David Harutyunyan, director y fundador de la Orquesta Filarmónica Municipal de Guayaquil, se considera un “gran experto de la comida ecuatoriana”. Cuando habla del bolón, el corviche de Cascol o el cebiche de Jipijapa sus ojos se achican imaginándose devorando este último platillo a 15 metros de la orilla del mar. El maestro, proveniente de Armenia, confiesa que la gastronomía del país también fue una de las razones para quedarse aquí. “Amo la comida ecuatoriana. Yo soy fan de la comida manabita, empezando por el queso manaba que tiene un sabor especial. En Manabí hacen milagros con la comida”, declara con una absoluta pasión.

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Dice que cuando deja la batuta es la misma persona: paciente, tranquila, modesta y perezosa. “En la profundidad de mi alma soy muy perezoso”, revela entre risas. Pero también demuestra tener una gran sensibilidad por lo sencillo. “Me gusta y amo la naturaleza, me gustan los árboles, me gustan las flores, me gusta el frío (pero no cambia la calurosa Guayaquil)”, afirma.

David Harutyunyan, director de la Orquesta Filármonica Municipal de Guayaquil, en el Teatro Centro de Arte. Foto: José Beltrán. Foto: El Universo

El maestro recibe a este Diario en su lugar de trabajo, en el Teatro Centro de Arte. Una camisa clara a rayas, su cabello a medio peinar y sin pose alguna, se instala en su oficina para hacer un repaso por sus primeros 20 años en la ciudad, entregando arte y música.

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Con 36 años de edad, Harutyunyan dejó su natal Armenia y arribó en Guayaquil un 31 de marzo de 2002, para ser director titular de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil (OSG). En aquel entonces creía que su paso por la ciudad sería breve. “Francamente no pensaba quedarme largo tiempo, estaba seguro que iba a quedarme dos años como mucho...”, confiesa. Cada vez que estaba por dejar el país surgía algo nuevo que lo hacía extender su estadía, once años después vino su matrimonio con la cantante Pamela Cortés. “Comencé a creer en el destino”, afirma el hombre que ahora tiene 56 años.

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Han transcurrido 20 años desde su arribo, y durante este tiempo ha sido fiel testigo del Guayaquil del antes y después; de sus calles amplias y su tráfico insoportable. “Guayaquil estaba en su proceso reciente de remodelación... había mucho desorden, pero los padres de la ciudad sabían a dónde llevar a esta ciudad. Era como un lego, Guayaquil comenzó a cambiarse”, expresa.

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Al inicio, su cero relación con el español fue una de las primeras cosas por resolver “Comencé agresivamente a aprender español, y tenía muchas profesoras al lado mío. Cada músico de la Sinfónica de Guayaquil era mi profesor, la calle era un profesor muy grande”, cuenta.

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-¿Se siente un guayaquileño más?- “Pero totalmente”, responde. Señala que no tuvo mayor problema con el cambio cultural, al contrario lo define como algo interesante y divertido. “En mi caso fue una cuestión de conocer de amar esta cultura, admirarla, y quedarme acá para siempre”, dice.

David Harutyunyan, director de la Orquesta Filármonica Municipal de Guayaquil, en el Teatro Centro de Arte. Foto: José Beltrán. Foto: José Beltrán/ El Universo Foto: El Universo

Acude a la gentileza para corregir que Ecuador no es un país pequeño. “Ecuador es un país importante en el tamaño y si hablamos como un mundo económico, Ecuador es un país importante. Siempre me sorprendió la humilde opinión de los ecuatorianos sobre su país”, sostiene, añadiendo que cada cultura es diferente, no es superior, ni inferior.

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Estos 20 años, de sus 36 como profesional de la música clásica, lo resume como un aprendizaje permanente. “Aprendí muchas cosas como ser humano y seguramente como profesional también”, menciona.

Dirigir desde el respeto y haciendo cultura

David Harutyunyan, director de la Orquesta Filarmónica Municipal de Guayaquil, en un concierto. (Cortesía)

Sabe que estar frente a un grupo orquestal de más de 40 integrantes es una gran responsabilidad; dice que ante él tiene a un equipo de profesionales que tienen que ser dirigidos de la mejor manera y siempre con el respeto por encima. “Nunca en mi vida públicamente al frente de la orquesta he humillado a un músico. Por eso los músicos vienen tranquilos”, asegura.

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Al igual que lo hizo con la OSG cuando era director, desde que fundó en el 2017 la Orquesta Filarmónica Municipal de Guayaquil ha sumado esfuerzos para que importantes músicos y cantantes nacionales e internacionales sean parte de sus conciertos. En el 2021, junto a Ramón Sonnenholzner, Director de Fundación Garza Roja, lanzó un disco sinfónico con canciones de Carlos Rubira Infante, interpretado por Mirella Cesa, Jorge Luis del Hierro, Pamela Cortés y Gianpiero.

