Han pasado 24 años y muchas cosas han cambiado tanto y, otras, ni un poco. Ciertamente ha pasado el tiempo para los queridos actores de la telenovela colombiana Yo soy Betty, la fea (1999) así como para su audiencia, y sin embargo ellos conservan la misma frescura de la camaradería que los unió tras cámaras hace más de dos décadas. Y el público, por su parte, aún mantiene la misma curiosidad e interés de conocer cada uno de sus nuevos proyectos.

Es así que tres integrantes del inolvidable elenco se han juntado para traernos la comedia teatral El diván rojo, que estará disponible el 20 de mayo en el Teatro Centro de Arte. Ellos son Natalia Ramírez, Lorna Cepeda y Julio César Herrera, los inconfundibles Marcela, Patricia y Freddy. Natalia, con su misma voz pausada y afectuosa, y Julio César, siempre bromista y un poco apremiado en su hablar, nos explican en esta entrevista de qué se trata esta puesta en escena, y en especial ese magnetismo que persiste entre ellos con el paso de los años y que los empuja a seguir trabajando juntos, como en esta producción actual que ha aterrizado en varios países, como en México, en El Salvador, en Costa Rica, en Perú y Chile.

¿Cómo es volver a trabajar con excompañeros de telenovela, qué es lo que ocurre cuando se encuentran entre ustedes?

Natalia Ramírez: Yo siento que una hay sinergia. Creo que ya nos conocemos muchísimo y es muy agradable trabajar juntos porque hay una complicidad, ya con una mirada, con cualquier seña, nos entendemos sin tener que hablar.

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Julio César Herrera: No sé si es que es muy ‘jarto’ (aburrido) no tener problemas (risas). Desde que empezamos con este proceso hace 24 años, nos hemos encontrado varias veces y con muchos amigos en el camino. En esta oportunidad, por ejemplo, se anexó Víctor Quesada que es nuestro director y un asistente de dirección, un número dos, que es Ricky (Díaz), el esposo de Natalia. Siempre el universo está conspirando para que todo fluya de la mejor manera entre nosotros.

¿De qué se trata El diván rojo?

J.C.H: El diván rojo es una historia de una mujer, Carla Santamaría, que está necesitada, urgida de aprender a amar a una sola persona. Ella quiere aprender a amar a un solo hombre. Así llega ya al consultorio del doctor Dávila, porque necesita saber cómo es eso. Ella es lo que conocemos en el bajo mundo como ‘hombreriega’.

N.R: En el bajo mundo también están los mujeriegos. Fíjate cómo estas dos palabras hacen división en los dos géneros, mientras que al mujeriego se le aplaude, a la hombreriega se la señala.

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¿Cómo surgió la iniciativa de poner en escena esta obra, que justamente fue escrita por Fernando Gaitán, el creador de Betty ,la fea?

N. R.: Cuando Fernando muere sus hijas, que son herederas de todos los derechos de autor de él, me piden que si puedo hacer la producción de El Diván Rojo para justamente hacerle un homenaje y que el legado de sus obras no termine con su muerte. Esta obra la escribió en el 2013 y ha tenido varios elencos, con diferentes montajes. Este sería el tercer montaje de la obra. Por supuesto, los primeros que yo pensé de compañeros, que podían hacer esta obra conmigo eran Julio y Lorna. Para mí nunca hubo otra posibilidad.

No es la primera vez que usted los junta. De hecho, cuando se hizo Betty en teatro, fue su productora (Productora Natalia Ramírez) que los reúne.

N.R.: Es porque ya nos conocemos muchísimo, porque sé lo profesional que son, la empatía que existe entre ellos es increíble. No es la primera vez que trabajamos juntos, y es mucho mejor trabajar con personas que uno conoce y más siendo una obra de Fernando Gaitán, ¿por qué no tener los actores que hacían cosas de Fernando Gaitán? Lorna también ha hecho otros textos de Fernando Gaitán, como Hasta que la plata nos separe (2022). Todo gira alrededor de Fernando y es lindo que cada elemento que esté alrededor de esto tenga una conexión con él.

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¿Qué me pueden detallar de sus personajes, quién es quién?

J.C.H.: Yo hago del sexólogo, que es un ser de luz, un mar de tranquilidad alrededor de todos estos temas sexuales, de estos temas de pareja, porque es que al final de la obra sucede lo más importante y lastimosamente no puedo contar más (risas), pero es llegar a esa reflexión de irse para la casa y pensar en qué hacemos nosotros como pareja para solidificar esta relación que tenemos con esa persona que decidimos vivir para el resto de la vida o tenerla durante ese momento.

N. R.: Y el personaje de Lorna es la ‘hombreriega’, que es esta mujer que busca desesperadamente ayuda con este sexólogo. Obviamente esto pasan millones de situaciones muy jocosas en esta sesión de terapia y en las diferentes terapias que van teniendo. Yo hago una conclusión y una reflexión maravillosa al final de la obra y tengo una participación que es sorpresa.

Cuando la gente ve a estos actores que se reúnen no dejan de pensar en Betty la fea, aunque estén en una nueva faceta. Muchos fans se preguntan al verlos juntos cómo es la relación personal entre ustedes.

N.R.: Pues es muy buena.

Todas las familias hay momentos buenos hay momentos malos, eh? También seguramente nos hemos agarrado por ahí una que otra vez, pero todo fluya afortunadamente fluye. Sí somos una familia. Nos llevamos muy bien, nos conocemos mucho entonces algo que el tiempo pase cuando nos reunimos seguimos siendo los mismos.

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¿Creen que la popularidad que les trajo de la novela de Betty la fea les ofrece expectativas positivas cuando hacen este tipo de proyectos teatrales?

J.C.H: Sí, siempre siempre hay un imán, un no sé qué hizo el universo con tantas bendiciones, una lluvia de estrellas, de energía, que hace que todo confluya bien y en esta obra obviamente que es escrita por Fernando Gaitán seguramente en alguno que otro punto la gente siempre está buscando hacer conexión con Betty la fea y luego lo lindo es que sí está ahí.

En la dirección está Víctor Quesada, para quienes no lo conocen, ¿cómo ustedes lo describen?

Es un gran dramaturgo, ha hecho las mejores direcciones teatrales aquí en Colombia y en el exterior estuvo trabajando mucho tiempo en Nueva York. Tiene una capacidad impresionante de poner en escena los puntos exactos de quiebre.

Como actor, agradezco muchísimo el caer en las manos de un director como Víctor porque es que las obras comerciales a veces están mal vistas, porque se cree que hay que buscar un chiste fácil, hay que rendirse a los pies del aplauso y afortunadamente encontrar a Víctor y hacer este trabajo con él, que le ha dado la vuelta porque en la historia original es un hombre que llega al consultorio de una sexóloga. Estamos viendo esta problemática desde otro punto de vista. Ahí uno encuentra que hay un director que asume riesgos y eso a mí como actor yo lo agradezco.

¿Natalia, tiene en mente otros proyectos que involucre nuevamente a sus excompañeros?

Siempre tengo proyectos con ellos y me encantaría, por ejemplo, hacer Betty, la fea, en teatro en cine, me encantaría hacer El diván rojo en una película para las plataformas de streaming. (E)