La playa será el primer lugar al que irán cuando las restricciones de movilización por la crisis sanitaria terminen. Hasta entonces, la pareja de actores que conforman José Ramón Barreto y Krysthel Chuchuca seguirá trabajando desde la intimidad de su casa en Guayaquil, el espacio en el que transcurre su cuarentena.

Tenemos casi las mismas costumbres, nos gusta la misma comida, por ejemplo, yo aprendí a comer mucha comida venezolana y también la hemos hecho. José Ramón hace unas arepas buenísimas".

Desde el inicio de su relación han preferido mantener en reserva su vida íntima y pocas han sido las ocasiones que se han mostrado juntos en plataformas digitales. En su hogar, los roles se comparten y las tareas se dividen para mantenerse activos y organizados.

“Tenemos casi las mismas costumbres, nos gusta la misma comida, por ejemplo, yo aprendí a comer mucha comida venezolana y también la hemos hecho. José Ramón hace unas arepas buenísimas. Al principio, sí, nos costó adaptarnos un poco porque teníamos un ritmo bastante agitado y de repente, encerrados un mes, nos costó un poquito”, afirma la artista oriunda de Pasaje, provincia de El Oro.

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Vida en pareja

No han desperdiciado el tiempo. Entrenan juntos, han retomado una alimentación saludable, cocinan en casa y esta última actividad le ha permitido a Krysthel aprender a preparar varias recetas.

“Ella siempre se vendió como una supermala cocinera, pero tiene muy buena intuición para los sabores. Yo siempre me defendí un poquito más que ella en la cocina y me ha tocado también reinventar las cosas que sé hacer y probar otras nuevas. Tengo la suerte de que le gustan las arepas y con eso resuelvo”, revela el actor nacido en Caracas.

La capacitación también está en el itinerario de su cuarentena. Cursos online de edición de videos, fotografía, manejo de marketing digital ocupan parte de este tiempo en la casa que la han convertido en su estudio de producción.
“A mí me gusta mucho la fotografía y le tomo fotos a Krysthel (...), hemos tratado de llevar nuestro ritmo e intensidad para las cuatro paredes de la sala”, dice José Ramón en referencia al montaje en la sala de su escenario fotográfico, donde producen las imágenes con diseños de la marca de ropa de Loli Lolita.

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Ella siempre se vendió como una supermala cocinera, pero tiene muy buena intuición para los sabores. Yo siempre me defendí un poquito más que ella en la cocina y me ha tocado también reinventar las cosas que sé hacer y probar otras nuevas. Tengo la suerte de que le gustan las arepas y con eso resuelvo”.

“Cuando él estuvo grabando en Colombia fue difícil porque yo viajaba a visitarlo, me encargaba de la tienda y estaba segura de que cuando él llegara todo iba a cambiar. Y con su ayuda, en cuanto a redes y videos, ha mejorado bastante el negocio, hemos podido seguir creciendo”, comenta la ecuatoriana.

Crecimiento de la marca

Durante la crisis, las tiendas de Loli Lolita se trasladaron al terreno digital. No han cerrado, aunque hicieron una pausa de tres semanas en su actividad, y la venta en línea, con sus productos en descuento, han sido parte de la estrategia.

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“Hemos bajado los precios y todo esto es con el propósito de no cerrar, no tenemos la intención de cerrar (...). Lo bueno de la crisis es sacar el provecho de algo, porque no hemos parado ningún día. Tenemos un horario para todo”, indica Krysthel. El plan, afirma, es llevar sus diseños a España y Estados Unidos, donde también solicitan su marca además de convertirla en un producto de consumo masivo.

Actuación

José Ramón, quien diera vida al joven Simón Bolívar en la serie Bolívar, una lucha admirable, en Netflix, terminó en Colombia el rodaje de una producción biográfica sobre tres medallistas olímpicos colombianos.

Él interpreta a Óscar Muñoz, taekwondista ganador de la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. “Es una serie que parte de tres historias del deporte como superación de vida, como unión familiar, como evolución personal desde el deporte”, señala sobre el seriado de Caracol TV que estaba previsto ser estrenado en agosto.

Otro de los proyectos del venezolano es el cortometraje El libro de los lamentos, ideado para exhibiciones internacionales.

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“Está pensado (el corto) para un proceso de festivales que me interesa mucho porque me abriría un camino como productor, pero a la vez me muestra como un actor de cine que quiero mostrar”, dice sobre este trabajo basado en estudios de la Acnur (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados). (E)