“Él no necesita las películas, las películas le necesitan a él”, escribió una vez la revista musical Rolling Stone sobre el compositor estadounidense John Williams. “Tiburón”, por la que Williams recibió su primer Oscar a la mejor banda sonora en 1976, muestra lo bien que puede conjugar la imagen y el sonido. La composición consta de unas pocas notas, pero al variar la velocidad y el volumen, el peligro inminente se percibe claramente. Williams sabe crear suspenso como casi ningún otro compositor de música de cine.

La complejidad de sus composiciones puede verse, por ejemplo, en la serie de ciencia ficción “La guerra de las galaxias”, de George Lucas. John Williams transformó la epopeya de esta guerra en una ópera espacial, que ahora es tocada regularmente en vivo ante el público en la Filarmónica de Viena o de Berlín. Es inolvidable cómo anuncia musicalmente la aparición de la flota de naves espaciales, cómo hace que la batalla entre el bien y el mal suene dramática y heroica al mismo tiempo. Cada personaje, cada escena importante, tiene su propio tema musical. El compositor se inspiró en otro maestro de las obras de arte sonoras monumentales: Richard Wagner.

Williams no lee los guiones

La forma de trabajar de Williams es inusual: nunca lee los guiones, sino que hace que le muestren la película terminada antes de empezar a componer. Solo entonces se retira y empieza a trabajar. Escribe las notas a mano, no utiliza una computadora. Los primeros y mayores éxitos los obtuvo con sus composiciones para las superproducciones de Steven Spielberg. El director de Hollywood y el músico de cine han realizado 28 películas juntos.

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En 2016, durante la celebración del premio a la trayectoria del American Film Institute, Spielberg enumeró las cualidades del arte de Williams: desarrollar la música para la película terminada, saber qué poder hay en la música pero también en la ausencia de música, y componer de forma compleja como Debussy o madura como Stravinsky. Y describió la conexión entre director y compositor como “un matrimonio perfecto”. “Sin John Williams, las bicicletas ni las escobas vuelan, las alfombras no tienen fuerza, los dinosaurios no caminan, no nos maravillamos, no lloramos”, elogió Spielberg al compositor en su momento.

Composiciones exitosas

Williams nació en Nueva York en 1932 como hijo de un músico de orquesta. Estudió piano en la renombrada Juilliard School. Además de su carrera en Hollywood, actuó como director invitado en muchas orquestas. También compuso el himno olímpico “Call of the Champions” para los Juegos de Invierno (2002) de Salt Lake City y la música de la ceremonia de investidura del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en 2009, y escribió música para intérpretes famosos como el violinista Itzhak Perlman y el violonchelista Yo-Yo Ma.

Cuando era un joven músico, no pretendía escribir partituras para películas, según declaró Williams en una ocasión a la revista BBC Music. Le interesaba más tocar el piano y era “bastante bueno” en ello. La carrera en Hollywood fue, según dijo, el resultado de un poco de suerte. “Solo pongo un pie delante del otro”, declaró Williams en su momento.

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Más nominaciones al Oscar que nadie

La lista de películas para las que compuso bandas sonoras es impresionante, aunque está muy centrada en Hollywood: “E.T.”, “Superman”, “Drácula” o “La lista de Schindler” son parte de esta colaboración, que aún continúa. En 2017, compuso la música de la película de Spielberg “El editor”. Williams ya ha batido récords en premios y nominaciones, nadie puede hacerle sombra. Con la banda sonora de “La guerra de las galaxias: El ascenso de Skywalker”, Williams consiguió su 52ª nominación al Oscar en el año 2020.

Esto le convierte en la persona viva con más nominaciones al Oscar. Ha ganado el trofeo en cinco ocasiones desde 1972: por “Anatevka”, “Tiburón”, “La guerra de las galaxias”, “E.T.” y más recientemente, en 1994, por “La lista de Schindler”. (E)