La década del 20 del siglo pasado se ha convertido en una especie de leyenda en la historia universal, son los años donde aparecen nuevos placeres que están al alcance de todo el mundo, el cine, la radio, los deportes populares, los salones de baile y el automóvil, pero también es el momento del jazz y el charlestón, son los inicios de las luchas de reivindicación de las mujeres, como el derecho al sufragio, el uso de las faldas cortas y de las muchachas de pelo corto y de como ellas compiten con los hombres por los puestos de trabajo.

‘Ulises’, una obra tan maravillosa como complicada. ¿Qué opinan los autores locales?

Esto es un desquite o una catarsis frente a los horrores de la hecatombe de la I Guerra Mundial, era el ser humano que rechazaba la muerte ocurrida en el fango de las trincheras.

En el mundo del arte surgen formas nuevas y atrevidas cuyo epicentro son las ciudades de París y Berlín, es en especial la Ciudad Luz donde se aglutina la mayor cantidad de intelectuales que la convierten en la capital cultural del mundo. Ahí residirán personajes como Hemingway, James Joyce, Gertrude Stein, Man Ray, Francis Scott Fitzgerald, Pablo Picasso, entre otros.

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Alemania a pesar de estar sumida en el caos de la derrota, es también el eje de una corriente cinematográfica que tendría influencia poderosa en el todo el mundo, el expresionismo llega para mostrar el horror y la brutalidad de la siquis humana, directores como Murnau, Fritz Lang o Robert Wiene utilizan el cine más como una forma de arte que de entretenimiento.

Es el momento del teatro vanguardista de Max Reinhardt y Bertolt Brecht, que estrenan en Berlín importantes producciones, la dramaturgia de Brecht llega a perturbar al público por su violento ataque a la corrupción e hipocresía de la sociedad, señalada de manera directa en su ópera de tres centavos.

Los 20 tienen como protagonista principal a la pintura, el surrealismo representa una verdadera innovación en el arte pictórico, artistas como Salvador Dalí y Max Ernst utilizaron un estilo realista para explorar las situaciones grotescas del subconsciente, en su arte había un aura de pesadilla. El surrealismo sería inspirador para otros artistas como a Pablo Picasso y al director de cine, Luis Buñuel.

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En esta catarsis creativa se dan nuevas visiones arquitectónicas que surgen de la escuela Bauhaus de Walter Gropius, famosa por romper las barreras entre el arte y la ciencia y aplicar al diseño técnicas de ingeniería. Esta escuela fue responsable del estilo funcional que pasó a ser característico de los edificios de las grandes urbes alemanas y posteriormente en el resto de Europa.

La literatura en el momento del nacimiento de ‘Ulises’

James Joyce, D. H. Lawrence, Virginia Wolf.

En los años 20 la literatura era una de las tantas formas de entretenimiento que el público tenía. La poesía no era tan popular como la novela y después del final de la I Guerra, los escritores se dieron cuenta de que el mundo había cambiado, hechos como la Revolución Rusa, la radicalización de la clase obrera en Europa, el surgimiento del fascismo, y la crisis social y económica que asolaba a Europa le daban una nueva perspectiva a la parte creativa. La literatura fue parte de estos cambios radicales, es el momento de los llamados escritores rebeldes que buscaban escapar de la forma narrativa tradicional buscando estilos completamente diferentes. Fue un periodo notable por la cantidad de autores que rompían con las formas de escribir tradicionales.

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‘Ulises’, de James Joyce, la contribución más significativa que se ha hecho a la literatura de ficción en el siglo XX, cumple un siglo

Dentro de este grupo de autores y con formas diferentes de abordar sus historias, destacan Marcel Proust, James Joyce, Virginia Wolf, Gertrude Stein, Franz Kafka, D. H. Lawrence, Sinclair Lewis, Hemingway, Scott Fitzgerald. Para muchos de estos autores las novelas de narración convencional que solo buscaban la total concentración en la descripción no eran nada satisfactorias, para ellos más importante eran los sentimientos y especialmente explorar el mundo del subconsciente, buscaban rechazar las historias lineales y los personajes convencionales, también deseaban liberar la novela de las restricciones impuestas por la sociedad sobre el lenguaje grosero y la descripción del sexo.

Son estos autores los que marcarían un precedente revolucionario en el mundo de las letras.

Las letras en el Ecuador en la década que aparece el ‘Ulises’

Luis A. Martínez, Pablo Palacio, Aurora Estrada.

Ecuador en la década del 20, cuando sale publicada el Ulises de Joyce, vive su propio proceso literario, para 1922, el país está inmerso en una etapa de transición especialmente en la poesía y la novela.

En la lírica la primera promoción de la llamada ‘generación decapitada’, exponente del modernismo había desaparecido, sus representantes Arturo Borja, Medardo Ángel Silva, Humberto Fierro y Ernesto Noboa fallecieron o dejaron de escribir. Una nueva camada de poetas tomaron la posta, pero decidieron no seguir a puntillas los postulados del modernismo, autores como Alfonso Moreno, José María Egas, Hugo Mayo, Pablo Hanníbal Vela, Wenceslao Pareja, Aurora Estrada, Mary Corile y Remigio Cordero. Estos marcaron el periodo que muchos críticos llamaron neomodernismo.

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Cien años del ‘Ulises’ de Joyce

En el campo de la novela el cambio es más profundo, en los 20 comienza a desarrollarse con mayor impulso el realismo social y se dan los primeros esbozos de la corriente indigenista con novelas como Plata y bronce, de Fernando Chávez, publicada en 1927; la obra fue considerada por Benjamín Carrión como un hito inicial, el arranque de la novela ecuatoriana con personajes indígenas. Para poder seguir el paso inicial que tiene la novela de Chávez hay que tomar como referente A la Costa, de Luis Martínez.

Los cultivadores de esta corriente realista también se pueden encontrar en autores que daban sus primeros pasos en la literatura, caso de Sergio Núñez, Leopoldo Benites, entre los más destacados.

Y hay que destacar un autor que se desmarcaría de las tendencias, un inclasificable, como lo fue Pablo Palacio, el año 1927 es fundamental, pues Palacio publica su primera obra, Un hombre muerto a puntapiés, colección de cuentos que tiene un contenido audaz y con altas dosis de ironía.

Otra obra es la novela corta Débora, a la cual Benjamín Carrión le dedicaría la siguiente crítica: “Un libro desarrollado, esquemático y esterilizado”. Y utilizaría las palabras que Jung dijo respecto al Ulises de Joyce, “cuya nota tónica es la melancolía de la objetividad abstracta”.

Carrión en una de sus críticas años después diría que hay muchas sombras sobre qué autores ejercieron influencia en Palacio, pero no duda en mencionar a Proust, Lawrence y sobre todo a Joyce.

Estos y otros autores con sus obras explican y también allanan el camino de la gran eclosión que vendría a nivel literario en los años 30. (I)