Acaba de obtener el premio World Travel Awards 2018, aquella casa que en 1933 ganó el premio de ornato de Quito, hoy convertida en el Boutique Hotel Cultura Manor, ubicado en la Mariscal entre las calles Jorge Washington y Ulpiano Páez, en el centro norte de la ciudad, en un espacio de 1.700 metros.

La casa está dentro de la categoría uno, en el listado de los bienes patrimoniales del país. Tiene historia, pues su propietario hace más de 85 años, Ramón González, descendiente del libertador del Uruguay, fue quien desde ese país trajo, en barco, la madera de Olivo hasta Guayaquil y luego a Quito en mula, para colocarlas en las ventanas que aún se conservan. Esta casa fue el sitio del club de élite de los quiteños por muchos años, donde la clase alta se congregaba para hablar de negocios, viajes y sobre el futuro del país.

Este inmueble de color blanco y con tejado color verde oliva, constituye un patrimonio cultural que debe ser preservado según el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, ha recibido premios no solo al ornato, sino también al mejor proyecto turístico de la ciudad de Quito en 2015; a la mejor restauración de un bien patrimonial en 2017, cuyos trabajos fueron realizados por artesanos nacionales y bajo la dirección de László Károlyi, un empresario hotelero húngaro-ecuatoriano, que recuperó la casa luego de cinco décadas de olvido.

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Hace siete años, la casa entró a un proceso de restauración, y cuenta Károlyi que cuidadosamente se mantuvieron las características originarias de la vivienda que está rodeada de historia, detalles culturales y arquitectónicos únicos, pues la sala que constituye el espacio principal contiene panelados de madera de bálsamo. Afuera, se trasplantaron diez palmeras de 14 metros de altura que rodean el inmueble y generan un jardín maduro.

Concluida la restauración, este sitio se convirtió en un boutique hotel que en un año de operación y servicio ganó el World Travel Awards, un premio creado hace 20 años y que se otorga anualmente para reconocer la excelencia en el sector de la industria turística a nivel mundial. Este hotel entró en la competencia con Casa Gangotena en Quito y hotel del Parque en Guayaquil.

Este boutique hotel guarda celosamente tradiciones europeas en cada espacio y en cada rincón ofreciendo comodidad y elegancia.

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En esta casa funcionó, a sus inicios y por muchas décadas, el club Pichincha. Cuando László Károlyi la compró había más de quince herederos, y la adquisición demoró casi tres años, pues la escritura original tuvo que ser buscada durante un año en el archivo nacional de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.

László, por 25 años, tuvo el famoso café cultura que fue el primer hotel boutique del Ecuador, pero que se cerró en diciembre del 2016.

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En febrero del 2017 abrió este nuevo Hotel Boutique Cultura Manor, que también ofrece a sus huéspedes un agregado de cultura, historia y arte plasmados en cada detalle que encierra la casa, pues posee alrededor de 4.000 libros a disposición de sus clientes, quienes pueden llevarlos y canjear por otro.

Este es un boutique autosustentable, puede hospedar hasta 50 personas; genera su propia agua y electricidad, pues posee un pozo de agua que aún funciona y aprovisiona para toda la casa. (I)

Más datos
sobre el hotel

Instalaciones
En las paredes de este hotel existen pinturas del cuencano Fausto Merchán, por ejemplo, hay un ensamblaje entre la Virgen de Quito y el Ángel de la Anunciación, del pintor renacentista Sandro Botticelli. Además tiene un mural del valle de Cumbe del Azuay. En la entrada principal hay una lámpara originaria de Hungría que sobrevivió dos guerras mundiales y que fue trasladada por barco.

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