Se graduó de contador público, porque esa fue la condición que le pusieron sus padres a cambio de entrar a una escuela de baile a los 8 años. Tras graduarse de danza, Carlos Menéndez (42) entró a Danzas Jazz, donde estuvo por diez años. Cuenta que se inició como bailarín de la actriz y cantante Paola Farías, y que hace un tiempo una lesión de rodilla lo alejó de las pistas como bailarín. Pero continúa como docente, coreógrafo, director de ocho escuelas (Carlos Menéndez Jazz Dance) y actualmente como uno de los jurados del reality Soy el mejor.

‘No se ataquen, porque lo que ustedes dicen, no me afecta’, declara Yadira Ramón, la jueza de ‘Soy el mejor’

Su apretada agenda hace que tenga un contrato diferente en TC Televisión: dice que le permiten llegar cinco minutos antes e irse cinco minutos después del programa. Sin embargo, hace una excepción para ofrecer una entrevista a este Diario.

Contabiliza quince años en la televisión. Arrancó como coreógrafo en el programa Bailando por un sueño, donde también fue bailarín. Luego le siguieron otros programas, como Fama o drama y BLN.

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Del panel de críticos es quien fusiona las devoluciones con la técnica, el show y el chisme. “Yo les pongo mucho humor a las devoluciones. Cuando yo ingresé aquí (Soy el mejor) dije que iba a poner mi credibilidad y algo que necesite el público. Y ¿qué necesita el público? Saber de la vida y de lo que pasa dentro del reality con los participantes, con los jurados, con los bailarines”, afirma, y cuenta que a raíz de esto nació el personaje de Oculito.

“Es el que da los chismes (...). Me lo inventé para que los participantes no me insulten a mí, sino que insulten a Osculito”, menciona.

Aclara que todos los chismes son conversados previamente con la producción, quienes le dan la pauta para que él desarrolle todo. Algo que incluso le abrió una propuesta para incursionar en el mundo del entretenimiento.

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A mí me ofrecieron hacer farándula, pero yo no me veo haciendo farándula, porque a mí no me gusta. Todo lo que digo es lo que pasa dentro del programa (...). Hace poco tuve la propuesta de un canal para estar allí, pero en realidad estoy muy feliz aquí, por ahora”, revela.

¿En qué le ha aportado la televisión a usted como bailarín?

A mí lo que en realidad me dio la televisión es el conocer muchas personas, el hacerme conocido. Por ejemplo, en el mundo de la danza hay escuelas superbuenas, pero tienen muy poco alumnado, porque nadie los conoce. Entonces, la televisión eso es lo que aporta a la mayoría de los que salimos en pantalla.

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¿Calificar a un bailarín profesional es diferente que calificar a un talento?

Es más fácil, porque la mayoría de los bailarines saben cómo se trabaja y captan lo que tú les va a decir, y lo captan para bien; nunca hemos tenido problemas, porque es su profesión. En el caso de personas que no son bailarines, hay que tener mucho tino, sobre todo porque, primero, no van a hacer de la danza su profesión; segundo, no todos tienen los pies puestos sobre la tierra: siempre hay uno o dos que son divos y que piensan que nadie les puede decir nada; entonces, se elevan (...). Algunos se creen estrellas y piensan que nadie los puede criticar; están acostumbrados a los buenos comentarios, a los halagos, a la crítica de un Instagram donde borras el mensaje y no pasó nada.

Y cuando llegan los comentarios del público para usted, ¿cómo maneja esta montaña de críticas?

En realidad, es bastante fuerte; pese a que tú digas: “Todo me resbala”, es mentira. No hay nadie a quien todo le resbale; en algún lado de tu vida que estés con el ánimo bajo te afecta esa parte. He recibido muchos comentarios malos, homofóbicos, amenazantes (...). Una vez me dijeron que iban a matar a mis perros, que sabían dónde vivía; me robaron la cuenta de mi Instagram.

Yo lo que trato es de no darle mucha importancia. A mí una vez me enseñó Ana Buljubasich que, si el 100 % de las personas te ama, es hipocresía; si a ti el 50 % te ama y 50 % te odia y te detesta, estás haciendo un buen trabajo, porque tú como personaje tienes que generar emociones. Si no generas eso, no sirves para la televisión.