Y es que el armenio entiende que su trabajo no solo está en la batuta, sino también en la gestión cultural. “Todos los directores deben hacer esto, los que no lo hacen están equivocados. Es como decir que cada conductor debe poner combustible al auto, es lo básico”, señala.

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Sobre esto Sonnenholzner dice: “El trabajo del maestro David ha sido una profunda labor pedagógica, formativa y sobretodo su capacidad de generar grandes alianzas con muchas instituciones de la ciudad, embajadas, corporaciones....”, opina.

El rock, su lado rebelde

En el 2016 David Harutyunyan ofreció un concierto de rock para despedirse de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil.

De padres músicos, su padre compositor y su madre musicóloga; dice que no tenía escape, se dejó atrapar por las redes del arte. Tenía 4 años cuando empezó a tocar el piano, su primer instrumento y principal herramienta de trabajo en la actualidad.

De más grande le siguieron los estudios en música clásica, los masterados, uno como compositor y otro como director. Ludwig van Beethoven es la influencia musical que lo ha acompañado a lo largo de su carrera; de hecho cuenta que siempre lleva un sticker de Beethoven en su auto.

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Entre los instrumentos que domina se encuentra el saxofón, la flauta traversa, oboe, guitarra, contrabajo y el bajo eléctrico. Sí, porque al igual que el jazz latino, el rock de los años 70 también es parte de su playlist.

“Ese género es mi rebeldía... sentí mucha satisfacción al rodearme con este género”, afirma sobre el rock que marcó una etapa de su adolescencia y revivió a finales del 2016 cuando decidió despedirse de la Sinfónica de Guayaquil con un concierto en el que juntó a la banda de rock quiteña Anima Inside y a la orquesta en un mismo escenario.

“Una vez hice una gran travesura en mi vida, que nunca más lo voy a repetir, cuando me despedí de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil con una guitarra eléctrica en el Sánchez Aguilar”, rememora.

“Yo estaba en zapatos de caucho, en jean roto, camiseta rara”, recuerda.

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Familia, su pilar

David Harutyunyan junto con su esposa, la cantante Pamela Cortés, y su hijo Max.

Un 12 de abril de 2002 compartió página, en la versión impresa de este Diario, con Pamela Cortés, su esposa. Era su primera entrevista, no sabía español y tampoco conocía de la existencia de la cantautora ecuatoriana, quien en ese entonces estaba por recibir el reconocimiento de artista revelación del año. “Podemos decir que EL UNIVERSO predijo lo que pasó conmigo después de muchos años, mira qué coincidencia”, bromea Harutyunyan.

En una celebración íntima y familiar, Cortés y Harutuyunyan se dieron el sí acepto para toda la vida, un 23 de abril de 2011. Fruto de su amor es Max, el rey de sus vidas. “De mi familia comienzan las cosas, el arte y el escenario es secundario. Mi familia es mi pilar único y absoluto”, manifiesta el maestro.

David Harutyunyan junto a su hijo Max. Foto: @ david_armenio

A pesar de que los dos pertenecen al mundo de la música, dice que a puertas cerradas solo son dos niños criando a Max, quien de vez en cuando se ha relacionado; sin que esto aluda a una vocación futura. Como padres no creen que a su pequeño hijo le interese mucho ser músico. “Él decidirá... recién tiene 9 años”, indica.

Lo que sí reconoce es que su alma guayaca se ha visto concretada en su primogénito. “Mi hijo es totalmente guayaquileño, en sus costumbres, en su forma de expresar, en su manera de ser, en su manera de hablar”, afirma.

David Harutyunyan tras el telón de la Orquesta Sinfónica

En tanto, los momentos que ha compartido escenario con Cortés los describe como divertidos. “Es algo muy divertido, obviamente que yo estoy más preocupado que ella...”.

GianpIero, Nikki Mackliff, Jorge Luis del Hierro, Patricia González, Pamela Cortés, Daniel Beta y Lila Flores cantaron acompañados por la Orquesta Filarmónica Municipal de Guayaquil en concierto.

La tarde de este sábado tenía previsto recibir una condecoración por sus primeros 20 años de contribución a la música y a las artes ecuatorianas. El homenaje se desarrollaría en la Fundación Garza Roja. Sobre este reconocimiento solo se abstiene a decir: “Qué pena que el tiempo pasa tan rápido”.

“Un día voy a escribir un libro sin piedad recordando a todos, quienes cruzaron conmigo en la vida”, añade.

El reconocimiento lo recibiría de manos de la Alcaldesa Cinthya Viteri y la Prefecta Susana González. “La Fundación Garza Roja ha valorado su participación durante 20 años en la vida cultural de Guayaquil... su labor, su experticia, y su deseo de constribuir al Guayaquil”, dice Sonnenholzner. (I)