Rubén Beninca (56 años) sonríe reiteradamente al rememorar su paso por Emelec. Una campaña, en especial: 1988, cuando llegó por primera vez a Ecuador, salió campeón, fue el principal artillero del equipo eléctrico y marcó el gol por el cual es constantemente evocado por los hinchas azules, aquel del triunfo contra Barcelona Sporting Club en la final del cuadrangular de inauguración del estadio Monumental de los canarios. “Un tiro seco, siempre me lo recuerdan”.

“Emelec es lo máximo. Viví épocas muy lindas, inolvidables”, recuerda el Puro –como se le conoce, o el Petiso– desde su natal Bella Unión, en Uruguay, donde reside y atiende por videollamada a EL UNIVERSO.

Corría febrero de 1988 cuando Beninca aterrizaba en Ecuador junto con los otros dos refuerzos uruguayos para esa campaña en el club millonario, el golero Javier Baldriz y el centrocampista Miguel Falero. “Yo tenía 21 años cuando fui. Cumplí los 22 a mitad de año, en julio (el 24)”, cuenta el exvolante creativo, quien se inició en las categorías menores de Nacional y logró su ascenso a primera en 1984. Cuatro años más tarde viviría su primera experiencia en el exterior, algo que afrontaba con “sentido aventurero”.

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No fue bueno el debut del Petiso con Emelec: falló un penal en el último minuto frente a Deportivo Quito en la primera jornada del campeonato nacional, el 6 de marzo de hace 34 años, permitiendo que el juego en el Modelo se saldara con el empate sin goles. Mas, en adelante, sobraron festejos. Encontró en los delanteros Jesús Cárdenas y Ney Raúl Avilés a sus compañeros de fórmula, el denominado ‘ABC del fútbol’, por las iniciales de los apellidos de los tres futbolistas. “Me estaba acordando de eso (entre risas). El periodismo es muy creativo en Ecuador. A Cárdenas y Avilés no los voy a descubrir yo. Fueron cosas muy lindas”. El tridente del equipo campeón totalizó 49 anotaciones esa campaña doméstica: 17 Beninca, resultando segundo máximo artillero del torneo, solo por debajo de Janio Pinto (19), de Liga de Quito; y 16 el Jechu y la Turbina individualmente.

El gol en la inauguración del Monumental

El apellido Beninca es frecuentemente traído al presente por los fanáticos de Emelec cuando el Monumental y los duelos entre canarios y millonarios son el tema sobre la mesa. En mayo de 1988, Barcelona organizó un cuadrangular amistoso para inaugurar su estadio propio, invitando, a más del club eléctrico, a Peñarol y el FC Barcelona. Enfrentados los del Astillero en la final del certamen el día 29 de ese mes, el Petiso marcó en el segundo tiempo con un zurdazo el gol que le dio el triunfo (0-1) y la Copa Guayaquil a su plantel en casa del archirrival.

La víctima del tanto del volante uruguayo: el arquero Carlos Luis Morales. Con el desaparecido guardameta torero (1965-2020), cuenta Beninca, llegaron a discutir sobre si el disparo habría entrado o no en caso de que el defensor Claudio Alcívar no hubiese llegado al cruce y empujado el balón a las redes. “En 2008 fui a un canal de televisión y él (Pestañita) era periodista. Estuvimos hablando de la jugada. Él me decía que Pulgarcito Alcívar se metió (con intención de evitar el tanto), que iba afuera la pelota. Yo le decía que no. Estábamos que sí, que no, que no, que sí, (entre risas) al aire discutiendo eso. Ya había pasado todo. Fue gol nomás y ya. Surgió ese tema cuando fui”.

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Atajada de Baldriz y salida de Castelnoble

Uno de los momentos cruciales del campeonato de Emelec en 1988 fue la atajada de Baldriz a un penal del brasileño Toninho Vieira en el desenlace del Clásico del Astillero por la penúltima fecha del cuadrangular semifinal.

