Dos críticos de cine de The New York Times seleccionaron sus películas favoritas de este año. Ellos destacan una película mexicana que rememora el pasado y cuatro documentales estadounidenses.

Manohla Dargis da su top, pero antes realiza una reflexión. Algunas de las películas más inspiradoras que vi este año fueron realizadas por mujeres que usaban faldas largas y botas abotonadas y que aún no tenían el derecho al voto. Parte de sus trabajos están disponibles con la compilación llamada Pioneers: First women film makers; una colección reciente de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y Kino Lorber (la versión en Blu-Ray contiene más películas que el formato en DVD).

Cuanto más veía estas producciones de principios del siglo XX, más comencé a pensar en el mundo del cine y en el Hollywood que pudo haber existido. Para finales de los años veinte y hasta mediados de los sesenta, en general, las mujeres fueron excluidas del oficio de dirigir películas en la industria estadounidense.

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Si pioneras del cine como Lois Weber y Alice Guy Blaché hubieran continuado sus proyectos, habría surgido un mundo cinematográfico radicalmente distinto. En mi fantasía de un Hollywood alterno, los y las cineastas habrían trabajado hombro con hombro, quizá ofreciéndonos historias y heroínas nunca antes imaginados. Esa historia pudo haber creado un presente equitativo, en vez de una industria definida por el sexismo.

Esa brecha de inequidad no muestra signos de aminorarse; tal parece que el sexismo jamás ha dañado los ingresos económicos de la industria. Al escribir este artículo noté que solo un par de las veinte películas más taquilleras en Estados Unidos tenían historias protagonizadas por mujeres; en algunos filmes, el personaje femenino prominente comparte la pantalla con una pareja romántica o con una familia. Ninguna de las veinte fue dirigida por una mujer. Además, también debemos tomar en cuenta las repercusiones de las acusaciones contra Harvey Weinstein y el movimiento #MeToo. Mi colega Brooks Barnes reportó hace poco que estas denuncias han generado un “malestar profundo”, pero no por las razones esperadas.

“Bla, bla… regresen a su perrera”, dijo un productor fílmico acerca de Time’s Up, el grupo de defensa formado en enero por productoras como Shonda Rhimes y artistas como Reese Witherspoon para combatir el acoso en el lugar de trabajo.

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Barnes quedó sorprendido por el comentario del productor. A mí solo me sorprendió que fuera honesto, incluso en privado. Este productor es solo uno de muchos agentes de poder, pero representa una mentalidad que es responsable por una industria de cultura dominante que se siente creativa y éticamente corrompida. En este momento, me pregunto si sería mejor que las mujeres poderosas de Time’s Up se olvidaran de cambiar la vieja industria y simplemente acabaran con ella para que pudieran reconstruirla.

El malestar tiene otros orígenes, entre ellos el efecto que Netflix y Amazon han tenido en los grandes estudios y productoras. Pero esos mismos estudios ⎯con tantas secuelas y superhéroes⎯ han hecho lo suyo para convertir al cine estadounidense en una corriente imparable de uniformidad. Parece poco probable que esto cambie, sobre todo porque en julio Walt Disney Company consolidó sus planes de adquisición de Fox, con lo que ha destruido uno de los estudios que creó la industria de Hollywood. Esa fusión ha sido criticada por limitar drásticamente la competencia.

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La prueba de estos límites es evidente en la taquilla, que en años recientes ha estado dominada por productos de marca, en su mayoría propiedad de Disney. Te pueden gustar los filmes de Disney al mismo tiempo que puedes creer que el oligopolio es malo para la cultura del cine. Lo mismo puede pasar con Netflix que ha proyectado su fuerza en el mundo del cine para alimentar su plataforma, en la que La balada de Buster Scruggs, de Joel y Ethan Coen, ahora forma parte de un catálogo de miles de películas buenas, malas e indiferentes, todas listas para ser vistas, pausadas y, finalmente, olvidadas.

Selección de Dargis

Otorgó el puesto uno a la cinta del cineasta mexicano Alfonso Cuarón, Roma.

En el ranking siguen: Burning (Lee Chang-dong); Un asunto de familia (Hirokazu Kore-eda); Zama (Lucrecia Martel); Lazzaro feliz (Alice Rohrwacher); El infiltrado del KKKlan (Spike Lee); El reverendo (Paul Schrader); La muerte de Stalin (Armando Iannucci); Monrovia, Indiana (Frederick Wiseman); y Colophon (for the Arboretum Cycle) (Nathaniel Dorsky).

