el palacio de Buckingham. Así se cumplió, durante una buena temporada.

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La monarca por mucho tiempo estuvo convencida de que la llegada de la princesa Diana pondría fin al amor clandestino de la pareja y Camilla sería cosa del pasado, intención que estuvo siempre alejada de toda la realidad.

Tras unas martinis y llena de cólera, Isabel II llamó “bruja” a Camilla Parker Bowles

Decenas de biografías británicas coincidían en que la reina Isabel II por décadas mantuvo su desapruebo sobre el escandaloso idilio de Carlos y Camilla. El famoso triángulo en el que se convirtió el matrimonio de su hijo con la princesa Diana fue sin duda, una piedra en el zapato durante su reinado de 70 años, detalla el portal Bekia.

La reina por años fue testigo de cómo sus nietos crecían en un hogar dinamitado por la infidelidad de su hijo y la presencia de una “tercera en discordia”. Y aunque llegó el anuncio de la separación en el año 1994, la percepción de la reina nunca cambió.

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El libro “Rebel Prince: The Power, Passion and Defiance of Prince Charles” del autor Tom Bower brinda detalles de quien fuera el príncipe Carlos, hoy el rey Carlos III y en este relato, menciona todo el esfuerzo que hizo el heredero al trono para que su amor por Parker Bowles fuese aceptado.

Cuatro años después que ponían fin a su relación, llegó el divorcio. Unos años después, el 31 de agosto de 1997, el mundo lloraba la trágica muerte de la princesa de Diana, lo que dio inicio a que nada se interpusiera entre los eternos enamorados.

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Sin embargo, ese hecho que afectó a la familia real británica originó una oleada de odio que la reina quiso calmar evitando que Carlos y Camilla se rencontraran públicamente con una relación frente al mundo entero.

El tiempo lo cura todo, y con el pasar de unos años, el primogénito de Isabel estaba dispuesto a hacer realidad su sueño: estar al lado de Camilla, sin esconder su amor.

Y unos de los relatos de la mencionada biografía, habla de cómo Carlos hizo todo lo que estuvo en sus manos para lograr la aprobación de su madre y que aceptara a su mujer como parte de la familia real.

Isabell II se encontraba en Balmoral, en su residencia de descanso de verano y allí fue que Carlos tomó la determinación de hablar directamente con la monarca, pues su tía Margarita intentó ayudarlo en un esfuerzo que resultó infructuoso.

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Corría el año 1998, y desde Escocia le pidió a la matriarca que aceptara a Camilla, que cesara su hostilidad en contra de ella, y que no se interpusiera. Pero la respuesta de la reina fue contundente: ni toleraba el adulterio, ni perdonaba a Camilla, no quería saber nada de ella, por mucho que estuvieran juntos, detalla la revista Quién.

De acuerdo a la narrativa del periodista Tom Bower, en ese momento la reina Isabel, pasada de tragos al consumir unos martinis, utilizó el calificativo de “bruja” para llamar a Camilla y ratificó que no quería saber nada de ella.

Según este autor, ese deshielo comenzó con la muerte de la reina madre, en el 2002, cuando Carlos se pronunció públicamente con un emotivo discurso por su abuela, y permitió que Parker Bowles asistiera al funeral.

Finalmente, Isabel II dio su consentimiento para que se casarán en el 2005, teniendo previamente la venia de la reina en la celebración del Jubileo de Oro, donde se vio a Camilla de la mano de Carlos, como su novia ante los ojos de todos.

Ahora será la reina consorte, después que la propia reina así lo pidiera en su discurso del Jubileo de Platino, solicitando al pueblo británico apoyo para el mandato de su hijo. (E)

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