Acechando a los superhéroes y las cintas animadas, los musicales se multiplican en Hollywood desde el fenómeno "La La Land", de la mano de adaptaciones de Disney, que respetan cuidadosamente los códigos del género, mientras aparecen propuestas más audaces.

El año 2017 fue el más lucrativo de la era moderna para el cine cantarín. "La La Land", "La Bella y la Bestia" y "El Gran Showman" recaudaron juntas más de 2.100 millones de dólares en taquilla en todo el mundo.

Nuevas adaptaciones de clásicos animados como "Aladdin", "Dumbo" y "El Rey León", todos con partes cantadas, se esperan para 2019.

Publicidad

Disney es la columna vertebral de esta remontada, pero también se han anunciado otros ambiciosos proyectos como "Mamma Mia! Here We Go Again", o la nueva versión de "West Side Story" por Steven Spielberg, ambas de los estudios Universal, así como "A Star Is Born", que protagonizará Lady Gaga, y "Mary Poppins", este último también de Disney.

"Creo que esto se debe en parte a que Hollywood está tratando de atraer a una audiencia mundial y está buscando películas que puedan viajar porque tienen elementos, música, acción o efectos especiales que pueden hablarle a otras culturas", dice Andy Kirshner, profesor de la Universidad de Michigan y director de la cinta musical independiente "Liberty's Secret".

Antes de este resurgimiento, el musical no había desaparecido por completo del panorama de Hollywood, como lo demuestra el Óscar a la mejor película por "Chicago" en 2003, y cintas como "Grease" y "Mamma Mia!", que consiguieron calar en el gran público.

Publicidad

No obstante, la música y el baile se impusieron sobre el canto, ausente de filmes como "Fiebre del sábado por la noche", "Footloose" o "Flashdance".

Con algunas excepciones ("Chicago", "Grease" o "Mamma Mia!"), el género había perdido su popularidad desde "La novicia rebelde" (1965), cincuenta años atrás.

Publicidad

¿Un giro con "Hamilton"? 

Para Andy Kirshner, el interés actual del público radica en gran parte en que "hay toda una generación que creció viendo musicales animados de Disney", tanto los clásicos como los lanzados en la década de 1990, producto de la renovación de los estudios.

Sin embargo, este experto rechaza cualquier comparación con la edad de oro de los musicales, desde "El cantor de Jazz" (1927), el primer filme hablado, hasta finales de la década de 1950.

"Puede haber un resurgimiento, pero no creo que volvamos a ver eso simplemente por la forma en que las películas se hacen actualmente", dice. Entonces los estudios tenían contratados equipos con estrellas, compositores, letristas, productores que podían producir musicales en cadena".

Hasta ahora, salvo raras excepciones, las películas musicales han estado claramente inscritas en esta herencia, con canciones de estilo clásico, sin mucha influencia de la música moderna.

Publicidad

"El Rocky Horror Picture Show" hace 43 años, y "Moulin Rouge!" (Baz Luhrmann, 2001) siguen siendo, hasta ahora, las únicas producciones innovadoras que consiguieron una gran audiencia.

Para Desiree García, profesora de la Universidad de Dartmouth y heroína del filme de final de carrera de Damien Chazelle, "Guy y Madeline on a Park Bench", el director de "La La Land" debe ser considerado como la vanguardia del género, incluso si usa muchas referencias de la edad de oro.

"Damien ha demostrado que un musical original de Hollywood puede ser viable económicamente, generar mucho dinero y conseguir la aclamación de la crítica y en los festivales", subraya, cuando la mayoría de las películas musicales son adaptaciones.

Una nueva generación de directores y compositores interesados en desarrollar nuevo material podría "señalar un cambio radical para el cine musical", agregó García.

El éxito del musical teatral de hip hop "Hamilton", de Lin-Manuel Miranda -del que estaría prevista una adaptación cinematográfica-, sugieren que hay un punto de inflexión, dijo.

"'Hamilton' demuestra que existe un gran potencial para usar lo que es música realmente popular hoy en día de una manera original y emocionante", dijo García.

"Hay mucho espacio para experimentar con el formato", coincide Kirshner, aunque también advierte: "No sé hasta dónde experimentará Hollywood, porque los riesgos (financieros) son enormes". (E)