“Le pregunté dos veces si le estaba gustando y me dijo que sí”. Esto es solo una parte de lo que Dani Alves contó a la jueza de instrucción el pasado 17 de abril tras declarar de nuevo por petición de su defensa en el marco de la denuncia por violación que una mujer de 23 años le interpuso y en la que relata que el brasileño la agredió sexualmente en la noche del pasado 30 de diciembre en el baño del reservado de la discoteca Sutton de Barcelona.

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La declaración, una de las últimas diligencias de una causa cuya instrucción está a punto de cerrarse, trata de revertir la afirmación de la denunciante, según la cual no hubo consentimiento para las relaciones sexuales, publica diario AS de España.

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Para ello, Alves, en sus palabras ante la jueza, a cuya transcripción ha tenido acceso la Cadena SER, insistió en que había sido un acto de carácter sexual acordado por ambos que había tenido lugar tras “una cena de reencuentro con amigos después del Mundial” celebrada en la Ciudad Condal.

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La llegada al reservado de Sutton

Tras esta cita, Alves fue a la discoteca Sutton con su amigo Bruno, el único que todavía le visita en el centro penitenciario Brians 2. Allí llegaron a las 2:45 y se dirigieron a la mesa 6, la Moët. “Nos pusieron allí por el simple hecho de que esta mesa tiene un baño”, dijo el brasileño, para evitar tener que compartir aseo con el público general.

De acuerdo con la declaración de Alves, el camarero habría querido presentarles a él y a su amigo a dos chicas, a las que llevó hasta su mesa, y que no eran ni la denunciante ni sus dos acompañantes. “Enseguida nos pusieron incómodos porque quisieron sacar el teléfono para sacar fotos y no queríamos ninguna foto”.

Por esa razón, Alves le hizo gestos al camarero para que se las llevase, y este les presentó a tres más: la denunciante, su prima y una amiga de ambas. “Esas chicas vinieron a nuestro reservado pero nosotros no insistimos, ni el camarero a ellas”, manifestó, haciendo hincapié en que se habían reunido por su propia voluntad.

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“Atracción sexual”

Según la declaración de Alves, había buena sintonía entre los cinco y se pusieron a bailar, y reconoce que sintió “atracción sexual” por la joven de 23 años que después puso la denuncia. “Noté su buena disposición por la manera como bailaba, como se acercaba a mí, como intercambiábamos posiciones”.

Por miedo a que les viesen intimando, ya que el jugador consideraba que estaban “expuestos” en el local, le ofreció apartarse. “Le dije de trasladar todo eso al baño. Me dijo que sí, que no había problema. Le dije que yo iba primero y que la esperaría dentro”, manifestó a la titular de la instrucción.

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“Fui un cómplice de las ganas que ella tenía”

Ya en el baño del reservado, la versión de Alves sobre lo que allí ocurrió no coincide con el relato que siempre ha mantenido la presunta víctima, y que sí cuadra con las pruebas forenses practicadas hasta la fecha, como la posición de las huellas. Ella dice que el futbolista la golpeó y penetró, así como que la obligó a hacerle una felación, y detalla dónde sucedió esto y dónde se apoyó.

Mientras, Alves sostiene que se pusieron frente a frente y se besaron, y que después tuvieron relaciones sexuales y ella le practicó sexo oral. “Le pregunté dos veces si le estaba gustando y me dijo que sí”, contó Alves a la jueza.

Tras este encuentro, el jugador le dijo que él saldría primero del baño, para no levantar sospechas, y que ella esperase un poco más, lo que, según Alves, pudo haber ofendido a la chica.

La salida de la discoteca

Después de salir del baño, la joven se dirigió a su prima y a su amiga y se puso a llorar desconsolada. Un momento en el que se aprecia que Alves pasa al lado de estas sin decir nada, tal y como recogen las cámaras de la discoteca. Él dice que no la vio.

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“Si la hubiese visto en la salida, la hubiese parado para preguntarle qué le había pasado, porque hasta entonces todo estaba bien, dentro de lo que queríamos. Yo fui simplemente un cómplice de las ganas que ella tenía o de las que tenía yo”, zanjó. (D)