La venta del club Chelsea por el millonario Roman Abramovich es el fruto más visible hasta ahora de la presión sobre los oligarcas rusos en el Reino Unido, pero esto no ha acallado a quienes reclaman al Gobierno británico ser más contundentes.

El dinero ruso en Londres es el gran tabú al que se enfrenta el Ejecutivo de Boris Johnson. Por un lado, el Reino Unido se muestra con palabras y acciones como uno de los más firmes aliados de Ucrania. Por el otro, solo un puñado de oligarcas se ven afectados por ahora por unas sanciones que no tendrán grandes problemas en burlar.

La comunidad ucraniana y la oposición reclaman que se actúe de inmediato contra las propiedades de estos magnates: yates, casas, jets privados... Casi todas, eso sí, resguardadas bajo el paraguas de alguna empresa radicada en un paraíso fiscal.

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Los hinchas han mostrado carteles con la bandera de Ucrania y el escudo del Chelsea como protesta contra el magnate Abramovich. Foto: AFP

Fuentes de Downing Street -oficina del primer ministro- reconocen que las leyes obligan a respetar un proceso que puede ralentizar hasta en meses la confiscación de bienes.

El propio Abramovich, pese a haberse visto forzado a vender el Chelsea, no ha sido sancionado, pese a los llamamientos para ello.

“Entendemos que algunas de estas personas tienen los bolsillos muy llenos. (Pero) eso no significa que estén inmunes o exentos de ninguna forma”, dijo este jueves a la BBC el secretario de Estado de Seguridad, Damian Hinds.

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El responsable también negó que el Ejecutivo conservador tema las posibles repercusiones legales de nuevas medidas de expropiación o bloqueo de capitales.

“Habrá más personas que pueden ser sancionadas”, enfatizó Hinds.

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Según el diario Financial Times, el Gobierno británico está ultimando los planes para embargar las propiedades a los oligarcas que hasta ahora han sido objeto de sanciones en este país.

Aunque la medida todavía no ha sido decidida, el ministro de Cohesión Territorial, Michael Gove, está analizando junto a los asesores legales del Ejecutivo las posibilidades para confiscar esos bienes sin romper la seguridad jurídica ni las garantías para la propiedad privada.

Hasta ahora, el Reino Unido ha congelado los bienes de nueve oligarcas rusos, entre ellos Kirill Shamalov, exyerno del presidente Vladímir Putin; Denis Bórtnikov, vicepresidente del banco VTB; Elena Georgieva, presidenta de Novikombank; y Gennadi Timchenko, multimillonario amigo de Putin.

Pero la lista de quienes han escapado hasta ahora las sanciones es mucho más larga. Y en ella figura un nombre que produce especial estupor entre los activistas anticorrupción: el de Evgueni Lebedev, multimillonario hijo de un exagente de los servicios rusos de inteligencia, que compró el vespertino londinense Evening Standard en 2009.

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Lebedev encarna como nadie la promiscua relación entre el dinero ruso y la política británica.

Fue nominado por el propio Boris Johnson en 2020 para ocupar un escaño vitalicio en la Cámara de los Lores.

Pese a que los servicios de seguridad británicos recelaban de Lebedev, ello no impidió que el primer ministro le recompensase con el ingreso en la cámara alta como agradecimiento por la intensa campaña a favor de su elección como alcalde de Londres que hizo su periódico. (D)