Alemania eliminado de nuevo en primera ronda, España regresado entre miles de críticas por su fútbol platónico, Francia que quería romper el vestuario por el baile que le estaba dando Argentina, Inglaterra con su eterno puede ser y no es, Portugal eliminado por Marruecos, una Bélgica de espanto y todos los demás en orden decreciente… El Mundial fue un fracaso indiscutible de la poderosa Europa, además de un reflorecimiento sudamericano y el despertar de África y Asia.

Más allá del título mundial obtenido por Argentina, sólido y por momentos florido campeón, queda una moraleja de Qatar 2022: no hay que temerles a los europeos. En materia de selecciones, no somos menos. Y uno de los mejores ejemplos fue el de Ecuador: redondeó su mejor actuación contra el único europeo que enfrentó. Sin siquiera tener un técnico audaz, fue superior a Holanda y mereció más que ese empate que al final terminó perjudicándolo de cara a octavos de final. Otra muestra: Marruecos dominó, acorraló a Francia todo el tiempo (62% de posesión) y perdió un poco por inocencia y otro poco por la letalidad francesa en el contraataque. No hubo diferencias en el juego, más que eso: estando 0 a 0, el juez mexicano César Ramos ignoró un claro penal a favor de los africanos.

La vieja (y quisquillosa) Europa

Íbamos al Mundial con temor a los europeos. Luego se vio que no había nada que temer. El talento que se dio cuenta fue Scaloni. “No son cucos, hay que atacarlos”, pensó. Y fue campeón. De los 9 enfrentamientos que se registraron entre sudamericanos y europeos hubo 4 victorias de Sudamérica, 4 empates y una derrota, la de Uruguay ante Portugal 2 a 0. Muy timorata la Celeste de Diego Alonso. Argentina venció 2-0 a Polonia (que no cruzó la mitad de la cancha), 3-0 a Croacia con brillantez e igualó 2-2 con Holanda y 3-3 con Francia, habiendo sido claramente superior a ambos en el trámite. Brasil doblegó a Serbia 2-0 y a Suiza 1-0 y dividió aguas con Croacia: 1-1. Salvo en la derrota uruguaya con Portugal, en los ocho juegos restantes mostraron mejores atributos las selecciones sudamericanas.

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El mundo árabe, en el foco del fútbol

Fracasar es más que perder, es jugar mal, no ser competitivo, no cumplir con las expectativas. Todo eso fue Europa en el aún fresco Mundial catarí. La mejor prueba es que ninguna selección recibió elogios al volver a su país, sí muchos palos. Y fueron 13 representaciones europeas, no pocas. La única que zafa del reprobado es Croacia, más que nada por ser una formación correcta, aplicada, luchadora, pero recordemos que llegó al choque por el tercer puesto habiendo ganado un solo compromiso: frente a Canadá 4-1. Luego fueron cuatro empates.

Un duelo que nunca existió

Empecemos por Francia. Con Deschamps hizo de la practicidad un modo de vida, un negocio pingüe: arriesgando poquísimo fue campeón y subcampeón mundial en Rusia y Catar. No recordamos un tiempo o siquiera 30 minutos excitantes del equipo galo, o al menos que impactara. Impresionaba cuando encontraba facilidades del rival. Sufrió aprietos en el primer tiempo ante Polonia, fue claramente menos que Inglaterra y dominado por Marruecos. Ni hablar de los primeros 80 minutos con Argentina, casi ridiculizado. Cuando Mbappé hallaba espacios para desplegar su descomunal potencia, Francia inquietaba. Fuera de eso, un equipo ordinario. Ningún entrenador sacará conclusiones útiles viendo a Francia. Con el pragmatismo hizo fortunas, ahora bien: el día que le toca perder, el pragmático no puede hablar, debe irse a casa en silencio. Una prueba de su desempeño está englobada en una pregunta: ¿fuera de Mbappé, qué otro nombre francés brilló…? El mismo Deschamps declaró: “No estuvimos a la altura. No voy a atribuir el problema a un jugador más que a otro. Pero en la alineación titular hubo cinco jugadores que, por diferentes motivos, no estaban al nivel para una final así y frente a un oponente así”.

