Louis van Gaal dio una sorpresa mayúscula respecto a la portería de Países Bajos, rival de Ecuador en la segunda fecha del Grupo A de la Copa del Mundo 2022. El entrenador convocó al veterano arquero Remko Pasveer, de 38 años, quien jamás había estado en su combinado nacional. Casi toda la carrera del golero ha transcurrido en clubes discretos como el FC Twente, Heracles Almelo, y Go Ahead Eagles. Recién en el 2017 Pasveer elevó su categoría al incorporarse al PSV Eindhoven. Y en julio del 2021 llegó más lejos: al prestigioso Ajax.

La citación del guardameta incluyó la titularidad en Países Bajos, el anterior 22 de septiembre, frente a Polonia. Luego repitió ante Bélgica, escuadras vencidas 2-0 y 1-0, en ese orden, en la UEFA Nations League. Pasveer se convirtió así en el segundo futbolista de mayor edad en jugar por el conjunto Orange. Dos victorias y 180 minutos sin recibir anotaciones. Su desempeño, cuando se acerca de los 40 años, no pasó inadvertido.

“El ‘abuelo’ de Van Gaal”, rotuló el diario madrileño AS. “Remko Pasveer, el debutante de ¡38 años! que podría ser titular con Países Bajos en el Mundial”, comentó con asombro Marca. “Debutó en Países Bajos con 38 años y podría ser el arquero titular en Qatar”, publicó en Buenos Aires el periódico Olé.

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Sin embargo, el de Pasveer no es el único caso de un arquero ‘abuelo’ en la historia del representativo de Países Bajos. La inolvidable Naranja Mecánica que capitaneaba el legendario Johan Cruyff, la del revolucionario Fútbol Total que maravilló en Alemania 1974, tuvo un veterano bajo los tres palos. Era Jan Jongbloed, quien también atajó en el Mundial de Argentina 1978 cinco meses antes de cumplir 38 años, torneo en el que empezó en la banca.

Suceso trágico

Con la entonces formidable Holanda Jongbloed jugó y perdió dos finales mundialistas. Su trayectoria tiene similitudes con la de Pasveer por la edad en que la selección los tomó en cuenta y por las estancias de ambos en equipos de escasa jerarquía. Pero la vida Jongbloed tiene más cuestiones pintorescas, además de estar marcada por un suceso trágico.

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Si bien el nombre de Jongbloed no tiene el linaje futbolístico que distinguió a varios astros que fueron sus compañeros de generación en Holanda (Cruyff, Ruud Krol, Johan Neeskens, Johnny Rep, Rob Rensenbrink, Wim van Hanegem) siempre que se repasa la alineación de ese fabuloso cuadro el primer apellido que se menciona es el de aquel golero miope que usaba el número 8 en su buzo (como si fuera mediocampista) y que prefería, la mayoría de las veces, no ponerse guantes para tapar.

Ni en sus sueños más osados Jongbloed se veía como parte de la Naranja Mecánica. Lo contó en el 2021. “Cuando Rinus Michels me llamó para jugar un amistoso contra Argentina, poco antes del Mundial de Alemania 1974, pensé que era una broma de un amigo. ¿Yo en la selección? ¿En un partido importante de preparación para el Mundial? ¡No puede ser cierto! ¡Tiene que ser una broma! Por Holanda había jugado una sola vez. Doce años antes y pocos minutos. Entré al final de un partido contra Dinamarca. Íbamos perdiendo 3-1…me hicieron un gol a mi también. Después, nada más. Hasta aquel día (26) de mayo de 1974″.

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Con Jongbloed en el pórtico la albiceleste fue vapuleada 4-1 en ese duelo en Amsterdam. Exactamente un mes después, durante la Copa del Mundo, en Gelsenkirchen, el marcador fue 4-0 a favor de los europeos.

Miope y sin guantes

¿Jongbloed, un futbolista de bajo perfil, llegó por méritos deportivos al combinado de estrellas? El rotativo El Mundo, de Madrid, repitió en el 2013 una versión que nunca ha tenido carácter de oficial. Es calificada por algunos como un invento malsano, pero se escucha desde hace casi medio siglo.

Esto relató el rotativo español: “Catalogado sin discusión como el portero con más talento de la historia de Holanda, Jan Beveren era el portentoso guardameta del PSV Eindhoven. Por ahí comenzó su desgracia. Van Beveren no jugaba en el Ajax, el reino de Johan Cruyff, un genio con un ego sin parangón. Tampoco se quedaba atrás en personalidad Jan, que un día cometió la herejía de denunciar los privilegios que gozaba el poderoso clan de Cruyff: retrasos en los entrenamientos para rodar anuncios, permiso para fumar en el vestuario, ausencias en partidos incómodos... Fue su certificado de defunción. Cruyff impuso la exclusión del delator”.