Carlos Menéndez en entrevista con El Universo. Foto: Francisco Verni Foto: El Universo
¿Alguna vez ha sentido desesperación porque quiere ver más de los participantes?

A veces sí se siente esa frustración, y a quienes produce “mechonearlos” es a los coreógrafos.

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¿Qué hace Carlos Menéndez con las excusas, aún más sabiendo que ya ha estado en el mismo puesto de los participantes?

Yo puedo ver una persona y sé cuándo está mintiendo dentro del reality. La mayoría de las veces lo identifico por cualquier cosa. No me gustan las excusas, pero no he sacado el menos uno, y creo que no lo voy a sacar. Eso lo hace Yadira.

¿Qué le gusta más a Carlos Menéndez: estar como jurado o como coreógrafo?

Creo que vibraría más como coreógrafo; a mí me encanta enseñar. Yo tengo ocho escuelas de danza, pero en la mayoría de los canales que me contratan saben que esa es mi prioridad.

Lleva doce años con sus escuelas. ¿Qué significan para usted?

¡Todo! Es el esfuerzo que hice desde pequeño estudiando. Yo empecé a prepararme en la danza desde los 8 años y me gradué en el Teatro Centro de Arte. No me apasiona la televisión; amo lo que hago, sí. Pero si a mí me quitan la televisión, sigo viviendo; me quitan mis escuelas, y creo que se iría una parte de mi vida.

¿Recuerda la sensación que tuvo cuando volvió a bailar en la pista de un programa de TV?

Cuando terminé de bailar quise hasta llorar, porque tenía tiempo que no bailaba. Y la verdad es que no bailo por una lesión, no porque no quiera.

Carlos Menéndez en el set de 'Soy el mejor'. Foto: Francisco Verni Foto: El Universo
Cuando se apagan las cámaras, ¿cómo es Carlos Menéndez?

A mí no me cuesta mucho, porque yo soy la misma persona en pantalla que afuera. Sigo siendo la misma persona cargosa, la misma persona que pone sobrenombres. La mayoría de la gente piensa que yo soy estúpido, pero dame dos minutos con alguien que me odie y se hace mi mejor amigo.

Háblenos de sus mascotas…

Yo soy amante de los perros. Tengo siete gatos y cinco perros. Todos son adoptados (menos el primero), todos tienen su historia, a todos los quiero por igual. Son increíbles. No tengo una persona que me acompañe, porque no me soportan, pero mis perros y mis gatos sí.

¿Cómo está ese corazoncito por ahora?

La verdad, solo. He tenido algunas decepciones. No todas las personas comparten lo que tú haces (...); ya ven tu mundo y no quieren entrar en tu mundo, y tampoco nunca se van a adaptar; (...) no les gusta relacionarse con personas públicas, no les gusta la locura de ir a un lugar y otro.

Pero, entonces, ¿cómo es la persona ideal para Carlos Menéndez?

La personal ideal tiene que ser simplemente una persona que tenga metas. En mi caso, me gustan personas jóvenes, y no tienen lo que yo busco.

¿Cómo se describe como persona?

A veces dicen que soy demasiado buena gente (risas). (...) Me considero buen amigo, una persona trabajadora; me encanta trabajar, me encanta gastarme la plata ganada por mí. En lo profesional, no me gusta irme encima de alguien con tal de conseguir algo. Lo único malo que tengo es que el genio sí me cambia rapidísimo.

Tiene bien marcado su mundo...

Me siento feliz, porque mi identidad sexual no les molesta a las personas en las casas, no siento ese rechazo. Te sientes identificado, porque no sabes cuántos iguales a ti te están viendo en casa.

¿Todavía sueña con algo?

Sueño con más escuelas (...). Uno de mis proyectos es poner escuelas de baile en Quito. Las personas me dicen: “¿Hasta cuándo, si ya tienes ocho escuelas?”. Yo les respondo: “Hasta que el cuerpo me dé, trabajaré”. (E)