No regresaba a Portoviejo desde el 2015. La sorpresa fue grata. Encontré una ciudad transformada, no solo por la nueva infraestructura que construyó el Municipio luego del terremoto, sino por su limpieza y orden. Recordé el Guayaquil de principios del milenio, en que afloraba el orgullo de sentirse parte de una ciudad que renacía luego de haber llegado a lo más profundo del Hades.

Los portovejenses se esmeraron en contarnos los cambios en este tiempo, los planes y el futuro desarrollo de la ciudad.

Es por eso que luego, cuando recorrí el centro en busca de qué comer, me llevé inicialmente una decepción. Pobre servicio y ofertas deslucidas me hicieron pensar que, en lo gastronómico, en esta ciudad no había pasado nada. Error. En la noche y en días venideros pude probar varios proyectos que corroboran que, en Portoviejo, la cocina también crece. Así, llegué primero a Shari, del chef Leonardo Pinargote, abierto durante la pandemia, con un éxito tal que su segundo restaurante, con una oferta distinta, está por abrirse.

Shari Sushi se caracteriza por las variedades de rollos y platos trabajados con una fusión japonés-ecuatoriana. No pudimos probar esta sección del menú, puesto que no estaba disponible cuando fuimos. Pero cuentan que uno de los rollos que más han llamado la atención es el Manabe, combinación de ingredientes locales, como maduro, queso, camarón, cebollín, salsa de maní y salsa de maracuyá, gratinado y servido en caliente.

Igual la creación del Picoaza Roll: dentro lleva ceviche con salsa de maní, aguacate, chifle molido, ají fresco, cebolla y cilantro

El canelón de maduro y sal prieta es otro ejemplo, relleno de pangora en salsa de maracuyá y aguardiente.

Nuestro menú consistió en una entrada de aguacate en salsa de tofu con masago, dentro de un recipiente con humo, artificio que no le agrega valor a este plato.

Luego, cama de un patacón elíptico, finamente cortado, lateralmente; en otras palabras, un tostón, bajo cevichimi mixto, con mariscos variados de nuestros mares, coronado con kanikama y pulpo. Un buen plato, aportando el verde una textura diferente.

El Tuna Tataki, sellado con lascas de ajo, aceite de ajonjolí cocido, hirviendo, servido al instante sobre el atún de muy buena calidad, fue un placer.

El plato ganador: las ostras gratinadas en salsa holandesa mezclada con gordura de cangrejo, carne de cangrejo y pulpo muy finamente cortado. Combinación por demás coherente. Delicioso.

Finalmente, un plato de degustación de varios rollos, Samurái Especial: acevichado, takobi y kanebi, gratinado con queso parmesano. Excelentes, hechos con técnica.

Destaca en Shari el emplate, cuidadoso y vistoso al detalle. Un restaurante que está haciendo un buen trabajo. (O)