Con el procesamiento del poderoso productor cinematográfico Harvey Weinstein, la justicia parece confirmar que nadie escapa a la ley en Estados Unidos, pero su riqueza y celebridad, en particular en los casos sexuales, permiten en general que el acusado salga mejor parado.

Esta ambivalencia se verifica en el caso de Weinstein, procesado  por violación y agresión sexual, pero dejado en libertad contra el pago de una fianza a la altura de sus cuantiosos recursos, un millón de dólares.

Su fortuna le permite contratar a Benjamín Brafman, un prominente miembro de la asociación de abogados de Nueva York, quien cuenta entre sus defendidos a Michael Jackson y Dominique Strauss-Kahn, ex director gerente del Fondo Monetario Internacional.

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Esas dos personalidades, acusadas de agresiones sexuales, jamás fueron penalmente condenadas, saldando sus procedimientos civiles con acuerdos financieros.

Según la opinión generalizada, si bien la justicia condenó a Weinstein, lo hizo con mucho atraso con relación a hechos concordantes reportados durante un largo periodo por un centenar de mujeres.

“Pensaba que nunca llegaría este día”, dijo ayer la exactriz Rose McGowan, quien afirma haber sido violada en 1997 por el magnate de Hollywood. También subrayó que el productor es un “privilegiado”, ya que fue procesado al inicio de un fin de semana largo (Memorial Day), cuando los estadounidenses ya se desconectan de la realidad. El caso se inició el 5 de octubre de 2017 con la publicación por The New York Times. (I)