Ecuador también es sinónimo de tradición y leyendas, las 4 regiones del país encierran sucesos fantásticos que han sido contados generación tras generación, y muchas veces aluden a contextos históricos o de la época.

La cultura ecuatoriana es rica a pesar de no ser de gran extensión. Las leyendas ecuatorianas o cuentos mitológicos enriquecen un país multicultural y multirracial. La recopilación de las historias trascienden por personajes como la 'dama tapada', 'el demonio del barranco' o el famoso 'Cantuña'.

Hoy repasaremos algunas de las que han alcanzado notoriedad y han sido parte de días y recuerdos familiares de todos los ecuatorianos, desde nuestra niñez hasta la adultez.

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El demonio del barranco

Varios de los protagonistas de las leyendas del país nacen en la costa ecuatoriana, en zonas rurales donde se encuentran ríos o lagunas. La leyenda parte del demonio que busca casa en los meandros, para arrastrarlas hacia el río.

Se dice que en una noche de luna, el demonio se convirtió en un hombre apuesto y encantador. El ente buscó tumbar una casa hacia el río, por lo que hechizó a la familia para poder lograr su cometido, enviándoles a dormir y no tener problemas que resolver de su macabro plan.

Pero lo que el demonio no sabía era que un niño que vivía en los barrancos logró ocultarse del hechizo emanado por él. El pequeño tuvo que ocultarse con los pelos de punta debajo de una silla, y al escapar, buscó a un sacerdote para que se dirigiera hasta su hogar.

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Después de largas horas de oraciones y rezos, con una frente emanando en sudor y la piel de gallina, el sacerdote salvó a la familia del ente maligno.

Ciudadanos explican que es una historia contada para que los niños se acuesten a dormir a tiempo, y aún más importante, recen y pidan por su familia en la zona rural.

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Así que, si vas a una casa cerca de un río, no olvides estar atento a la llegada del demonio del barranco, para que tu caso también termine con un final feliz.

(La oscuridad)

La viuda del tamarindo

El relato surge en la etapa de la colonia, en el centro de la costa ecuatoriana; cuenta una historia de terror sobre espíritus y fantasmas. El origen del relato se da posiblemente en Manabí, aunque sucede en Guayaquil.

La historia cuenta que una mujer asesinó a su esposo español. El homicidio cometido condenó el alma de la viuda, quedando 'maldita' y confinada a vagar cerca de un árbol de tamarindo, por una hacienda en la Quinta Pareja, llorando eternamente por la memoria de su esposo.

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Se dice que en los alrededores de la actual 'Clínica Guayaquil', en el barrio cercano al cementerio de la ciudad, las personas de esa época gustaban de beber y disfrutar de la diversión nocturna por la antigua hacienda. Muchos individuos en estado etílico vagaban por el lugar y notaban la presencia de una esbelta mujer vestida de negro.

Los hombres maravillados, se animaban a seguirla para poder cortejarla, ella los llevaba hacia un tamarindo añoso. Cuando estaban debajo del tamarindo, la mujer volteaba y se dejaba ver como una horrorosa calavera con un velo oscuro. Tras quedar impactadnos al notar su espeluznante presencia, caían al piso del miedo y botaban espuma por la boca, para morir después de pocos minutos.

(Gregory Garay, Leyendas Ecuatorianas)

La leyenda del padre Almeida

"¡¿Hasta cuándo padre Almeida?!, es la frase clave de esta historia. La trama del sacerdote transcurre en la ciudad de Quito, en la zona del centro histórico.

Se dice que el sacerdote salía por las noches a tomar un trago de aguardiente, cada que tenía la oportunidad se escapaba y se dejaba llevar por las tentaciones del alcohol; el individuo saltaba de una gran torre y no se lo veía hasta la madrugada.

Pero una de las tantas noches, escuchó una voz a lo lejos que decía: "¿Cuándo será la última vez que lo hagas, padre Almeida?", el sacerdote incrédulo de haber escuchado respondió en alto pensando que se trataba de una alucinación "¡Hasta que vuelva a tener ganas de otro traguito!", o también hay versiones en las que respondió "Hasta la vuelta Señor".

Esa noche tras haber bebido en exceso, se encontró con una marcha fúnebre camino al cementerio. En la dicha marcha chocó con el féretro y al ver se dio cuenta de algo extraño, la persona que estaba en dicho ataúd era él mismo.

De pronto el sacerdote se espanta tanto que recobró los sentidos y la sobriedad. Fue corriendo hacia la iglesia y prometió a la imagen de Cristo que se encontraba que no volvería a tomar ni una gota de alcohol 'nunca más'.

Las personas que van a dicha iglesia actualmente, ven a la imagen católica del Cristo con una ligera sonrisa, recordando la inolvidable historia. (E)

(Hugo León Ortiz Castellanos)