Durante dos décadas, el Festival de Arte al Aire Libre (FAAL) ha sido como una vitrina para que artistas, en especial los noveles, presenten al mundo sus diversas capacidades y propuestas. El ya tradicional certamen se ha convertido en la puerta al éxito para muchos creativos del país, y para algunos de ellos el concurso ha dejado una huella importante en sus vidas. 

“El FAAL marcó mi carrera artística de manera muy positiva”, apunta la escultora Diana Ponce, quien en el 2000 obtuvo el segundo lugar con su obra La Perla del Pacífico. “Por supuesto, creo que todo artista acepta retos en cada una de sus obras y arriesgarse a entregar al público parte de su creatividad independientemente de su aceptación o no, y exponerse a un jurado que no siempre concuerda con nuestra apreciación, es de valientes”, refiere la artista, quien más tarde, en el 2006, se impuso en la categoría de escultura.

Un concurso de arte es un poco cruel para los artistas  que van con ilusión y no clasifican, pero los concursos son muy necesarios para el reconocimiento y apoyo a los artistas porque es una ventana que la alcaldía concede al artista ganador, además del incentivo económico los medios de comunicación destacan al artista y su obra. Considero esto como un buen  comienzo para destacarse culturalmente en el medio social”, Diana Ponce, escultora.

Ponce, quien es la autora de algunas de las estatuas que se encuentran en el centro de Guayaquil dedicadas a personajes costumbristas de la ciudad como el canillita, el betunero, el cangrejero, a quien fue gloria del fútbol ecuatoriano Alberto Spencer y del exmandatario ecuatoriano Vicente Rocafuerte,  agrega que si alguien no llega a triunfar en  el festival, al menos “habrá ganado experiencia como artista”.

Publicidad

Por su parte, Kareen Mendoza, quien ha participado en varias ocasiones en este certamen, señala que el  FAAL le significó la oportunidad de mostrar su trabajo  con los títeres. “Fue  como una gran vitrina por la convocatoria que tiene y por supuesto,  a partir de mis participaciones en el Festival de Arte al Aire Libre se abrieron nuevas  puertas, incluso  con la Dirección de Cultura,  por  pedido de ella, realicé una obra  llamada Los  piratillos, que trata sobre  los ataques piratas que la  ciudad sufrió en los años 1600;  esta obra de títeres  se ha presentado  por cuatro años consecutivos en las instituciones educativas de Guayaquil,  en  ciclos  de diez funciones por año”.

He experimentado que luego de cada participación en alguna edición del FAAL vienen nuevos proyectos, porque alguien de una empresa o institución pública vio tu trabajo y solicita tus servicios para alguna campaña educativa, además entre el público siempre alguien se acerca y te pide una tarjeta, luego te llaman y ahí vamos con los títeres”, Kareen Mendoza, titiritera.

Menciona que continúa en este programa y que para este año está  trabajando en  el montaje de una nueva obra llamada  Olmedo, que se prevé presentar en  noviembre. “De igual forma he  trabajado  en campañas ambientalistas impulsadas por la Dirección de Medio Ambiente del Municipio  con la obra Siguiendo al sol, que fue ganadora del FAAL en el año 2014”, reseña la titiritera que ha obtenido primeros lugares y menciones de honor en este certamen que se desarrolla durante este mes en varios espacios de la ciudad. El 25 de octubre concluye con la premiación de los ganadores en once categorías.

El pintor Marco Martínez, creador del emblemático festival La piel se viste de color, en donde cada año, en las escalinatas de Las Peñas, se desarrolla una sesión de body paint colectiva, comenta: “Sucedía que en la misma época yo era docente en una institución educativa superior, me conmovió y me inspiró de tal forma la apertura a los artistas, formar parte de este movimiento de aquella época que surgía en mi querida ciudad, por lo cual me contagió la idea de crear proyectos y salir de las galerías y museos al encuentro con el público”.

Publicidad

El contacto que proporciona, es un puente entre los artistas y el espectador de todas las edades, lo cual por el tiempo tiene como efecto la apreciación y educación artística masiva del esfuerzo y talento de nuestros artistas produciendo una sensibilidad en las masas, efectivamente estos proyectos, eventos son una vitrina para los artistas jóvenes y para mantenerse activo siendo participes de la misma’, Marco Martínez

Si bien es cierto que el FAAL fue de alguna manera ese empujón que necesitaban para despegar su carrera, no hay duda de que su arte ha pasado por varios procesos.

“Mi última participación fue en el 2017 y siempre quiero volver al FAAL, porque me gusta el encuentro artístico que se da y la cantidad de público que llega a  los diferentes eventos, es un ambiente de ¡fiesta del arte! …Y mi trabajo evoluciona a partir de mi afán de superar mis propias metas y de lo que vivo en cada presentación, ya sea masiva como el FAAL o para un grupo pequeño; la comunicación con el público, el encontrar nuevos lenguajes y lograr que grandes y pequeños se involucren en el juego de los títeres”, indica Mendoza.

Publicidad

De su lado, Ponce confiesa que “entre la época en que estuve en el FAAL y ahora mi trabajo ha evolucionado mucho gracias a que las personas que creyeron en mi trabajo entre ellas el arquitecto Melvin Hoyos y el Ingeniero Berrezueta, que me encomendaron los primeros trabajos de gran responsabilidad. “Yo creo que Dios ha sido muy bueno conmigo al concederme esta maravillosa forma de trabajar”, concluye.

Y Martínez, quien ha participado en este certamen durante 6 años, señala que ‘Se ha cambiado la visión hacia el artista como un creador de la estética, la armonía y el ritmo, tanto artesanales y tecnológicas con una perspectiva futurística cultural’. ‘Las propuestas siempre tuvieron un carácter social dirigidas siempre a la comunidad teniendo como actor principal la niñez, resaltar el arte, la formación y la educación por medio de estos eventos y herramientas que nos ayudan al enriquecimiento del hacia el espectador’, resalta el artista. (I)