Hay que tener cuidado con la escritura y pronunciación de estas palabras, pues sus orígenes y sentidos son diferentes.

«Corolario» se deriva del latín corollarium, de corolla (pétalos de flores), que significa coronilla o corona pequeña.

Se emplea para referirse a un juicio o razonamiento que no necesita comprobarse, pues se infiere con facilidad de los indicios previos. Ejemplo: La suspensión de los servicios básicos es el corolario de no haber pagado las correspondientes facturas.

Suele usarse también con los sentidos de propina, yapa, añadidura. Ejemplo: Tenía tantos problemas económicos y como corolario un aluvión destruyó su casa.

La palabra «corolario», asimismo, se emplea en el campo de las matemáticas para indicar la evidencia de un teorema.

«Coralario» está compuesta por el término coral y el sufijo –ario. Es sustantivo masculino y significa antozoo.

Los antozoos son una clase de celentéreos que en estado adulto viven fijos sobre el fondo del mar. Pueden estar constituidos por un solo pólipo o por una colonia de pólipos, como la anémona de mar y el coral.

«Coronario» tiene su raíz en el latín coronarius, que significa ‘en forma de corona’. Se relaciona con las arterias coronarias y sus enfermedades. Ejemplo: Las enfermedades coronarias producen dolor en el pecho.

Estos vocablos pertenecen al grupo de los parónimos, lo que exige que el hablante preste mucha atención al contexto para evitar errores en la escritura y en la pronunciación; también, imprecisiones o ambigüedades. (F)

FUENTES:

Diccionario de la lengua española, Diccionario histórico de la lengua española, Nuevo tesoro lexicográfico de la lengua española y Corpus de referencia del español actual (versiones electrónicas), de la Real Academia Española.