El suizo Roger Federer aseguró, después de jugar su último partido como profesional, que está feliz, no triste.

“Hemos conseguido pasar esto de alguna manera”, dijo Federer a pie de pista, acompañado por Jim Courier.

“Ha sido una día maravilloso. Estoy feliz, no triste. He disfrutado de ponerme mis zapatos una última vez. He tenido a mis amigos aquí, mi familia, a compañeros... Estoy muy contento de haber jugado el partido”, añadió el helvético, que no paró de llorar en toda la ceremonia de despedida.

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“Nunca hubiera esperado todo esto. Yo solo quería jugar al tenis. Ha sido perfecto, lo haría de nuevo. Mi final ha sido como lo deseaba”.

Como maestro de ceremonias estuvo Stefan Edberg, ídolo de juventud de Federer y al que conoció cuando aún era recogepelotas en Suiza, Laver presidía la grada, Bjorn Borg, cuyos retos quedaron destruidos por Federer, le observaba desde el banquillo, John McEnroe casi deseaba que sus pupilos no ganaran, Novak Djokovic les daba consejos entre cambio y cambio, y al lado de Federer, con una sonrisa pícara, aparecía Rafael Nadal.

El suizo se despidió del tenis en una de las casas que ha ido dejando a lo largo de sus 24 años de carrera, esa en la que conquistó ocho Wimbledon, más que cualquier otro hombre en la historia, y en la que coronó dos Copas de Maestro. (D)