El Museo de Cluny, en el corazón de París, dedicado al arte medieval europeo, reabre sus puertas el 12 de mayo tras una vasta restauración de sus espacios y colecciones, que se ha prolongado de forma intermitente a lo largo de una década.

La “joya de la corona” del museo es la serie de seis tapices conocidos como La dama del unicornio, de finales del siglo XV.

Pero el edificio, un palacete construido por la poderosa orden religiosa de Cluny (Burdeos) en el siglo XV para mantener una presencia en París, acoge mucho más.

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Hay juegos de vajilla morisca provenientes de Sevilla o de la región valenciana de Manises, reputada por su alfarería. Y ejemplos de arte religioso de estilo románico de Cataluña, coronas votivas visigóticas del centro de España.

El museo de Cluny fue creado en 1843 y esta reorganización es la más importante hasta la fecha.

En esta foto de archivo tomada el 17 de diciembre de 2013, unas personas observan los tapices "La dama y el unicornio" recién restaurados durante una visita de prensa en el museo de Cluny en París. (Photo by Bertrand GUAY / AFP) Foto: AFP

Las obras han costado 23 millones de euros desde 2015 (unos 27 millones de dólares), y su objetivo ha sido “hacer el lugar más accesible, física e intelectualmente”, precisó a la prensa Christine Descatoire, conservadora del museo, durante una visita el jueves.

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Las obras no solamente han modificado el acceso, sino también la propia naturaleza del museo, que ahora tiene un recorrido rigurosamente cronológico, en 21 salas que cubren casi 1.000 años de historia, con la ayuda de una colección de 24.000 objetos de todo tipo.

El museo de Cluny no solamente es un ejemplo del arte gótico urbano, sino que también es una ventana a los restos de la presencia romana en la antigua Lutecia (París).

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El visitante accede al museo a través del frigidarium, una gran sala bajo un techo de 14 metros de altura, donde los romanos acostumbraban a tomar baños calientes en una piscina pública.

Mi único deseo

Las termas están presentes a lo largo de toda la visita, a través de ventanas que se han insertado en la parte más moderna del complejo.

Dentro, en las salas, se pueden admirar cajas de marfil labrado, cálices de oro, un enorme altar de la catedral de Basilea.

El museo de Cluny es un ejemplo del arte “al servicio de la élite europea”, recordó Descatoire, aunque hay ejemplos de creaciones populares.

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En la sala XIX se puede admirar el primer soldadito de plomo del que se tiene registro, en una pequeña vitrina dedicada a los juegos infantiles.

Y poco antes, una ‘rosa de oro’ de 1330, un ejemplo deslumbrante de orfebrería italiana. Cada año, el papa encargaba una de esas rosas para premiar a alguien que mostraba un especial celo religioso.

Los trabajos de restauración han permitido recuperar una espectacular capilla de los monjes de Cluny, con arcos arbotantes y un techo gótico arbolado en el que se distingue el cielo pintado con azurita.

Casi al final de la visita, La dama del unicornio, una serie dedicada a los cinco sentidos, y un sexto tapiz, enigmático, que solo se identifica con un lema que ha hecho soñar a investigadores y poetas desde hace siglos: mon seul desir (mi único deseo).

La tapicería fue descubierta en 1841 en el castillo de Boussac por la escritora George Sand y el compositor Prosper Mérimée, por entonces inspector de monumentos históricos. La dama del unicornio solo ha sido prestada por Francia en tres ocasiones. (I)