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Menciones de honor

Las menciones de honor de la crítica fueron para varias películas, entre ellas: A las puertas de la eternidad (por la actuación de Willem Dafoe como Vincent Van Gogh y por la encantadora iluminación);  Pantera negra (hay muchas cosas que valen la pena, pero sobre todo la interpretación de Michael B. Jordan);  Bodied (rap y políticas de identidad);  Cold war, The day after; Destroyer (protagonizada por la gran Nicole Kidman)

Además Did you wonder who fired the gun? (furia virtuosa); Eighth Grade; Golden Exits (el estilo áspero de Alex Ross Perry es finísimo); The Guardians; Hale County This Morning, This Evening; If Beale Street Could Talk (El blues de la calle Beale); Custody; Isla de perros; The King; Lean on Pete (Apóyate en mí); Leave No Trace; Lizzie (buenas actuaciones con mucha acción).

También Minding the Gap; The Other Side of the Wind (un Orson Welles imperfecto sigue siendo Orson Welles); RBG (la magistrada “gángster” original); The Rider; Shoah: Four Sisters; The Sisters Brothers (John C. Reilly); Skate Kitchen (chicas y monopatinaje); Sorry to Bother You; A Star Is Born (Nace una estrella) (demasiado Bradley Cooper, pero me encanta). 

Finalmente, Support the Girls (Regina Hall merece más papeles como este); The Third Murder (más de Kore-eda); Three Identical Strangers (imperdible); Vox Lux (enfermiza, pero de la mejor manera); Western (un panorama preciso en torno a los hombres y el trabajo).

Selección de A. O. Scott

Por su parte, el crítico Anthony Oliver Scott, más conocido como A. O. Scott, dio un empate de cuatro películas que podría parecer una gran indecisión, pero para mí estos documentales líricos y visionarios conforman un indeleble retrato mixto de los Estados Unidos en este momento. En una época en la que solemos considerarnos a nosotros mismos y a los otros ciudadanos como estereotipos sociológicos y clichés ideológicos, estos filmes tan personales sugieren que es posible encontrar una manera distinta de contar la narrativa estadounidense; es decir, la alocada multiplicidad de historias del país.

No es porque los cineastas ofrezcan visiones que se asemejan, sino precisamente porque cada uno se adentra en los conflictos y las contradicciones que se hallan en cada vecindario, hogar y corazón individual. Monrovia, filmada en una pequeña ciudad con una población de mayoría blanca, es la obra más reciente de un maestro de 88 años. Hale county, ambientada en una parte rural con una población de mayoría negra en Alabama, y Minding the gap, que transcurre en una ciudad industrial mixta de Illinois, son las primeras películas de un grupo de directores jóvenes e intuitivos. Bisbee ’17, que lleva el nombre de una ciudad minera en Arizona, es una poderosa exploración sobre la memoria histórica y el conflicto político.

Estas películas abordan tópicos que a menudo aparecen en opiniones periodísticas o exploraciones políticas, con temas como la raza, la masculinidad, la desigualdad y la naturaleza cambiante del trabajo. Cada una te obliga a dejar de juzgar y a reconsiderar lo que dabas por seguro. Son testimonios pero también obras de arte, como deben serlo los grandes documentales, son recordatorios de que el trabajo del artista y el deber del ciudadano se tratan fundamentalmente de lo mismo: poner atención.

El segundo lugar fue para Lazzaro feliz (Alice Rohrwacher). Le siguen El reverendo (Paul Schrader); Vida privada (Tamara Jenkins); Roma (Alfonso Cuarón); Un bella luz interior (Claire Denis); Can you ever forgive me? (Marielle Heller); El infiltrado del KKKlan (Spike Lee); Capernaum (Nadine Labaki); y The favorite (Yorgos Lanthimos).

Menciones de honor de Scott

Las menciones de honor de Scott recayeron en: La balada de Buster Scruggs, Custody; If Beale street could talk (Los blues de la calle Beale); Pantera negra; Un asunto de familia, Sorry to bother you, Support the Girls; The Rider; Western; Won’t You Be My Neighbor?; y Zama. (I)