Casi frente a la Muy Ilustre Municipalidad de Guayaquil se establece el restaurante La Muy Ilustre. Es alentador ver como el centro de la ciudad se va llenando de sitios agradables para comer, tomarse una copa y pasar un buen rato. Los cascos históricos son el corazón de una ciudad. Su motor, su raíz. La ciudad de Panamá es un ejemplo de recuperación de su casco colonial, gracias a un trabajo conjunto entre empresa privada y Gobierno, el cual que expidió leyes específicas para el efecto. Puso a disposición de promotores créditos hipotecarios con bajas tasas para inversiones en el sector, los exoneró por diez años del impuesto a la renta por la primera trasferencia de dominio, así mismo, exoneró a los primeros propietarios, y a los arrendatarios del IVA e impuestos municipales, entre otras medidas. El resultado fue una transformación total.

Hoy, ese casco histórico, antaño olvidado, se convirtió en un distrito gastronómico y de entretenimiento vibrante. Siguiendo el mismo camino, Guayaquil podría multiplicar a lo largo del centro proyectos como el de la calle Panamá o del Mercado del Río. El Malecón Simón Bolívar es un ejemplo de cómo una ley especial contribuyó a generar el espacio más importante de la ciudad en los últimos 50 años.

La Muy Ilustre, abierto desde hace pocos meses, ubicado en 10 de Agosto y Pichincha, nos sorprendió porque su esmerada decoración y concepto destacan de todo lo que está alrededor. Es precioso, en su estilo. Con colores azul y blanco, tiene dos áreas, con una gran barra en cada sector. Sus pisos, las terminaciones de madera y su ambiente nos hicieron recordar el Guayaquil de los años 70. Es un buen lugar también para los after hours de las 5 p. m. con amigos en la barra. Sumamente acogedor.

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Tiene un menú mayormente típico. Las empanadas de viento rellenas con chicharrón fueron un buen entremés.

El tigrillo jugueteado, a $ 6,90, tenía una gran combinación de sabores gracias a que lleva trozos de costilla cocinados al sous vide, es decir, al vacío en agua caliente, por 14 horas, muy suaves, cuyos jugos se mezclaban con la masa, con alta carga de culantro. Muy buen plato, con una recomendación: los patacones deben estar totalmente incorporados a la masa. Cuando uno pide tigrillo, quiere plátano majado, no patacones en trozos.

Luego probamos un encocado mixto, con corvina, camarones y calamar. Esta preparación utilizó crema de coco, haciéndolo en extremo dulce, escondiendo el sabor del sofrito y las especias. Es un estilo que he visto en muchos restaurantes. Yo prefiero el tradicional, aunque esta preparación recuerda un poco la cocina tailandesa y tiene sus entusiastas.

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Otros platos como el manglar cangrejero y el meloso de chancho son interesantes y satisfarán su apetito. La Muy Ilustre es un sitio agradable para comer en el centro.