El Eintracht Frankfurt y el Rangers de Glasgow revivirán en Sevilla las famosas semifinales de la Copa de Europa en 1960, con una final de la Europa League que puede coronar a los escoceses por primera vez en más de 50 años o culminar la excelente campaña europea de los alemanes y que contará con más de 100.000 aficionados en las calles.

Sería ideal para los Rangers, que celebran este año su 150 aniversario y que podrían vengar la dolorosa derrota en la Copa de Europa de 1960, cuando el Eintracht les privó, con un global de 12-4, de jugar la final en Hampden Park, ciudad en Escocia. Final que más tarde perderían los alemanes contra el Real Madrid de Ferenc Puskás y Alfredo Di Stéfano.

Ahora los escoceses, que han eliminado por el camino al Borussia Dortmund, al Estrella Roja, al Sporting de Braga y al RB Leipzig, no contarán con la que ha sido su gran fortaleza en esta competición: el estadio Ibrox. El conjunto escocés ha logrado tres victorias y un empate en su recinto, mientras que fuera de él solo ganó un partido y perdió los otros tres.

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Este es el gran problema del equipo del neerlandés Giovani Van Bronckhorst, que, además, viene de perder la corona de la liga escocesa y aparece en Sevilla sin su mejor jugador, el colombiano Alfredo Morelos, lesionado para lo que resta de temporada. La afición, que no ha visto al Rangers jugar una final europea desde que perdieran la de 2008 contra el Zenit de San Petersburgo, en Mánchester. Unos 100.000 aficionados del Rangers llegarán a la ciudad andaluza, algunos procedentes incluso de Sídney, tras vuelos de 30 horas. El objetivo: la primera presea continental desde la Recopa de 1972.

La principal duda del técnico holandés para la final será la de Kemar Roofe en ataque, ya que el atacante jamaicano, suplente del titular Morelos, se ha perdido los últimos siete encuentros por lesión. Van Bronckhorst forzará para que pueda salir en el once inicial.

Para el Eintracht es su primera final europea desde 1980, cuando ganó la Copa Europa, actual Europa League. Desde entonces muchas cosas han cambiado para el club alemán que, tras descender por primera vez en 1996, llegó a convertirse en una especie de equipo ascensor entre la primera y la segunda Bundesliga.

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Ello hace que, después de cuatro descensos, la final tenga aún más valor para el Eintracht que ha encontrado en la Europa League el sentido de una temporada que en la Bundesliga ha estado lejos de ser satisfactoria, ubicándose en la decimoprimera posición con 42 puntos.

El cuadro dirigido por el austríaco Oliver Glasner está a un paso de lograr el éxito más grande de la historia del club tras haber hecho una gran campaña en Europa dejando en el camino, al Fenerbahçe, al Betis, al Barcelona y al West Ham.

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En lo personal, Glasner tendrá el miércoles la importante baja del central Martin Hinteregger, con una lesión muscular, lo que lo obligará a reorganizar la defensa, aunque el zaguero ha asegurado que en la plantilla hay argumentos suficientes para que el equipo no sienta la baja.

Una fórmula probable es el ingreso del maliense Almamy Touré al equipo, lo que implicaría el desplazamiento al centro del brasileño Tuta. Otra variante sería recurrir al veterano japonés Makuto Hasebe, lo que le permitiría a Tuta y al francés Evan N’Dicka mantener sus posiciones habituales.

El resto del equipo no debe variar, una alineación que ha transitado con éxito por Europa, con Ansgar Knauff y Filip Kostic trabajando ofensivamente por las bandas y con el colombiano Rafael Santos Borré como principal referencia en el centro de ataque. El encuentro se disputará a las 14h00 (hora de Ecuador). (D)