Luis Miguel Escalada es desde noviembre un exfutbolista. Con 36 años colgó los botines tras asegurar con el Cumbayá, su último equipo, el ascenso a la serie A del balompié de Ecuador. En la segunda parte de la entrevista con este Diario, Escalada se enfoca en sus dos etapas en Emelec. Llegó desde Argentina como un desconocido en el 2006, junto con su compatriota Marcos Mondaini, y con base en goles y un juego espectacular causaron una revolución futbolera. Pese a sufrir graves problemas financieros, los azules estuvieron cerca del título y protagonizaron clásicos memorables. Escalada recuerda goles, compañeros, anécdotas y el bicampeonato 2014-2015.

Usted llega con Mondaini y rinden como nadie esperaba, ¿por qué no se quedaron en Emelec?

Emelec en ese momento no estaba económicamente como está hoy. Venía de dos años (deportivamente) muy malos. Llegamos a un equipo lleno de jóvenes y no había un presupuesto mayor, pese a ser un club grande. Nadie tenía mucha expectativa. Cambiamos el pensamiento de la gente y se unió al club; se llenaban los estadios.

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¿Haría otra vez lo que hizo hace 15 años cuando llegó a Ecuador prácticamente a ver qué salía y por un sueldo bajísimo?

Sí. Yo ahora les digo a los chicos que a veces uno debe probar en lugares que no conoce, o donde hay una posibilidad. Hay que tener hambre de gloria y luego, si uno deja todo en la cancha y demuestra que quiere crecer y triunfar en el lugar donde le toque, todo se va a acomodar. Lo volvería a hacer mil veces más.

¿Qué recuerda de Emelec del 2006, armado como se pudo en un momento económico duro?

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Recuerdo todo, era un grupo bárbaro. Especialmente a (Marcelo) Elizaga y a su familia, que nos adoptó (con Mondaini). Fue como un padre para nosotros; nos llevó a conocer Guayaquil. Lamentablemente nos quedamos (en la liguilla) a dos puntos de El Nacional (campeón), que tenía un equipo grandísimo, con jugadores de selección.

En el mensaje en el que anunció su retiro se refirió a la temporada del 2006. Se les fue la opción de campeonato, aunque usted hizo 29 goles, Mondaini 12 y Luis Guillermo Rivera 12.

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El partido clave fue el que nos empata 2-2 sobre la hora El Nacional y queda un punto arriba. Faltaba una fecha y si ganábamos quedábamos primeros y éramos campeones. Al arrancar el año la idea era eludir puestos de abajo y llegar a esa instancia decisiva fue una alegría bárbara; hubo tristeza porque se nos escapó (el título) por nada.

El 30 de abril de 2006 se jugó un Clásico del Astillero que Emelec ganaba 3-0 en el Capwell y se detuvo por actos violentos de la barra de Barcelona. Se reanudó 24 horas después y terminó 3-2- ¿Lo recuerda?

Fue hermoso. Estaba mi mamá en el estadio, ganábamos 3-0, hice dos goles y era una noche soñada. Parecía que sería una goleada mayor, pero vinieron los desmanes; rompieron todo (mallas del área de tribuna del sector de San Martín, destrozaron el palco de prensa, saquearon equipos de radio, agredieron a periodistas y se enfrentaron a la Policía). Terminamos al día siguiente 3-2, pero los clásicos del 2006 fueron espectaculares porque como siempre digo: los goles en los clásicos son los que hacen que la gente te recuerde para siempre.

¿Qué Clásico del Astillero y qué gol recuerda más?

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Todos los del 2006. Y el gol, el del 3-0 cuando (la hinchada de) Barcelona rompe las cabinas y todo. Le iba a tirar la pelota por arriba a Pancho Cevallos, pero la tiré por abajo y entró despacito al arco, al lado del palo. El recuerdo lo tengo como si la hubiera definido hace un ratito.

¿Qué diferencias halló entre su primera y segunda etapa en Emelec (2014-2015)?

El club estaba estructuralmente mucho mejor, había muchas cosas en las que había crecido; la infraestructura, los dirigentes. Cuando volví todo era más tranquilo para el jugador.

¿Hábleme de la final de vuelta ante Barcelona, en 2014?

Recuerdo los días previos. Nos concentraron toda la semana. Sabíamos que si no pasaba nada raro íbamos a salir campeones. Habíamos demostrado que éramos mucho más equipo que Barcelona. Pero esto es fútbol y te puedes levantar mal y el otro bien, pero sabíamos que de diez partidos, en nueve les ganábamos. Ese día (21 de diciembre) no fue la excepción (fue 3-0).

¿Tiene alguna anécdota con Armando Paredes (con frecuencia en problemas de disciplina), su compañero en el 2006?

¡Armandito, hermoso pibe! Se mandaba 200.000 cagadas, pero qué buen pibe. Desde encontrarlo en discotecas y llamar a la prensa, hasta pelearme con él en un avión; se enojaba, Paredes era un nene rebelde. (D)