Hay que ver lo que dio de sí Neymar en España antes de llegar cuando provocó un pulso entre el Real Madrid y el FC Barcelona que hizo evocar la operación Alfredo Di Stéfano de los lejanos años cincuenta. Ganó el Barça con base en echar más carne en el asador. Supuestamente pagó 24 millones de euros ($ 24,62 millones), pero se fueron descubriendo embrollos sucesivos que escondían mayor valor del traspaso en conceptos ficticios, como la contratación del padre como supuesto observador de jugadores en Brasil.

Fueron apareciendo cantidades como cerezas engarzadas con la coletilla de una multa por fraude, con Sandro Rosell y Josep María Bartomeu admitiendo que el Barça fuera condenado por tal.

El monto final se vino a calcular en unos 114 millones de euros ($ 117 millones), grosso modo. La operación, con todo, se dio por buena en el mundo culé porque juntar a Lionel Messi y Neymar era replicar muy seriamente el sello galáctico del Real Madrid.

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Era un jugador además extraordinario que, pese a su escapada anual a Brasil para el cumpleaños de su hermana y alguna informalidad más, funcionaba. Por su edad, le vimos sucesor indiscutido para el Balón de Oro cuando se extinguiera el dominio compartido de Messi y Cristiano Ronaldo. Su partido en la remontada ante el PSG, por la Champions League, fue glorioso; digamos que hizo al menos tanto para aquel éxito como el árbitro alemán Deniz Aytekin.

Pero la foto la robó Messi, y Neymar decidió volar solo, justamente al PSG, dejando 222 millones de euros ($ 227,79 millones) que Bartomeu, lástima, pateó en un santiamén. Nunca lo hubiera hecho.

Bajó Neymar los peldaños que ahora no ha querido subir Kylian Mbappé para ir a un fútbol más cómodo en el que ser indiscutible reina de los mares. Pero eso lo ablandó competitivamente, lo hizo más informal. Y al cabo del tiempo, al brasileño le cayó encima de nuevo Messi y no digamos Mbappé, convertido en cruz de guía de aquella procesión pagana. Así que de reina, nada.

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Ahora estorba en el PSG y se lo hacen saber. No está en ningún radar ser candidato al Balón de Oro y no es fácil que ningún gran club se haga cargo de esa hipoteca. (O)