El diseñador ecuatoriano Alfredo Ramírez, de 27 años, es parte de los 100 ganadores de los Prince Claus Seed Awards, que son otorgados por el Prince Claus Fund, que tiene su sede en Ámsterdam.

Los ganadores fueron seleccionados de más de 1.500 solicitantes, provenientes de 65 países de Asia, África, América Latina y el Caribe y Europa del Este. Fueron premiadas tres categorías: seed, mentorship e impact, las cuales “están diseñadas para apoyar a artistas y practicantes de la cultura de diferentes maneras en etapas cruciales de sus carreras profesionales”.

“Para mí recibir este premio significa sentir que estoy en el camino correcto, que (mis) ideas... tienen sentido, tienen espacios relevantes con lo que sucede en el mundo. Entonces, es supermotivador para mí desde esa perspectiva”, dice el guayaquileño, que ganó en la categoría seed.

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Según Ramírez, el Prince Claus Fund otorga el premio “a la trayectoria y al tipo de trabajo que se ha hecho...”. “En general mi práctica de diseño, arte, etc., siempre ha tenido que ver con buscar entornos de investigación no convencionales, buscar formas de recreación lúdica, de encontrar sinergias entre la recuperación de materiales del arte, del diseño para encontrar estrategias simbióticas para sobrevivir...”, explica.

Proviene de una familia de metalúrgicos y mecánicos. El año pasado concluyó la maestría en Prácticas Expandidas de Diseño, en Goldsmiths, en la Universidad de Londres. “El objetivo de la carrera era explorar las posibilidades de lo que el diseño puede llegar a hacer más allá de estudiarlo los aspectos técnicos...”, explica.

Durante su maestría realizó un proyecto “que probablemente me puso en este camino”, dice, y agrega que lo desarrolló con un grupo de recicladores del barrio en donde vivía mientras realizaba su maestría, sureste de Londres.

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“Lo que yo hice fue como desarrollar una serie de talleres en donde les había llevado distintas especies de hongos y les había explicado cómo ellos viven en la naturaleza, cuáles son las estrategias que hacen para sobrevivir... La idea era como ver estas especies y tomar mucho de los objetos que ellos tenían y que ya estaban como al borde de ser descartados para desarmarlos y reconstruirlos... y a partir de eso hicimos una serie de esculturas...”, sostiene.

Otro proyecto al que se sumó cuando realizaba la maestría fue Making Futures Bauhaust+, en Berlín. “Fue una residencia en un edificio abandonado en el que era el centro de Berlín del este. Era como un proyecto de investigación-acción, que buscaba encontrar nuevas formas de arquitectura... Y específicamente lo que yo hice dentro de esa residencia fue empezar a entender del edificio... qué clase de desechos generamos, qué clase de impacto teníamos en este espacio y luego con qué tipo de infraestructura interactuábamos... El reto era, tuve que contar qué tanto podríamos reciclar, reutilizar en ese espacio con estas herramientas básicas”, señala.

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Actualmente lidera el proyecto MOLTN, que viene de molten, que significa ‘derretido’ en inglés. Un espacio que se encuentra en Durán. “Estamos desarrollando este espacio para experimentar con fabricación sostenible. Lo que estamos haciendo es desarrollar métodos y procesos para trabajar, por ahora, principalmente con plásticos, que ya han sido utilizados, que han cumplido su vida útil, y transformarlos en algo nuevo. Pero la idea es que sean cosas que tienen alto valor y que sean cosas que tengan una vida útil más larga...”, explica.

“La idea de esto es que sea una plataforma para que varios artistas y diseñadores y personas de todas las ramas puedan acercarse y trabajar con este material...”, acota Ramírez, quien mientras laboraba “para una oenegé en Guayaquil implementó programas de resolución de problemas orientados al diseño para estudiantes de secundaria con el objetivo de que pudieran abordar situaciones problemáticas de sus comunidades”. (I)