La cafetería no es necesariamente un punto de destino, sino de conveniencia. Si es buena y uno está cerca, vale la pena visitarla o parar. De ahí la estrategia de dispersión geográfica de muchas de ellas. Hay pocas que tienen productos sumamente especiales, como por ejemplo la cafetería-panadería Masamadre en el centro comercial Bocca, que, por la calidad de su pan y productos relacionados con este, a mi gusto la convierten en un destino.

En el Centro de Convenciones de Guayaquil se ha instalado Factoría, una muy buena cafetería que ofrece un menú distinto y más vasto que sus similares. Lo primero que llamó mi atención es la carta de ensaladas: quince, muy variadas. Algunas clásicas como la Cobb, Nicoise, Caprese y César, y otras de creación del chef. Seguro el lector se interesará en la Oriental. La ensalada de queso de cabra es de primera. Tostadas hechas en casa con queso de cabra fresco, pimientos morrones, aceitunas y lechuga con salsa de albaca. Igual la de Burrata, por la calidad de su queso, artesanal, con tomates, lechuga y grissinis. Para ser excepcional, solo tendría que cambiar la lechuga por rúcula.

Pero para ser sinceros, habiendo llegado al mediodía, iniciamos con un tigrillo, en una presentación digna de restaurante. No demasiado grasoso, con buena palatabilidad y untuosidad. Para mí el tigrillo es muy superior al bolón. El plato insignia de lo que se puede lograr con verde. Este es muy bueno.

Pasamos por la carta de sánduches y nuevamente encontramos más de diez opciones. Siendo el chef francés y de trayectoria, Stephane Richards, nos decidimos por un croque madame. Un platillo muy sencillo, pero que, bien hecho, es una delicia. Se corona encima de la tostada superior con salsa bechamel y queso rallado, en este caso mozarela, sobre el cual se coloca un huevo escalfado o frito. El sánduche tiene queso emmenthal y jamón, cocinado en sartén sobre mantequilla. Se oye fácil, pero hacerlo bien no lo es.

Probamos también una trilogía de ceviches en un solo plato hondo, generosamente servido, con sus tres salsas: camarón en una mezcla de salsa criolla con salsa de tomate, de pescado y pulpo. El corte del pulpo es el mejor que he visto para ceviche. Muy acertado. Estaba laminado, ligeramente más grueso que un carpaccio. El pescado solo curtido, perfecto, y el camarón ligeramente cocido, segundos después de pasar de su estado crudo, como debe ser, con la textura correcta. Su precio, razonable: $ 9.

Factoría tiene también los típicos platos de una cafetería: panes de yuca, tortas de choclo, humitas, quiches, empanadas, pasteles, chessecakes, entre otros snacks y piqueos. El sitio es por demás agradable, con una arquitectura contemporánea e informal, pero llena de elementos cálidos mezclados con industriales, con la diferencia de que ofrece servicio a la mesa. Una grata experiencia. (O)