Durante 3.983 días, contados desde su estreno hasta su último partido, Alberto Spencer fue dueño, símbolo, motor y alma de Peñarol, equipo al que con goles encumbró como uno de los mejores de todas las épocas. Y el genial ecuatoriano fue todo eso porque en 1960 arribó “como un predestinado” para liderar, en el club aurinegro de Montevideo, “todo un cambio de rumbo: del fútbol de comarca se pasó al fútbol mundial”, sentenció el periodista uruguayo Ricardo Lombardo en 1969.

Una década de hazañas protagonizadas por este superhéroe de carne y hueso ligó para la eternidad su nombre con el de una escuadra que es suya. Es que para distinguir la era de mayor gloria y universalidad carbonera están las siete letras de su mítico apellido: el Peñarol de Spencer. Tan suyo como el legendario Real Madrid de Di Stéfano, el asombroso Santos de Pelé o el revolucionario Ajax de Cruyff.

En febrero de hace medio siglo el tiempo de Spencer como el Hombre del gol importante (“porque más que el cuarto o el quinto de una goleada, él marcaba los decisivos para levantar trofeos”, explicó diario El País, de Uruguay) en Peñarol concluyó. Y ocurrió porque así lo decidió él. En el mismo mes de 1971 el hijo más ilustre de Ancón comenzó un breve pero esplendoroso ciclo en Barcelona, como prefacio de su adiós definitivo de las canchas.

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Quienes el 2 de febrero de 1971 asistieron al estadio Centenario para ver Peñarol vs. Vélez Sarsfield, por la V Copa Montevideo —hexagonal amistoso—, no sospechaban que ese duelo fijaría un antes y un después en el balompié charrúa. Roque Máspoli mandó a la cancha a Walter Corbo; Mario González, Elías Figueroa, Roberto Matosas, Omar Caetano; Alfredo Lamas, Milton Viera; Nilo Acuña (Julio César Cortés) (Mitcovich), Ermindo Onega, Spencer, Ilija Petkovic. Con goles de Alberto Ríos y Carlos Bianchi ganaron 2-1 los de Buenos Aires. Por los anfitriones descontó el argentino Onega.

La última vez

Mientras en las gradas los aficionados le daban la espalda al campo de juego en busca de las rutas de salida, y en el terreno algunos futbolistas le hacían reclamos al árbitro, Spencer caminaba despacio rumbo al túnel. Iba con una decisión tomada, irreversible. Había jugado por última ocasión como atacante de Peñarol.

Para cuando se obtuvo la Copa Montevideo, en el clásico contra Nacional, el 7 de febrero de 1971, el ariete tenía 72 horas desvinculado de la entidad en la que fue fundamental en la conquista de ocho títulos uruguayos, tres de la Libertadores y de dos coronas del mundo.

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EL UNIVERSO anuncia el 5 de febrero de 1971 que Alberto Spencer se marchó de Peñarol. Foto: Archivo

Por 10 años, 10 meses y 25 días —desde su debut con tres goles en una paliza 6-3 sobre Atlanta, el 8 de marzo de 1960, hasta 1971— “el curso de la historia aurinegra y del fútbol uruguayo se vio gobernado por los cabezazos espectaculares descargados como un rayo desde alturas insólitas, y los piques acalambrantes y fantasmagóricos saliendo de cualquier parte y encontrándose en segundos con la pelota que realizara Spencer”, describe El Libro de Oro de Peñarol.

La tarde del jueves 4 de febrero de 1971 la sede de Peñarol fue invadida “por la prensa radial, escrita y televisiva” tras una citación de la dirigencia “para ratificar la noticia (la marcha de Spencer), entonces no confirmada, que fue un impacto en Montevideo, en el Uruguay y que las agencias se encargaron de darla a conocer rápidamente en todas partes del mundo”, relató al siguiente día el periódico Acción.

