Este restaurante tiene varios locales, en el centro, norte y en la vía a la costa. Quizá el más importante sea el ubicado en Víctor Emilio Estrada (Urdesa), por ser el primero. Fue en diciembre de 1980 cuando el futbolista Eduardo García funda la Parrilla del Ñato, invirtiendo los ahorros de su retiro del deporte. En su primer local atendía personalmente a sus clientes, convirtiéndose este rápidamente en un centro de encuentro de personalidades del deporte.

Como buen uruguayo, coplas pampeanas lo describen así:

“Pido silencio profundo, y como historiador me explayo, del hombre, del oriental, el cancerbero uruguayo, avezado en los tres palos por ese olfato envidiable, de su nariz divisable de lejos en el horizonte, parrillero allá en el monte, la rima ya no dilato por si queda alguna duda señores, hablo del Ñato. Buen arquero y parrillero, ese que hoy llena su plato, siempre pronto pa atender, bienvenido Ud. al Ñato”. Mucha agua ha pasado bajo el puente, y después de 40 años se puede considerar a esta marca como icónica en Guayaquil.

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Habiendo crecido con ella, considero que el puntal de su desarrollo fue la relación precio-calidad. El buen ganado no abunda en Ecuador, ni el proceso en los camales es muy profesional, manejando pocos cortes. Por lo que encontrar en un restaurante especializado en carnes un buen producto consistentemente, requiere de un arduo trabajo de selección e involucramiento del restaurantero en todo el proceso, hasta el faenamiento.

Comprobamos que la Parrilla del Ñato mantiene la calidad probando dos de sus platos estrellas, el carré de cerdo, un lomo alto y jugoso, y el pecho de paloma, un pedazo de lomo, si bien con poca grasa, con excelente textura y muy suave.

En esta ocasión el grosor de este fue un tanto menor que lo acostumbrado; sin embargo, el sabor de los dos platos tenía el sello inconfundible del restaurante. La Parrilla del Ñato tiene ya los años necesarios para pulir algunos detalles, como el servicio, por el cual no se destacó necesariamente. Otro es el ambiente. En el restaurante del centro la bulla de los comensales, el volumen de tres televisores en varios puntos de este, y la música ambiental, generaban un aire de confusión.

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Probamos algunos de sus nuevos platos, el philly cheese steak, uno de mis sánduches favoritos, no estuvo bien. La carne cortada en trozos en lugar de tiras o lascas. Por primer y única vez probé en el Ñato carne dura. La calidad del queso cheedar tampoco fue la óptima.

El restaurante todavía brinda muy buena relación precio-calidad en sus platos icónicos. $14 por un pecho de paloma de 200 gramos, o $16 por un carré de cerdo. Sin embargo, para otros platos nuevos como el sánduche de lomo por $14 o el descrito por $9 no me lo pareció. En su próxima década la Parrilla del Ñato podría enfrentar el reto de reinventarse, para lo cual tiene historia, nombre y conocimientos de sobra. (O)