Andrés Gómez Santos había hecho pública la decisión de retirarse del tenis la mañana del 18 de mayo de 1993 y escogió para la rueda de prensa la sede de la academia Gómez Ycaza, que se ubicaba en Entre Ríos. Con lágrimas en los ojos y haciendo varias pausas, se dirigió a la masiva asistencia de periodistas que se dieron cita a esa convocatoria y dijo: “Yo creo que nací en la época tenística correcta. He jugado por 16 años, alcancé a figuras como Lauer, Rosewall, Navicombe y después llegaron los Nastase, Connors, Noah, Wilander, y alcancé a competir contra Chang, Sampras, Courier, Agassi… Mi esfuerzo de tantos años y mis triunfos han servido y servirán para convencer a otros deportistas de que podemos ganar cosas importantes”.

Luego llegó la noticia que se presentía: el anuncio del retiro. Un silencio de respeto se adueñó de la sala, después la prensa reaccionó. Sin lugar a dudas fueron momentos emotivos. En los últimos días de mi periodo de presidente de la Federación Ecuatoriana de Tenis me correspondió acompañar a Gómez, conjuntamente con Ricardo Ycaza. Conocíamos el motivo de la convocatoria y sabíamos el efecto que tan importante decisión iba provocar en la comunidad. Se retiraba del circuito mundial uno de los grandes exponentes.

Pero los aficionados del tenis sabían perfectamente que Andrés tenía que despedirse en esa histórica cancha central del Guayaquil Tenis Club, porque lo vio crecer, pero además era la cancha donde él demostraba cómo se debía jugar la Copa Davis. Lo declaró algún día: “La cosa más linda era salir los viernes a las 11:00 al Segura, para abrir la serie de la Davis y jugar los domingos al mediodía con un sol brillante”.

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A los pocos días del anuncio se dieron detalles del evento. La fecha, el 30 de noviembre de 1993, en el estadio Pancho Segura. También la organización anunció la presencia de Steffi Graf, Guillermo Vilas y la peruana Laura Arraya. El evento generó gran interés, no solo por el nivel de los jugadores invitados, sino por el acto solemne que debía acompañar a los partidos anunciados.

A Guillermo Vilas la afición lo había podido apreciar en toda su dimensión. En 1984, en plena actividad, jugó la final que Gómez le ganó por la Copa Marlboro del Caribe, torneo jugado en el coliseo cubierto. La atracción era la jugadora alemana Steffi Graf, que había instaurado la precocidad deportiva. Solo mencionar este dato poco conocido: con apenas 15 años, había ganado la medalla de oro individual en los JJ. OO. de Los Ángeles, cuando el tenis era un deporte solo de exhibición. Después se convirtió en una jugadora arrolladora en el circuito. Ganó su primer Grand Slam en Roland Garros en 1987, con apenas 18 años, aunque su mejor año fue 1988, cuando ganó el Golden Slam, o sea, los cuatro torneos más importantes: Australia, París, Londres y Nueva York en la misma temporada; pero, además, ese mismo año ganó la medalla de oro en Seúl 1988, ya el tenis reconocido como deporte oficial olímpico. En fin, por la trayectoria de la alemana, su primera visita a Ecuador fue una noticia que hizo mucho ruido en el ambiente tenístico.

Hasta que llegó el tan esperado martes 30 de noviembre de 1993, y el Guayaquil Tenis Club se presentaba como un salón de gala. El cielo guayaquileño, iluminado por la luna llena, recreaba un ambiente pocas veces sucedido.

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Los jugadores visitantes habían arribado con la debida anticipación. Graf llegó a Guayaquil el 24 de noviembre a las 21:40, en American Airlines, desde Nueva York. La alemana se fue a Galápagos el 25, junto con su novio Michael Bartels, también alemán y corredor de Fórmula 3. Regresaron a Guayaquil el 30. Graf se hospedó en el hotel Oro Verde, habitación n.° 620. Se destacó mucho cuando se conoció que su actuación iba a ser honorífica.

Los costos de las entradas fueron: palco, 80.000 sucres; preferencia, 50.000 sucres; tribuna, 40.000 sucres; y general, 20.000 sucres. El acto empezó a las 20:00 con el partido entre Graf y la peruana Arraya, con triunfo para la europea.

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Después de ese partido, se inició el programa ceremonial de despedida. El economista Danilo Carrera, que para esos días era el nuevo presidente de la Ecuatoriana de Tenis, rememoró los triunfos de Gómez en su discurso y le entregó un pergamino de su institución. Luego, Sabino Hernández, presidente del Comité Olímpico Ecuatoriano, condecoró a Andrés con el Mérito Olímpico. A continuación, Francisco Jiménez Buendía, presidente de la Fedeguayas, le concedió la Orden al Mérito Deportivo de primera clase y lo nombró Caballero del Deporte de la provincia. Asimismo, el Guayaquil Tenis Club le hizo entrega de la Copa Andrés Gómez. Hubo además reconocimientos del prefecto del Guayas, economista Nicolás Lapentti, y del alcalde de la ciudad, el ingeniero León Febres-Cordero.

La noche blanca contó con la presencia de figuras tales como el abogado Jaime Nebot, Alberto Dahik, vicepresidente de la República, y el ministro de Información, Carlos Vera.

Después de todos estos reconocimientos, Andrés Gómez –en corta intervención– agradeció a todos los que lo apoyaron en los momentos difíciles, a los tenistas invitados, a su familia, y se despidió con un conmovedor “los voy a extrañar”. Además, en este acto se hizo una reseña de los triunfos de Gómez. Hubo juegos pirotécnicos y en pantalla gigante se mostraron sus fotos.

Después de todo esto se jugó el partido entre Gómez (33 años) y Vilas (42 años), de Argentina, con triunfo para el local por 6-4, 6-4 en 1 hora 15 minutos. El punto final del match fue en drop shot de Gómez, que fue muy aplaudido. Al final del partido, Gómez lanzó su raqueta a la tribuna.

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El evento terminó cerca de la medianoche. Contó con estadio repleto. Los 3.000 asistentes disfrutaron por la emoción que provocó todo en su conjunto. La taquilla dejó una recaudación de 60′000.000 de sucres. Todo ese dinero fue a beneficio del Comité de Damas de Solca. Las radios CRE, Atalaya y Caravana hicieron un pool, cuyas ventas publicitarias también fueron donadas a Solca. TC transmitió el acto.

Al finalizar el acto, Gómez, junto a familiares, jugadores e invitados especiales, se dirigieron al Club de la Unión para una cena privada. Al otro día Graf viajó a Santiago de Chile para un partido de exhibición ante Jana Novotna. En la noche siguiente, Andrés viajó a Argentina para participar en partidos de exhibición con Vilas, Graf y Novotna.

Antes de partir, Graf se refirió al evento diciendo que se había “fijado mucho en el público presente” y que se había “dado cuenta de cuánto amaban a Andrés”, mientras que Vilas expresó: “Recuerdo una ocasión en que Andrés me venció y luego, en el camerino, se me acercó para decirme que yo era su ídolo; allí comprendí que él llegaría muy lejos. Es un honor para mí estar en el homenaje de Andrés”.

Fue una jornada histórica. La frase que calza perfectamente para recordarla siempre fue la que dijo en su discurso de rigor el periodista Carlos Vera, que intervino en calidad de ministro de Información: “La historia está escrita, empieza la leyenda”. (O)