Por Ofelia

Agosto fue el segundo mes de apertura de Pop Up Teatro Café luego de la pandemia y aunque me daba nervios estar en un espacio pequeño con desconocidos, me dio mucho gusto regresar al lugar urdesino que popularizó el microteatro en nuestra ciudad.

Fui recibida con tapete de desinfección, gel antibacterial y personal con mascarillas. Luego de comprar mi entrada, me paré sobre un sticker distanciando la fila para La otra cara de Eva, una obra dirigida por Ricardo Velástegui, fundador de Pop Up.

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Al entrar a la sala, noté la cortina de plástico separando al público de los actores, y agradecí su existencia cuando Diego Naranjo –interpretando impecablemente a un borracho misógino– escupió en el suelo.

Sebastián Perdomo interpretó a Eva, una prostituta trans, y a pesar de que al personaje le faltó un poco de complejidad y algo de tristeza en la mirada, fue un excelente esfuerzo del joven actor.

La segunda obra fue Familia rara, protagonizada por José Andrés Caballero, Joyce Macías y otra cortina plástica. Aquí la reducción del aforo fue más notable: una sala de 25 personas albergaba solo 8.

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La dirección, también de Velástegui, se aleja de la realidad de “Eva” para tomar un plan caricaturesco que trata de justificarse con humor, pero sin lograrlo. Sin embargo, hay algo ahí, Familia rara cuestiona cómo el lenguaje que escogemos afecta a los que nos rodean.

A pesar de esta idea y su final dulce, el resultado no es satisfactorio. El talento de estos dos actores se merece un mejor guion.

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Regresar a Pop Up fue una experiencia agridulce.

El deleite de volver a ver teatro en vivo fue socavado por la tristeza de las salas casi vacías. Aun así, tengo esperanza de que pronto los amantes del teatro volveremos a llenarlo y disfrutarlo, como era antes. (O)