Todos fuimos súbditos de Pelé

Lo de Alemania fue tan pobre que los medios del país pidieron un cambio radical en la conducción del fútbol, desde el presidente de la Federación hacia abajo. Y, sobre todo, de los métodos de trabajo. “Algo se está haciendo mal”, opinaron. El director deportivo Oliver Bierhoff se vio obligado a renunciar. España tiene una liga renombrada, pero no posee jugadores importantes. Se habló del “equipo de los mil pases”, por su fútbol lateralizado y sin profundidad, la realidad es que actúan elementos que no están para desnivelar, como Ferrán Torres, Sarabia, Olmo, Asensio, Llorente, Koke, Morata y una docena más… Apenas ganó un partido, a Costa Rica.

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Holanda, como siempre, goza de buenísima prensa, la cual no alcanza a justificar. No brilló pese a que le tocaron rivales accesibles. Cuando debió enfrentar a un contrincante fuerte -Argentina- quedó en el camino. Y durante 70 minutos fue superado. Van Gaal se retiró de la dirección técnica y nadie le pidió que siga.

Portugal sí era una buena expresión futbolística, pero el caso Cristiano Ronaldo le hizo mucho daño. El goleador ya no estaba para sobresalir, ni siquiera para ser titular, y tapaba a dos jóvenes prometedores como Rafael Leão y Gonçalo Ramos, pero había que ponerlo. Eso creó mal ambiente en el vestuario, como lo demostraron actitudes y declaraciones de Bruno Fernandes y Bernardo Silva. Luego, la decisión del DT Fernando Santos de poner en la banca a Cristiano terminó de dinamitar la convivencia. Cayó ante Corea del Sur y Marruecos en sus dos últimas salidas al campo.

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Bélgica fue, quizás, el de peor desempeño. Se impuso en un solo choque, a Canadá, partido que debió perder al menos por tres o cuatro goles. Marcó una sola vez, en una afortunadísima contra. La autocrítica de De Bruyne lo dice todo: “Hace tiempo no jugamos a nuestro mejor nivel”. En la misma apreciación entra Dinamarca, que llegó a Catar como el posible candidato a ganar la Copa fuera de los consabidos Brasil, Francia, Inglaterra o Argentina. Dinamarca, como Alemania y otros, estuvo demasiado preocupado en mostrar la bandera arcoíris.

Polonia fue una expresión muy pobre y defensiva a la que Lewandowski no pudo mejorar de ninguna manera. Suiza no había decepcionado en absoluto en la fase de grupos, sobre todo al lograr una excelente victoria de 3-2 sobre Serbia, pero luego se desmoronó al caer 6 a 1 ante Portugal, el día que Cristiano Ronaldo fue suplente. Serbia y Gales no resisten un análisis importante, lograron apenas un empate cada uno. No dejaron nada.

La única excepción es Inglaterra, que siempre intenta jugar hacia adelante, marcó 13 goles y mostró algunas de las mejores figuras, como Harry Kane y Jude Bellingham. Brindó, además, dos goleadas muy bonitas: 6-2 a Irán y 3-0 a Senegal. El tipo de presentaciones que da emoción y brillo a una Copa del Mundo. Igual, arrastra un sino: el de ser señalado siempre como candidato y no poder corresponder a tal rótulo.

Por número de participantes y por ser el de mayor cantidad de coronas, Europa fue, futbolísticamente, el más decepcionante de los continentes. A nivel de clubes están en otra galaxia, pero en selecciones no hay que temerles. No mostraron grandes equipos y, salvo aisladas excepciones, tampoco jugadores ni técnicos. (O)

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