El nivel futbolístico que mostró nuestra Selección en los dos partidos de la fecha FIFA tuvo contrastes que se deben evaluar, no tan solo tomando en cuenta los resultados ante Australia (derrota 1-3 y triunfo 2-1), sino sobre todo por el rendimiento, considerando que el primero fue distinto respecto al segundo. Hay varias explicaciones que son evidentes.

El primer duelo, en Sídney, fue ganado merecidamente por los dueños de casa, el 24 de marzo pasado, ante un Ecuador irresoluto y confundido. Se escucharon voces que justificaban la caída en que se inició la transición del español Félix Sánchez Bas, recién llegado a la dirección técnica. Obviamente, aquello causó que lo diseñado fracasara. Por ejemplo, todos pensábamos que iba a sostener su habitual línea de tres, pero decidió jugar con cuatro defensores en línea; además con tres en la mitad del campo, dos extremos y uno solo en punta; y como arquero decidió que en esta ocasión el titular fuera Moisés Ramírez.

Australia, con el mismo estilo que lo hizo sobresalir en el Mundial de Qatar 2022, con gran despliegue físico, ejerció presión sobre los intentos de salir jugando de la Selección; así sometió cualquier intención de organización de la Tri. En apenas 12 minutos, Australia se puso arriba 1-0 y el desconcierto en Ecuador se incrementó. Las estadísticas demostraron que la posesión mayoritaria fue del local, pero al ingresar Júnior Sornoza aportó más criterio en el control y dio la pausa que el equipo necesitaba. Lamentablemente, el volumen de juego no mejoró, aunque Ecuador igualó con una jugada aislada del defensa Félix Torres, con golpe de cabeza. Los australianos anotaron a los 32 y 84 minutos para consolidar el resultado de 3-1.

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¿Cuáles fueron los desaciertos que influyeron en tan bajo desempeño nacional? Desde mi punto de vista fueron estos: 1) Faltaron circuitos interiores. 2) Deficiente marca en retroceso, lo que permitió que los rivales aprovecharan espacios. 3) Pérdidas permanentes en la posesión del balón en la mitad de la cancha. 4) Déficit en jugadas defensivas con pelota parada. 5) No hubo criterio para construir jugadas en la zona medular. 6) No hubo peso ofensivo. Todas estas deficiencias fueron producto de un sistema improvisado y por el bajo de nivel de varios jugadores.

En Melbourne, cuatro días después, se jugó contra el mismo rival. Félix Sánchez Bas, con más tiempo de trabajo, hizo los cambios necesarios para mostrar algo de una identidad no vista en Sídney. El resultado 2-1 a favor de Ecuador fue el reconocimiento al poder de recuperación tras recibir un gol australiano a los 16 minutos. La Tri igualó con gol de Pervis Estupiñán por la vía del penal, a los 51 minutos, y el defensa William Pacho, a los 64, pusó el 2-1. Lo más destacado fue sin lugar a dudas el mejor desempeño de la Selección.

Varios factores influyeron en la mejoría, y en orden de importancia son estos: 1) La impronta en la utilización de un formato propio de Sánchez Bas y no sugerido, como pareció ser el empleado en el primer partido: adoptar línea de tres hizo que defensivamente se mostrara más solvente. 2) La alineación de cuatro jugadores en la mitad de cancha, incluyendo al polifuncional Alan Franco. Júnior Sornoza, desde el arranque, y además puso en punta a Kevin Rodríguez, inteligentemente ubicado no como un centrodelantero fijo, sino para que rotara por donde encontrara espacios. 3) El sistema utilizado por Ecuador sorprendió a Australia, que muy pocas veces pudo superar al férreo y organizado sistema defensivo, reforzado por Hernán Galíndez, un arquero que hace respirar tranquilidad al sector posterior. 4) Moisés Caicedo demostró su gran influencia en el medio campo y tuvo arrestos para llegar al área rival, porque Sornoza (el más notable del partido) fue su socio ideal para cumplir dicho menester.

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También es justo recalcar que Ecuador mostró otras facetas importantes: la presión alta y la intensidad para recuperar pelotas perdidas. Para completar la faena, hay que ponderar que, si se juega con línea de tres, se deben tener carrileros que conozcan la función, tanto cuando deban complementar la línea de cinco defensiva como para la influencia ofensiva (Ángelo Preciado y Pervis lo saben hacer).

Es obvio que nos falta tener un goleador, responsabilidad que por el momento la tiene Enner Valencia. Es aquí que el nuevo DT de Ecuador deberá hacer un seguimiento especial a los jugadores con esas cualidades, tales como Jordi Caicedo y Leonardo Campana, que se encuentran en el fútbol turco y norteamericano, respectivamente; en el mercado local, dependiendo de sus rendimientos, a Bryan Angulo y a José Tin Angulo.

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La experiencia en Australia nos da una esperanza respecto al cambio de técnico. No hubo indicios de trauma nostálgico, como presagiaban que ocurriría varios sentimentalistas que siguen llorando la ausencia del DT argentino Gustavo Alfaro. Esperamos que la FEF pueda programar para las dos fechas FIFA de junio próximo partidos contra adversarios que exijan a nuestra Selección, lo que permitará evaluar su verdadero nivel. En septiembre comenzarán las eliminatorias al Mundial 2026, que organizarán México, Canadá y Estados Unidos, con la particularidad de que será la primera cita de este tipo que acogerá a 48 selecciones; y que, por aquello, aumentó el cupo para Sudamérica a seis boletos directos, más la posibilidad de un séptimo clasificado a través del repechaje.

Con estos cambios creo que la disputa por esas plazas será muy reñida. Que falte casi un semestre para el inicio de las eliminatorias le viene bien al cuerpo técnico de Ecuador, porque le permitirá conocer más a fondo las características y las deficiencias que arrastra nuestro fútbol. Por ejemplo, el rendimiento del equipo nacional a nivel del mar o en la altitud de nuestras ciudades andinas. El tema sobre dónde debe ser local Ecuador deberá resolverlo el cuerpo técnico que lidera Sánchez Bas tras una valoración independiente y no condicionada por consuetudinarios criterios regionalistas que se esgrimen para mantener a Quito como sede de las eliminatorias mundialistas.

También será fundamental que el nuevo comando técnico de Ecuador pueda erradicar lo que ha venido sucediendo en el momento clave de las convocatorias. No por nada lo recordó Antonio Valencia cuando solicitó que “no existan manos turbias de empresarios que meten jugadores en la selección de Ecuador”. Y si lo dice Valencia es porque seguramente conoce de esto, o lo habrá experimentado mientras era seleccionado de nuestro país.

Y para cerrar este análisis, será importante que la FEF consiga que se anule el laudo arbitral por el cual, a raíz del caso Byron Castillo, recibió del TAS una sanción económica. Por ende, que se revoque también el castigo deportivo: la deducción de tres puntos en las eliminatorias. Es clave que el Tribunal Federal suizo dé la razón al recurso de la FEF.

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Si la labor del DT de Ecuador es debidamente planificada, y explicada oportunamente, hay tiempo para consolidar ideas y apostar por una Tri protagonista en Copa América y en eliminatorias. Por el momento, la luz de la esperanza se volvió a encender, y eso es alentador. Bajo la lupa, Sánchez Bas superó la prueba en su debut. (O)