Madrid (EFE).- El actor Malcolm McDowell lleva 50 de sus 78 años marcado por haber protagonizado La naranja mecánica, la mítica película de Stanley Kubrick, un papel que le dio fama y hacia el que tiene sentimientos ambivalentes: por un lado, lo hace sentir extremadamente orgulloso”, y por otro —confiesa en una entrevista a EFE—, estar “harto” y sin ganas de volver a verla.

El intérprete británico se ha sentido sin embargo atraído hacia la visión histórica y contextual que ofrece el documental La naranja prohibida, del español Pedro González Bermúdez.

En él, su voz en off relata cómo fue el estreno de la cinta en España: rodeado de polémica y dificultades en la Semana Internacional de Cine de Valladolid de hace 46 años, cuatro después que en otros países del mundo (1971) y en vísperas de la muerte del dictador Francisco Franco.

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El actor se encuentra en España promocionando esta cinta.

Usted fue la primera y única opción de Stanley Kubrick para La naranja mecánica, ¿sabe por qué?

Me vio en la película If... (1968) y le gustó mucho lo que vio; no sé si fue mi actitud punk. Cuando le pregunté que por qué me eligió, lo pensó y me dijo: “Porque tú puedes ofrecer inteligencia en la pantalla”. Y yo le respondí: “¿Eso no lo hacen muchos actores?”, y me dijo: “No”.

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Según cuenta, no le dio particulares instrucciones para preparar el personaje más allá de que el público debería conseguir empatizar con un violador y asesino. ¿Cómo lo hizo usted?

Realmente no lo sé. Un gran amigo director, Lindsay Anderson, me dijo que había una escena en If..., cuando abro la puerta y sé que unos hombres me van a pegar una paliza, en la que les miro y sonrío. Y me dijo: “Así es como actúas”. Fue una dirección brillante, porque es solo una manera de mirar. Luego se me olvidó años y después me di cuenta de que era él quien me había dado esa dirección correcta desde el primer día.

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Malcolm McDowell como Alex en el filme 'La naranja mecánica' (1971).

¿Lo marcó personalmente el personaje de Alex DeLarge?

No. Como actor usas lo máximo de tu persona que puedes, porque la película penetra en tu alma a través de los ojos, así que siempre tienes que estar diciendo la verdad. Si puedes usar una verdad propia que tú tienes y adaptarla, es una especie de atajo. Pero no hay que repetir eso, debes tener cuidado.

¿Qué piensa el actual Malcolm McDowell de La naranja mecánica?, ¿ha cambiado la percepción con los años?

Cuando la hice era joven y por supuesto me sentía indestructible, sin miedo. Simplemente haces las cosas, no piensas sobre ello. Y luego la gente dice: “¡Dios mío, esto es brillante!”, pero es que no hay otra opción, no es que hayas hecho algo increíble, es que eres joven y seguro de ti mismo. Creo que ahora la audiencia responde más al contenido político de la película, el Gobierno como gran hermano, controlando a sus ciudadanos, con esas terapias terribles. La han experimentado en algunas cárceles americanas en los 50, aunque creo que no tuvo mucho éxito, de otro modo la seguirían usando.

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¿Cree que la película ha envejecido bien?

Para ser sincero, hace mucho que no la veo y no pienso verla. Pero tengo la sensación de que ha envejecido extremadamente bien, porque era bastante futurista.

¿Por qué no la quiere volver a ver?

Porque estoy harto de ella. Llevo con ella 50 años, le he hecho mi homenaje, he dado las gracias, es suficiente ya. Hay que seguir. Por un lado, estoy extremadamente orgulloso. Sé que cuando llegue el momento de hacer mi obituario todo tendrá que ver con esa maldita película. Pero fue emocionante hacerla, trabajar con Kubrick, para un joven actor tener acceso a ese “niño maravilla” que él era. Fue un niño prodigio, un gran maestro del ajedrez. Nunca quise jugar al ajedrez con él, aunque sí al ping-pong: lo machacaba, y me encantaba.

¿Cuál es su película favorita de Kubrick?

Por supuesto, si me pregunta cuál es mi película favorita de Kubrick, sería idiota si dijera 2001. Una odisea del espacio. Pero adoro 2001. Adoro Teléfono rojo, volamos hacia Moscú. Y con los años aprecié de verdad Lolita. Puedo admirar partes de El resplandor y la primera mitad de La chaqueta metálica, que es brillante, muestra genuina del genio de Kubrick, aunque la segunda es una película convencional de guerra.