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‘Estupefacción’, ‘tristeza’

El mismo rotativo se refirió a muestras de “estupefacción” y “tristeza” cuando el presidente “Gastón Guelfi confirmó que ‘Spencer se va de Peñarol. De común acuerdo Peñarol lo deja libre’. La noticia fue como una ráfaga que barrió con todos los sentimientos a favor y en contra, de acuerdo a la divisa, pero en el corazón del hincha mirasol la noticia fue como un latigazo. Hay quienes la recibieron con lágrimas”.

Alberto Spencer junto a Gastón Guelfi (c), presidente de Peñarol, en la rueda de prensa en la que se anunció la marcha del delantero. Foto: Archivo

Guelfi, “reponiéndose de la misma emoción que había en la sala de sesiones”, trató de explicar “lo que no habría deseado”. Inició con voz entrecortada: “Tras analizar el Consejo las condiciones de un jugador extranjero sobre quien se ponderaban virtudes, hace once años fui a buscar a Guayaquil a Spencer para que defendiera a Peñarol. Superó todos los cálculos de quienes lo recomendaron porque a lo largo de este glorioso ciclo llenó páginas enteras de Peñarol”.

Ya más sereno el directivo fue al grano: “Con mucho dolor debemos despedirlo. Inútiles han sido nuestros esfuerzos para disuadirlo de su determinación de dejar a Peñarol, considerando él que su ciclo ha terminado. Hace días le hicimos las mejores propuestas sin resultados positivos. Vino con avasallante alegría y se retira de la misma manera. Debemos despedirlo con alegría, como debe despedirse a un triunfador. Pero claro está, la despedida debe tener el reconocimiento para quien, como Alberto Spencer, se aleja llevándose un girón de gloria”.

Las razones del tricolor

Mientras “numerosos aficionados” seguían llegando a la sede peñarolense “para conocer detalles de este episodio”, porque “la noticia circuló rápidamente por Montevideo”, le tocó a Spencer el turno de hablar.

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“Respondió con brevedad, con eso muy suyo, de decir todo sin necesidad de amontonar palabras”, describió El País. Las agencias noticiosas UPI y AFP reprodujeron las expresiones de Cabeza Mágica.

Durante 3.983 días Alberto Spencer militó por Peñarol. Foto: Archivo

“Primero se levantó para saludar a los cronistas. Después tomó asiento. Dejó su amplia sonrisa para decir con gravedad: “Quisieron convencerme de que me quedara, pero creo que sinceramente ya no puedo ser solución para Peñarol. Y en consecuencia, por el respeto y cariño que le tengo al club, decidí marcharme. Quiero que todos tengan la imagen de lo que signifiqué”, dijo el romperredes, entonces de 33 años.

Y con la gallardía y caballerosidad que lo distinguieron, tanto como su mortífera capacidad goleadora, Spencer remató: “He cumplido mi ciclo en el club. Ha llegado el momento de que Peñarol remoce sus líneas dándole oportunidad a nuevos valores que defiendan a este querido equipo que jamás olvidaré. Con dolor me retiro de su seno. Demás está decir mi agradecimiento a estos dirigentes, a esta hinchada tan cordial y entusiasta, y a la prensa, a quienes tanto debo. Por todos se conoció mi nombre y por todos se conoció mejor a Ecuador lo que, reitero, agradezco profundamente”.

No obstante la versión oficial que el club dio sobre la salida de Mr. Gol, el periodismo puso reparos. Tácitamente responsabilizaron a los directivos del adiós del artillero. Se resaltó en los medios de comunicación charrúas que “en mérito a lo que Spencer ha hecho por el club se resolvió dejarlo en libertad para que él mismo negocie su pase, porque Peñarol no buscará ganar dinero con quien le dio tantas glorias”.

EL UNIVERSO confirma el fichaje de Alberto Spencer para jugar en Barcelona. Foto: EFE

Pero se cuestionó a los dirigentes aurinegros en otro orden. “Quizás todo esto sea parte de la verdad, pero no toda la verdad. Porque a esto se ha llegado, también, y quizás como aspecto fundamental, por la deuda millonaria que Peñarol mantenía con el jugador. Deuda que Peñarol oculta, que Spencer, por esa adhesión que a pesar del profesionalismo nace en el hombre que juega tantos años por un club, no menciona. Quizás pudo continuar unos años más”, se lamentó.

