Grigori Rasputín es uno de los individuos más misteriosos de la historia rusa.

Este campesino, que ejerció una poderosa influencia sobre Nicolás II y Alejandra, el último zar y la última zarina de la Rusia imperial, nació el 10 de enero de 1869 en el pequeño y remoto pueblo siberiano de Pokrovskoe.

Desde joven asombró a la gente; se asegura que el personaje tenía visiones y la capacidad de curar.

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Según una leyenda, un día Rasputín estaba en cama enfermo cuando un grupo de campesinos entró para averiguar quién había robado un caballo. El hombre se levantó de la cama y señaló al ladrón entre ellos. El campesino inculpado lo negó y golpeó al vidente, pero no todo quedo allí.

Esa noche, dos campesinos cautelosos siguieron al sospechoso y lo vieron guiando al caballo robado fuera de un galpón y hacia el bosque. Así, Rasputín se ganó la reputación de visionario, aunque algunos le tenían miedo y pensaban que estaba poseído por un espíritu maligno, detalla el portal RT.

Nómada iluminado

Rasputín también creía que había sido tomado por una fuerza superior; pese a su aparente fortaleza, también tenía sus debilidades. Era alcohólico, se metía en peleas y acosaba a las mujeres.

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Se casó a los veinte años y tuvo tres hijos, pero su vida dio un giro cuando visitó un monasterio en Verhoturye, en la zona central de los montes Urales. Allí pasó varios meses, posteriormente dejó su hogar para convertirse en nómada.

De esta manera viajó durante más de dos años y llegó hasta Grecia y Jerusalén. En ocasiones caminaba durante días sin comer ni detenerse; no se bañó en semanas y usó grilletes para aumentar las dificultades de su viaje.

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Se cree que durante sus recorridos se contactó con la secta secreta jlystý, en la que sus seguidores cantaban, rezaban, se emborrachaban, flagelaban e incluso se realizaban orgías. Los integrantes de la secta pensaban que este tipo de actividades los acercaría más a Dios. "Expulsar el pecado con el pecado" fue el concepto que más tarde adoptó Rasputín. Luego regresó a su pueblo natal de Pokrovskoe, donde fue percibido como un ''santo''.

Ingreso a palacio

Rasputín llegó a San Petersburgo en 1903. A su arribó impresionó con sus hipnóticos ojos y gran carisma al obispo Théophane así como a las princesas montenegrinas Militsa y Anastasia. Estas lo presentaron al zar Nicolás II y a la zarina Alejandra, quienes también se quedaron maravillados.

El campesino se convirtió en un visitante habitual del palacio; pasó horas hablando con la zarina sobre religión. Alejandra creía que Dios había enviado a Rasputín para proteger a la familia real.

El zar y la zarina pusieron en manos del monje la salud de su hijo Alekséi, el único heredero varón al trono, quien sufría de hemofilia. El joven, desahuciado por los médicos, mejoró con la ayuda de Rasputín aunque se desconoce qué hizo exactamente el misterioso campesino para mejorar la salud del tsesarévich.

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Rasputín se convirtió en consejero del zar, así influía desde temas sencillos, como el nombramiento de ministros, hasta cuestiones gubernamentales de gran relevancia, como su oposición a la I Guerra Mundial; incluso intentó convencer al zar de que hiciera las paces con Alemania. No obstante, Nicolás II llevó a Rusia a la guerra con graves consecuencias para su nación.

El misterioso e influyente hombre vivía en un departamento, donde era visitado por campesinos y aristócratas en busca de favores. Se dice que también organizó su propia secta en la que realizaba rituales sexuales.

Nicolás II recibió informes sobre las actividades licenciosas de Rasputín, pero los rechazó. Incluso el obispo Théophane trató de decirle al zar que se distanciara del campesino, una acción que el religioso pagó con el cese de su cargo.

Vaticinio y caída

En diciembre de 1916, Rasputín le envió una carta a Nicolás II. Allí le dijo al zar que presentía que perdería la vida antes del 1 de enero del 1917, y le advirtió que si era asesinado a causa de criminales comunes o incluso campesinos, la dinastía Románov no tendría que temer, porque seguiría reinando durante cientos de años más. Sin embargo, si su muerte era provocada por boyardos o nobles, entonces la familia del zar moriría en menos de dos años y que el mismo Nicolás II sería asesinado por su pueblo.

El príncipe Félix Yusúpov (esposo de la sobrina del zar, Irina) quería muerto Rasputín. Así también, el primo del zar, el gran duque Dmitri Pávlovich Románov, y Vladímir Purishkévich, miembro del parlamento, deseaban deshacerse del campesino místico.

Los nobles y el parlamentario invitaron a Rasputin al Palacio Moika el 30 de diciembre de 1916 para conocer a la sobrina del zar, pero Irina no estaba en el palacio, había viajado a la casa de los Yusúpov en Crimea, detalla BBC.

Mientras esperaba que Irina apareciera, supuestamente los implicados le ofrecieron vino a Rasputín y unos pasteles mezclados con cianuro. Pasaron las horas y el veneno no afectó a Rasputín. Sin embargo se cree que eso es un mito o que el hombre nunca ingirió los pasteles, eso último debido a que él siempre rechazaba los alimentos dulces porque creía que eran dañinos para sus poderes especiales.

Se dice que ante esto, príncipe Yusúpov, asustado, tomó su arma y le disparó a Rasputin, quien sin embargo salió tambaleándose del palacio. Purishkévich corrió tras Rasputín y le disparó cuatro veces en la espalda, con lo que fue finalmente fue derribado; el hombre fue arrojado al río Neva.

Según un mito, la resistencia de Rasputín a morir fue tal que los conspiradores tuvieron que ahogarlo en agua helada. Sin embargo la autopsia determinó que el hombre ya estaba muerto cuando lo lanzaron al río, y que incluso la causa de la muerte fue un tiro en el estómago que causó una severa hemorragia.

Pero al parecer Rasputin no habría vaticinado su muerte gracias a una visión, sino que ya conocía que la familia del zar lo tenía en la mira, debido a su influencia en la corte. Según la hija de Rasputín, Maria, el ministro del Interior ruso, Alexander Protopopov, había advertido a Rasputín que había un complot para matarlo.

Protopopov le aconsejó que evitara socializar durante algunos días, pero Rasputín le dijo: "es muy tarde".

Solo diez semanas después de su muerte, la dinastía Románov fue derrocada durante la Revolución Bolchevique de 1917.

Nicolás II, su esposa y sus cinco hijos (Olga, Tatiana, Maria, Anastasia, y Alekséi) fueron tomados prisioneros y luego ejecutados por la Cheka, la policía política de Lenín, el 17 de julio de 1918 en Ekaterinburgo, en los Urales.

Los conspiradores

Yusúpov se exilió en París después de la Revolución Bolchevique de 1917 y vivió hasta los 80 años.

Purishkévich fue arrestado en 1918 en Petrogrado, el nombre bolchevique de San Petersburgo, y después liberado por órdenes del jefe de la policía secreta Felix Dzerzhinsky. Murió de tifus en 1920.

El gran duque Pávlovich abandonó el país tras la revolución de 1917; estuvo en otros varios países y se casó con una millonaria estadounidense. Murió en Davos, Suiza, el 5 de marzo de 1942, víctima de la tuberculosis. (I)