“Nosotros cruzábamos los dedos. Que lo erre, decíamos. Atajó Baldriz y tuvimos otra chance más”, recuerda Beninca sobre aquel juego, que terminó igualado a 1 el 6 de noviembre. En la siguiente jornada, los azules lograron clasificarse para la final frente a Deportivo Quito –ganador del otro cuadrangular– venciendo por 2-0 a Universidad Católica.

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Rubén Beninca. Foto: Archivo

No obstante, antes de la definición contra los chullas, el entrenador que había empezado la temporada, el uruguayo Ángel Castelnoble (1945-2021), dejó Emelec. Sobre el tema, el Puro asegura que no conoce mayores detalles: “Yo era muy joven. A nosotros nos llevó Castelnoble, con Falero y Baldriz. Fuimos a hablar con él para saber qué pasaría con nosotros, nos dijo que siguiéramos como estábamos, que nos quedáramos. Yo no sé, un problema con Aspiazu (Fernando, presidente de la comisión de fútbol); pero, cuál, no sabría decir”.

Fin a sequía de nueve años y peor época

Dos finales (ida y vuelta) le dieron a Emelec la ansiada corona de 1988. El 19 de noviembre goleó por 3-0 al Deportivo Quito con tantos de Beninca, Wilfrido Verduga y Cárdenas, en el Monumental. Ocho días después, la consagración: empate a 1, con tanto de José Federico Minda para los porteños. Juan Ramón Silva se encargó de dirigir al equipo millonario.

Emelec de 1998: Agapito Álvarez, masajista (i), Wellington Valdez, Raúl Avilés, Urlín Cangá, Miguel Falero, Jesús Cárdenas, Javier Baldriz. Abajo: Rubén Beninca (i), José Federico Minda, Kléber Fajardo, Wilfrido Verduga, Pedro Pablo Batallas.

Precisamente uno los tantos en el juego de ida es de los más recordados por el Petiso, entre otros: “El de la final contra Deportivo Quito, de tiro libre, un lindo gol. Y una vez hice un gol jugando contra la Juventus de Esmeraldas, de derecha (pierna menos hábil), me quedó ahí y saqué un balazo. Otro de cabeza contra Esmeraldas Petrolero”.

Macará, Liga de Portoviejo, Deportivo Quevedo, Barcelona, América de Quito, Liga de Quito, Juventus, Audaz Octubrino, Esmeraldas Petrolero y Deportivo Quito fueron algunos de los clubes que sufrieron los tantos del charrúa hace 34 años.

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Beninca recuerda entre risas el festejo del título: “Habíamos sido campeones en Quito. Llegábamos a Guayaquil e íbamos a paso de tortuga en el ómnibus (en la celebración). Yo estaba viviendo en el mismo condominio que Miguel Falero. Íbamos tan despacito, que nos tuvimos que bajar, no soportamos más el trayecto ese. En la 9 de Octubre nos tuvimos que bajar. Quedaba un trayecto importante, hasta el Capwell. Nos bajamos y nos fuimos a casa. Baldriz se quedó en el bus”.

Luego de la campaña de 1988, el uruguayo –cuyo pase pertenecía a Emelec, tras haber estado inicialmente a préstamo– se fue al Recreativo de Huelva (España), pero retornó para mayo de 1989 al elenco guayaquileño. Su última etapa con los azules, sin mayor suceso, fue en 1996, año en que estuvo media temporada.

‘Mi espíritu está igual’

Una operación de tumor cerebral hace dos décadas dejó consecuencias en Beninca. Consultado sobre su estado de salud a la fecha, responde: “Yo estoy bien. Me hicieron otra resonancia recién. Pero de rutina. El problema mío es la vista, que no veo casi nada. El resto, mi espíritu está igual. Y me afectó todo el lado derecho, pierna y brazo. Aún me cuesta trabajo esa parte. Pero tengo amigos (en Bella Unión) que son unos ‘leones’. A mí me pasa algo y están todos en casa”.

Rubén Beninca, desde su natal Bella Unión.

De EL UNIVERSO se despide con una sonrisa. Agradece ser recordado aún décadas después de su excepcional campaña en Guayaquil. (D)