Spencer era libre y dueño de su pase. En Montevideo se creía que “Palmeiras contaría con grandes posibilidades de obtener su concurso”. En Quito, el 11 de febrero de 1971, se supo de “negociaciones iniciadas hace una semana” por El Nacional, “que aspira” a que “Spencer milite en sus filas. La revelación se hará mañana”.

Bombazo canario

EL UNIVERSO publicó el 12 de febrero una noticia en la que se daban detalles del viaje de Cabeza Mágica a Brasil para conversar con gente del Santos. Pero inesperadamente la balanza se inclinó del lado de Barcelona, que tenía algo con lo que no contaban Palmeiras, Santos y El Nacional: Galo Roggiero, uno de los dirigentes más avispados (en sentido positivo) en la historia del balompié del país. El directivo descartó el fichaje (¿para despistar?) el 8 de febrero: no podían entrar “en la danza de tantos millones de dólares por Spencer”. Pero el 16 este Diario informó que “Barcelona estaría gestionando la contratación”. El 17 de febrero de 1971, telefónicamente, Roggiero convenció al crack.

“Un día lo llamé. Me contestó, pero no me conocía, solo me presenté como directivo torero. Le consulté: ‘¿Te gustaría venir a Barcelona?’, me dijo: ‘Sí, me encantaría, fue mi vitrina para proyectarme, pero mañana me voy a Brasil’; allí le propuse: ninguno de los dos clubes que te pretenden están en Libertadores, Barcelona sí, y tú tienes 48 goles en Copa y puedes aumentar si juegas acá. Con ese atractivo lo traje”, le contó Roggiero a EL UNIVERSO el 29 de abril del 2011.

Alberto Spencer, campeón nacional con Barcelona Sporting Club en 1971. Foto: Archivo

El 28 de febrero de 1971 Spencer debutó en Barcelona, que cayó 1-0 ante Emelec por la Copa, torneo en el que avanzaron los amarillos ese año, y en 1972, hasta semifinales.

En ese mismo 1971 Spencer fue pieza clave de un formidable plantel canario con el que ganó su único campeonato ecuatoriano. Y además, con 13 goles, fue el maximo anotador de Barcelona en el certamen.

A saber

  • En Emelec. Alberto Spencer solo se puso la camiseta eléctrica como refuerzo para juegos internacionales amistosos, antes de unirse a Peñarol. Cuando el atacante dejó el cuadro uruguayo este Diario le consultó, en 1971, al directivo Alejandro Ponce Noboa si había chance de ficharlo. Dijo que le gustaría “ver una delantera de Emelec comandada por Spencer”, que “sería un lujo”, pero “la falta de recursos económicos priva a Emelec de tener esta grata satisfacción”. Entre 1975 y 1976 Spencer fue DT millonario.
  • ¿En Brasil? Cuando Cabeza Mágica aún no tenía equipo EL UNIVERSO publicó una noticia, el 12 de febrero de 1971, titulada ‘Spencer formaría junto al Rey Pelé’. En ella se recogía información de agencias sobre el viaje del ecuatoriano a Brasil, “a fin de concretar su incorporación al Santos o Palmeiras”. “El día que Spencer se desvinculó de Peñarol estudiaba una propuesta por $ 40.000 de Brasil”, decía la nota. Lo cierto es que el ecuatoriano no arregló con Santos, donde se habría juntado con Pelé.
  • Cable a Spencer. Cuando Galo Roggiero convenció al ariete ecuatoriano de jugar en Barcelona le informó vía telegrama detalles de su viaje a Guayaquil: “Ratificamos lo convenido telefónicamente. Agredecemósle deferencia especial nuestro club. Afición espera ansiosa tu retorno al fútbol ecuatoriano. Esperásmote fin de semana vuelo 80 Braniff”, decía el cable. Spencer fue inscrito para la Copa con el 10. (D)