La princesa Diana estaba acostumbrada a toda la pompa y parafernalia que envuelve al mundo de la realeza y la nobleza. Esto debido a que su familia, los Spencer, es una de las más antiguas y tradicionales del Reino Unido. 

De allí que desde que nació fue conocida como la honorable Diana Frances Spencer. Luego, cuando su padre John Spencer se convirtió en el VIII conde de Spencer, se le otorgó el tratamiento de Lady Diana, de donde proviene el popular Lady Di.

Su adolescencia la pasó siendo una acomodada noble aristócrata. Sin embargo eso no le impidió que trabajara de niñera, como si fuera una plebeya. 

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El matrimonio con Carlos en 1981 la llevó de Althorp House, su casa familiar, a los fastuosos palacios reales y con ello el tratamiento de Su Alteza Real, además de los títulos de Princesa de Gales, Duquesa de Rothesay, Condesa de Chester, Condesa de Carrick, Baronesa de Renfrew y Señora de las Islas.

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Todo esa carga terminó para Diana en 1996, cuando se divorció. Isabel II quería que la madre de sus nietos mantenga su estilo de vida real, pero Carlos se opuso, según informó The New York Times.

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Sin embargo se la siguió considerando parte de la familia real, además de que la monarca decidió que su exnuera conserve el título de Princesa de Gales, sus joyas -excepto la famosa tiara Cambridge, conocida en inglés como la Cambridge Lover's Knot Tiara-, y siga viviendo en el Palacio de Kensington. También podía seguir usando, previa autorización de la reina, los aviones reales y algunos departamentos en el Palacio St. James’s.  

Además tenía la custodia compartida de sus hijos, Guillermo y Enrique. Los jóvenes príncipes se alternaban en vacaciones para pasar con su madre y padre.

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Diana ya no tenía posibilidades de llegar a ser reina consorte o reina madre. Pero Paul Burrell, un mayordomo que acompañó a la familia, aseguró que Guillermo, entonces de 14 años, le hizo una promesa a su madre: devolverle el tratamiento de Su Alteza Real cuando subiera al trono británico. 

"No te preocupes, mamá. Yo te lo devolveré cuando sea rey", habrían sido las palabras exactas de Guillermo para con Diana, quien falleció tan solo un año después de su divorcio y consiguiente retiro de títulos oficiales.

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En la actualidad, Guillermo, de 35 años, y Enrique, 32, han tomado el relevo de las causas sociales de su madre. También se encargaron de elaborar una estatua de la princesa que se instalará en los jardines del palacio de Kensington.

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Los príncipes tienen una muy buena relación con su familia materna, incluso asistieron a un servicio religioso privado el 1 de julio en el lugar en que está enterrada Diana, junto a Althorp House, en el día que hubiera cumplido 56 años. (I)