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Arie Haan (2), Jan Jongbloed, con los guantes que no se puso, y Johan Cruyff, antes de la final del Mundial 1974. Foto: Tomado del libro Los mundiales de fútbol y España 82

En la nota firmada por Antonio Félix en El Mundo se detalla: “Pero Cruyff no se detuvo en apartar a Van Beveren. Holanda tenía a algunos arqueros de nivel en la reserva, Piet Schrijvers, Eddy Graafland, Henk Stuy. Pero Cruyff eligió a su amigo Jan Jongbloed, que a sus 33 años vivía plácidamente en el modesto DWS Amsterdam y que hasta entonces había disfrutado de cuatro minutos en un partido internacional. Como curiosidad histórica quedó que Jongbloed era miope. Y que no usaba guantes”.

‘Bendición de Cruyff’

Jongbloed dice que se ganó un puesto en Holanda por saber jugar con los pies y que lo demostró en el amistoso con Argentina. “Toqué más balones con los pies y la cabeza que con las manos. (El técnico) Rinus Michels me pedía jugar como ‘portero-líbero’ para salir fuera del área a cortar los contragolpes adversarios. ¡Yo siempre jugué así por lo tanto no había ningún problema!. Johann Cruyff me felicitaba por mi habilidad con los pies.’¡Jan, tienes dos pies mucho mejores de tantos jugadores que conozco!’, me repetía seguido nuestro capitán y líder. Tener su bendición no era poca cosa”.

De la miopía (“un trastorno común de la visión en el que puedes ver con claridad los objetos que están cerca tuyo, pero ver borrosos los objetos alejados”, según la descripción general de www.mayoclinic.org) del golero dice el periodista español Alfredo Relaño en su libro 155 historias del fútbol mundial que deberías saber: “Jongbloed, portero con un tic que le tenía siempre haciendo unos guiños. Portero menor. En realidad, la portería era el Talón de Aquiles de aquel formidable equipo”.

No obstante, Jongbloed recibió apenas un gol (y en contra) en la ronda de grupos de la Copa del Mundo de 1974 y en la fase de semifinales (tres partidos ante Argentina, Brasil, y Alemania Democrática) entregó su valla invicta. La prensa auriverde, luego de la paliza de la Naranja Mecánica ante los argentinos dijo: “Como es habitual, Jan Jongbloed jugó sin guantes. No necesitó realizar atajadas durante el partido. Curiosamente el arquero holandés ya era un veterano, usaba lentes de contacto porque era miope y nunca había jugado en un gran club”.

¿Por qué atajaba sin guantes? La respuesta que dio fue simple: “No siento el balón. Me resulta más fácil pararlo sin guantes”. Fue el último arquero en hacerlo en una final de la Copa del Mundo y en el certamen, en general.

Infarto en la cancha

Hasta ahí no había reproches para Jongbloed. Las críticas arreciaron tras la final perdida 2-1 con la Alemania Federal de Franz Beckenbauer. Lo recordó Carlos Manzoni en el 2018 en La Nación, de Buenos Aires.

“Como es de imaginar, poco se le puede achacar a Jongbloed en el penal de Alemania (el del 1-1, aunque algunos detractores extremos dicen que ni siquiera atinó a tirarse para un costado). Pero en el segundo gol, prácticamente se queda parado. Ni achicó ni retrocedió, ante un remate no del todo potente. Así, el capricho de Cruyff fue uno de los motivos por los que el para muchos mejor equipo de todos los tiempos no ganó el Mundial. Y encima (Jongbloed) era miope”.

Jongbloed colgó el buzo en 1986, cuando estaba por cumplir 46 años. Un infarto sufrido en el terreno de juego precipitó su adiós. Atendido con prontitud se salvó de morir bajo el arco. Su hijo Erik, quien también fue guardameta, no tuvo la misma fortuna.

Rayo mortal

En La pelota dice Remo Gandolfi aborda el tema doloroso: “Jan Jongbloed ha hablado en contadas oportunidades de la tragedia de su hijo. Estaba por ejecutar un saque (de portería) un compañero de equipo de Erik Joengbloed, el defensor Rob Stenacker. A último momento Erik le dijo: ‘ve tú arriba, Rob, saco yo”. Así perdió la vida. “Erik Jongbloed, del DWS en Holanda, murió tras recibir la descarga de un rayo durante un encuentro el 23 septiembre de 1984 en frente de su padre”, lamentó la revista El Gráfico. El joven arquero tenía apenas 21 años.

En el 2010, en una entrevista de El País, se describió que “Jongbloed vive en una modesta casa de dos plantas lejos del centro de Amsterdam y en su salón apenas hay un par de recuerdos de aquellos dos hitos (los mundiales con Holanda) y alguna foto familiar. Entre ellas, la de su hijo Erik, también portero. Parece haber perdido la pasión por el fútbol cuando habla”.

Aquella vez, antes de la final en la que España dejó a Holanda sin corona, en Sudáfrica 2010, Jongbloed declaró: “Creo que en 1978 y en 1974 el fútbol era diferente, tenía otro ritmo, había más clase... era más lento, pero mejor”. (D)