Efectivamente, hay un poquito menos de público que en otros Mundiales. Es del todo comprensible, Qatar tiene apenas 2.641.000 habitantes, un liliputiense comparado con los últimos organizadores: Rusia 146 millones, Brasil 218, Sudáfrica 62, Alemania 85. Y Estados Unidos, el próximo, cuenta con 340 millones de ciudadanos. Además, debe considerarse que no está en el centro del mundo, sino más bien alejado de él. Ya pasó en Corea y Japón 2002, no fueron tantos extranjeros como a las Copas de Italia, Francia o Alemania. También está el boicot de Occidente, con una catarata de malas noticias desde un mes antes del inicio (por cierto, parecieron coordinadas): que es muy caro, que se trata de un “país horno”, que se violan derechos humanos… La propaganda hace su trabajo. Se notan menos hinchas extranjeros que en Rusia, adonde, por citar un solo ejemplo, fueron 40.000 peruanos. Y no hay un punto de encuentro como fue la Plaza Roja de Moscú, donde convergían todas las camisetas y nacionalidades.

El Titanic argentino

Igual, no es que estén vacíos los estadios. En un aforo de 40.000 de pronto hay 35.000. Los únicos llenos, de momento, fueron dos. Uno, Qatar-Ecuador, por ser el cotejo inaugural, al que asistieron 5.800 ecuatorianos, unos 40.000 locales y muchos neutrales, el otro, Argentina-Arabia Saudita. En este caso porque Argentina es desde siempre el país que más seguidores lleva en los Mundiales y Arabia Saudita por ser el único vecino con el que tiene frontera terrestre. Levantaron la barrera y pasaron decenas de miles.

Debut triunfal ante los ojos del mundo

El boicot no ha sido solamente mediático. Hay un problema con las llamadas en los teléfonos celulares. No se pueden establecer. Los mensajes pasan, las llamadas no. Aparentemente, WhatsApp ha sido bloqueado para Qatar. Lo mismo acontece con Zoom. Nadie lo dice abiertamente, y el gobierno qatarí no hará mención al tema. Es preciso buscar otras aplicaciones para tratar de comunicarse. Una guerrita chiquita, pero que perturba.

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Entre los miedos que se buscaron instalar está el de ciertas prohibiciones como tomar alcohol, que en efecto no es fácil conseguir, ningún negocio a la calle lo expende; la vestimenta demasiado atrevida y las demostraciones de afecto en la vía pública. Estas últimas no se cumplen, al menos con los extranjeros. Hemos visto mujeres con minifalda, con pantaloncitos muy breves, que dejan los muslos a la vista, con escotes pronunciados o blusas sin mangas. Nadie les hace problema. En cuanto al tercer punto, una pareja puede ir por la calle de la mano, abrazarse y besarse sin problemas. Incluso, tras el sensacional triunfo sobre Argentina, miles y miles de saudíes se abrazaban efusivamente y nadie los reprimió ni reprendió.

Siento ruido de pelota...

Nota al margen: Arabia Saudita tenía cerrado el paso limítrofe con Qatar a raíz de una crisis diplomática, pero han acercado posiciones y están en proceso de amistarse. Tras la supervictoria, Qatar homenajeó a su vecino: dos torres impresionantes del West Bay, la zona de los rascacielos de Doha, por un día lucieron en sus fachadas dos banderas sauditas gigantescas hechas con luces flameantes. Detalle de categoría. A propósito, el West Bay corta el aliento: es una amplísima zona de edificios originalísimos y de alta categoría, como si fuera producto de un campeonato de diseño de arquitectos de todo el mundo. Algunos son residenciales, otros ocupados por bancos, hoteles de lujo, compañías multinacionales y, debajo, hermosas tiendas, cafeterías y restaurantes. Es como estar en otra dimensión. Hasta no hace mucho era todo desierto. Es parte del plan gubernamental de desarrollo del país.

Al sorpresivo y notable sartenazo de Arabia Saudita frente a Argentina se sumó ayer el extraordinario golpe de Japón sobre Alemania. Los dos perdían 1 a 0, los dos lo dieron vuelta y terminaron 2 a 1 arriba. Más meritorio todavía. Lo de Japón sorprende menos porque hace tiempo viene desarrollando su fútbol. A comienzos de los ‘90 se fijaron el objetivo de llegar a una Copa del Mundo, nunca habían ido. En 1998 lo lograron, desde entonces llevan 7 Mundiales consecutivos y son la mayor potencia asiática. Van creciendo de a pasitos, pero siempre hacia adelante. El orden, la disciplina, la voluntad ya sabemos, son parte del ADN nipón. Lo verdaderamente notable es su evolución en el trato de balón. Prolijos, técnicos, puristas convencidos de jugar al pie y tratarla como a una novia. En dominio de pelota ya no están debajo de los sudamericanos, no saben menos, nos igualaron e incluso nos superaron en varios casos.

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Y siempre lucen serenos. No se inquietaron por estar debajo de Alemania en el marcador. Siguieron en la suya y cerca del final rubricaron una victoria que, unida a la de Arabia Saudita, comienza a decir cosas, a marcar tendencia. Hay una pérdida del miedo de los equipos chicos. Y un crecimiento enorme en cuanto a comprensión del juego. Ya todos saben todo.

Arsene Wenger, el célebre entrenador del Arsenal inglés, tuvo un ciclo breve, aunque productivo en el Nagoya Grampus entre 1995 y 1996. Contó una anécdota “Me fueron a buscar del Arsenal y les pedí por favor que me liberaran. ¡Era el Arsenal…! Tenía contrato y pensé que me pondrían trabas, porque veníamos de ganar la Copa del Emperador y luego la Supercopa de Japón. Pero no intentaron retenerme. Me dijeron que se habían propuesto que Japón fuera uno de los mejores países futbolísticos en… cien años. ¡Yo era una parte del engranaje y de su plan! Es un dato revelador de su relación con el tiempo, de su persistencia y determinación”.

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Por la noche vimos Bélgica-Canadá. Quedamos extasiados con el juego canadiense. Veloz, dinámico, entusiasta, superofensivo, con habilidad y potencia. Con asombrosa prestación física. Pecaron en la definición. Fallaron un penal, el árbitro no le concedió otros dos clarísimos. Tuvo cantidad de oportunidades, pero distintas causas le negaron el gol. Son máquinas, apabullaron a los belgas todo el partido. Merecieron ampliamente ganar y… perdieron. Es difícil explicarlo. Pero el resultado no nos cambia el concepto: fantástico. Superior incluso a lo de Japón y Arabia Saudita. Nos encantaría algún día ver jugar así a la Selección Argentina. El líder y el que marca la línea al resto del equipo es Alphonso Davies, esa motosierra que va y viene por la banda izquierda del Bayern Munich. Los demás copian su fuerza, su pujanza y su deseo de ir con todo al frente.

Tan bueno fue eso que inmediatamente nos preguntamos ¿quién es el técnico de Canadá…? Un inglés, John Herdman, de 47 años, que desde los 28 se dedicó al futbol femenino en Nueva Zelanda primero y en Canadá después. Recién en 2018 se pasó a los varones. Es todo un hallazgo. ¿Cómo logra semejante rendimiento en un país con tan poquitos futbolistas…? Pide a gritos Premier League. (O)