Lejos de los oropeles del París Saint-Germain, su nuevo club, y del Real Madrid, donde vivió sus mejores años, los inicios de Sergio Ramos fueron modestos, en el antiguo campo de fútbol de su pueblo natal donde ahora solo hay polvo y plantas silvestres.

“Con tres o cuatro años ya estaba pegando pelotazos fuera del campo de fútbol” de Camas, la localidad donde nació Ramos en marzo de 1986, a muy poca distancia de Sevilla, recuerda el expresidente del club camero Juan Luis Angulo.

De aquel campo hoy solo queda un solar recubierto de plantas silvestres. Fue allí donde desde los seis años lo entrenó Eloy Angulo, primo de Juan Luis y rápidamente encaprichado de un niño al que menciona emocionado como “mi Sergio”.

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Cuenta Eloy que entrenó a Ramos el tiempo que jugó en el Camas y luego, de manera complementaria y durante años, cuando el jugador se incorporó a la cantera del Sevilla, a los 12.

Con 14 y 15 años lo hacía correr campo a través, entre terrones de tierra, “para que cogiera fuerza”. Y le organizaba ejercicios para mejorar la técnica y prepararlo como central, posición en la que “tenía claro” que podría jugar algún día.

“Yo le tenía prohibido el pase largo, porque lo podía fallar. Le decía: como eres joven, asegura el pase, para que puedas jugar todos los domingos. Y cuando tengas dinero, haz pases largos”, apunta con ironía este hombre que a sus 65 años sigue entrenando a chavales.

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Eloy Angulo, primer entrenador de Sergio Ramos. Foto: AFP

Como un tesoro, Eloy Angulo, presidente del Camas en los 1990, muestra en el salón de su casa la ficha del jugador de cuando era benjamín, allá por la temporada 1995-1996, con su pelo rubio cortado a tazón.

El tiempo ha pasado y su palmarés en el Real Madrid y en la selección española se hizo leyenda: un Mundial, dos Eurocopas, cuatro Champions, cinco Ligas españolas...

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Eloy multiplica los elogios, pero tiene una espina clavada, y es haber perdido el contacto personal con su discípulo, un ídolo del balón y hasta de Instagram, donde suma más de 44 millones de seguidores.

Foto: AFP

Al flamante nuevo defensa del PSG se le ve poco en su pueblo, y más a menudo en la finca de caballos que posee allí cerca, en Bollullos de la Mitación, adonde gusta ir en familia y con los amigos.

En Camas no queda nadie de su familia, desde que hace 16 años se marchara a Madrid con sus padres, José María y Paqui, y su hermano René, que también es su representante. Tampoco vive en el pueblo su hermana influencer, Mirian.

Eso sí, “cuando viene a Camas parece que viene Dios, la gente se le echa encima”, asegura Juan Luis Angulo.

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Dicharachero en el vestuario, serio en el terreno

Del otro lado del río Guadalquivir, fue en la cantera del Sevilla donde Ramos se fogueó desde finales de los 1990 hasta su fichaje por el Real Madrid a mediados de 2005, pasando por su debut en 2004 en la primera división del fútbol español con Joaquín Caparrós de entrenador.

Pablo Blanco, director de la cantera del Sevilla, recuerda bien la primera vez que lo vio jugar, traído por un conocido.

“Apareció Sergio, rubito, no muy alto, fortachoncito, vivaracho, con los ojos muy vivos. Le montamos un partido de prueba” con otros chavales y “gustó bastante porque se le veía con mucha personalidad y con mucho desparpajo”.

Si en el vestuario era “dicharachero y alegre”, en el terreno era serio, lo que de inmediato le hizo integrarse en la disciplina sevillista. “No llega tímido, sino que llega creyendo en su propia fuerza, en su propio estilo”, apunta Blanco.

Hijo del sevillismo

Y si con 19 años y su melena rubia se fue al club blanco por 27 millones de euros ($32 millones) fue no solo por su ambición, sino también por el interés del Sevilla en un momento económico difícil, justo antes de su primer título de Europa League en 2006.

Una partida repentina que no extinguió el cariño del equipo técnico sevillista, y que explica la “grima” de muchos en el Ramón Sánchez-Pizjuán al verlo celebrar los goles marcados contra su antiguo club.

“La gente se decía: ‘lo hemos criado aquí, es de aquí, es sevillista, es amigo de Jesús Navas, de Antonio Puerta, lo hemos cuidado cuando estaba en la selección española... ¿por qué hace esos gestos?”, explica Pablo Blanco, convencido de que si Ramos hubiera seguido en el Sevilla “habría sido un hombre importante, tipo Navas, tipo Campanal”.

Un hijo que no fue pródigo, finalmente, pese a afirmar él mismo emocionado en su despedida del Real Madrid que el Sevilla es “el club de mi corazón”. (D)