Guayaquil es una ciudad donde la actividad teatral ha tenido en los últimos años un gran impulso. Pero la actividad teatral es ya de vieja data. ¿Desde cuándo se hace teatro en Guayaquil?

El historiador Modesto Chávez Franco afirma que se realiza desde la misma llegada de los españoles a estas tierras. Durante la época colonial la actividad teatral era parte de las diversas festividades que se desarrollaban con motivo de la coronación del rey, el nacimiento de un heredero, el triunfo de las armas hispanas en algún conflicto o el matrimonio de algún miembro de la alta aristocracia, además de ser también parte de las festividades religiosas.

Las presentaciones se realizaban en la plaza pública o en la calle de la Orilla, actual Malecón. Los actos que se presentaban eran variados, desde comedias, pasando por los clásicos griegos o adaptaciones sencillas de obras del teatro clásico español como Calderón de la Barca o Lope de Vega, incluso los fragmentos del Quijote de Cervantes.

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Los 25 de julio era tradicional representar pasajes de la vida del patrono de la ciudad, Santiago el Mayor, pero lo que también atraía al público eran las representaciones de los combates contra los indios o el asedio de los piratas, estas obras tenían gran popularidad.

Una vez terminadas las representaciones, se pasaba a las lidias de toros y el encendido de fuegos artificiales y el tradicional juego de la caña. Dentro de estas festividades se destaca la del 13 de noviembre de 1808, que es la jura por la ascensión al trono de Fernando VII. Estas celebraciones y el costeo de las obras corrían a cargo del Cabildo y en ocasiones de las donaciones de las familias pudientes de la ciudad.

El primer sitio donde se instaló una edificación teatral en la ciudad fue en el portal de la vivienda de Polo Chavarría. Aquí, en 1812, se presentó una compañía teatral que venía de Cuba, y cuyo director era Rafael Valdés. Posteriormente a la independencia, la ciudad –como puerto de tránsito a varios países de Sudamérica– conoció la afluencia de compañías extranjeras, especialmente españolas e italianas, que trajeron las artes del teatro, la zarzuela y la ópera.

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En la década del 50 del siglo XIX, arribó el compositor Antonio Neumane, quien hizo grandes esfuerzos por montar obras musicales y dotar de un teatro a la ciudad.

En 1857 se inauguró el Teatro Olmedo, que con el paso del tiempo llegó a tener hasta 1.500 butacas, luego aparecieron en la urbe en el siglo XX el Teatro Edén con 4.000 asientos, el Parisiana con 1.600 sillas y el Ideal con 1.700; todos estos espacios tenían largas temporadas teatrales. Por todos ellos desfilaron artistas de renombre no solo del teatro, sino de la danza y de la ópera.

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Actores como el español Antonio Vica, que con su troupe teatral en 1903 interpretó obras como Don Juan Tenorio, Mariana, María del Carmen, entre otras, o la presencia en la década del 20 de la famosa compañía de Fernando Díaz de Mendoza, junto con la primera actriz María Guerrero. A ellos también se suma la llegada de Fernando Soler. Guayaquil fue un verdadero centro de actividad teatral que dejó una huella imperecedera que hoy sigue vigente. (I)