El noruego Magnus Carlsen no es el primer campeón mundial de ajedrez que renuncia a defender su título mundial. “Hay que remontarse a 1975 para encontrar a Bobby Fischer, el último que no quiso plegarse a la condiciones federativas y dejó la puerta abierta a un duelo soviético (ganó Anatoly Karpov en un competencia entre dos retadores) para suceder al estadounidense tras protagonizar el Duelo del Siglo ante Boris Spasski en Islandia, ahora hace 50 años”, decía en julio anterior el diario AS, de Madrid.

Pero ni antes ni después de la legendaria disputa del campeonato mundial, en Reykjavik, en 1972, el ajedrez generó un impacto mediático de carácter universal. Aquello fue gracias “en gran medida, (...) a la presencia de Bobby Fischer, un genio volátil, fascinante, sorprendente, atractivo y repelente al mismo tiempo”. Sin embargo, de lo que sí se habla actualmente es de un “incendio” en el deporte ciencia y la causa es una polémica acusación de trampa. Uno de los protagonistas de la controversia es Carlsen, de 31 años, quien por desacuerdos con la FIDE (siglas en francés de la Federación Internacional de Ajedrez) dejó claro que no hará nada para buscar una sexta coronación consecutiva.

Hace medio siglo se disputó una batalla geopolítica sobre un tablero de ajedrez

Y en el otro lado del tablero está, como segundo actor del “escándalo que sacude al mundo del ajedrez”, como llama BBC Mundo al candente momento, un joven nacido en Estados Unidos: Hans Niemann, de apenas 19 años pero con currículum que incluye el uso de triquiñuelas para ganar partidas de manera fraudulenta.

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El lunes pasado la cadena CNN informó en su portal que “el campeón del mundo de ajedrez Magnus Carlsen hizo público un comunicado en el que confirmaba sus acusaciones de trampa contra su rival y también Gran Maestro de ajedrez, Hans Niemann. La declaración, hecha a través de una publicación en Twitter, sigue a la reciente retirada de Carlsen de la Copa Sinquefield 2022 en San Luis (el 6 de septiembre anterior), tras su derrota en la tercera ronda contra Niemann y su retirada frente al estadounidense después de hacer una sola jugada durante la Julius Baer Generation Cup, el 20 de septiembre”.

Perlas anales

El magnate Elon Musk, fundador de Tesla, respaldó las sospechas de Carlsen. Sobre la supuesta treta de Niemann lanzó una “teoría conspiranoica’' que se ha hecho viral en redes: dice que el estadounidense habría usado perlas anales que vibran para dar órdenes en código morse y así pudo anticiparse a los movimientos del noruego.

Leontxo García, periodista que escribe desde 1985 para el diario El País y que es consejero de la FIDE para ajedrez educativo, intentó explicar en una nota titulada ‘Trampas en ajedrez de ayer, hoy, y mañana’ la sorprendente hipótesis del creador de la empresa de fabricación aeroespacial SpaceX.

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“Niemann habría usado unos dispositivos anales, conectados con alguien que seguía la partida en directo por internet con ayuda de computadoras que calculan millones de jugadas por segundo, para que le dijeran cuál era su mejor movimiento. Tal excentricidad es técnicamente posible, pero absurda, porque se podría lograr lo mismo con un simple micro auricular escondido en el oído de Niemann que pasaría sin problemas por los detectores de metales que utilizan los árbitros de los torneos importantes”, dice García, ganador de la medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).

El noruego Magnus Carlsen, campeón mundial de ajedrez. Foto: IDREES MOHAMMED

ABC explicó así, a través de su periodista Federico Marín Bellón, el tema de la supuesta ayuda tecnológica recibida por el ajedrecista de Estados Unidos: “Pero para teorías rebuscadas, la que recogió el magnate Elon Musk en un par de tuits, que luego borró. El dueño de Tesla comentaba jocoso que Niemann pudo utilizar algún dispositivo anal (se habla de bolas vibradoras) para comunicarse con el exterior de la sala. Antes de eliminar sus comentarios, las redes celebraron con alborozo la posibilidad”.

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‘Si quieren juego desnudo’

AS publicó que el rumor llegó a oídos del norteamericano que, de forma irónica contestó aprovechando para mandarle un recado a Carlsen: “Si quieren que me desnude por completo y juegue así, lo haré. Si quieren que juegue en un área cerrada con cero transmisión electrónica no me importa, porque sé que estoy limpio. Estoy aquí para ganar y ese es mi objetivo”, dijo Niemann, oriundo de San Francisco.

Pero eso no fue todo. Niemann se mofó de su acusador, invicto en 53 partidas de ajedrez clásico: “Por cierto, debe ser vergonzoso para un campeón del mundo perder ante un idiota como yo. Estoy muy agradecido al destino por tener la oportunidad de jugar al ajedrez a un nivel tan alto y perseguir mis sueños”.

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Aunque fue desafiante, Niemann tiene fama de cometer actos ‘chuecos’. “Hice trampa en partidas aleatorias en chess.com, pero lo confesé. Fue el error más grande de mi vida y estoy completamente avergonzado. Nunca he hecho trampa en un juego sobre el tablero ni con premios en metálico salvo esa vez con 12 años”, reconoció en una entrevista.

¿Es posible valerse de engaños para vencer en el deporte ciencia? “Hacer trampas en el ajedrez es extremadamente difícil. Más allá incluso del doping ‘normal’”, escribió Fernando Carreño el martes en Marca, en una nota con este encabezado: ‘Trampas en el ajedrez: tecnología, artesanía y parapsicología’

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Escaneo de cuerpo

Relata Carreño que la misma complejidad del juego y las condiciones de competición -tanto presencial como telemática- obligan a quien quiera hacer trampas a extremar la creatividad y/o contar con un numeroso equipo de colaboradores haciendo en cierto modo honor, en la práctica, al deporte.

Pero trampas en el ajedrez se han hecho, y la prueba son las grandes medidas de seguridad que se toman en los torneos físicos, con todo tipo de controles como arcos de detección o cacheos y revisiones por sorpresa y, en los virtuales, utilizando complejas y potentes herramientas de análisis para detectar irregularidades o patrones sospechosos, sin excluir medidas más ‘simples’, como el control visual de que los jugadores no estén consultando programas o recibiendo mensajes mientras juegan, se detalla en Marca.

Por último, en El País Leontxo García da varios ejemplos de artimañas empleadas en el ajedrez. “Un jugador que decía llamarse John Von Neumann sacudió el Open de Filadelfia de 1993 con un inquietante escándalo porque alternaba errores de principiante con victorias magistrales sobre algunos favoritos. En realidad, era un impostor y provocador: ni siquiera sabía las reglas, pero estaba conectado por un pequeño auricular con un amigo y un ordenador instalados en otra habitación”.

Cuenta que el engaño se descubrió porque los fallos técnicos en la comunicación causaban a veces jugadas espantosas. “Así surgió la prohibición de entrar en la sala de juego con un teléfono móvil y la necesidad de que los árbitros escaneen el cuerpo de cada participante en la entrada de los torneos importantes, entre otras medidas”. (D)