El domingo pasado en el estadio George Capwell, Independiente del Valle, vigente campeón de la LigaPro, derrotó en buena lid a Emelec por 3-2. Un partido apasionante, en que el equipo quiteño aprovechó las inseguridades propias de una plantilla limitada por la ausencia de jugadores, por diversas razones, y por la equivocación en la implementación táctica del entrenador Ismael Rescalvo. También, la opaca actuación del árbitro Franklin Congo, que en el momento de tomar la decisión de expulsar a un jugador de Independiente se hizo de la vista gorda con la complicidad del VAR. Con todas estas contrariedades, el partido estaba para un análisis detenido de cómo jugó esa noche el campeón, cómo su disposición táctica hizo ver las costuras al sector defensivo del equipo eléctrico.

Muchos otros capítulos necesitaríamos para hacer un análisis más detenido del partido. Los eventos extrafutbolísticos se complotaron para olvidarnos del juego y dedicarnos a tratar hechos que se presentan cuando la sinrazón comparece en el sistema: la invasión en la cancha de seudohinchas, el hostigamiento a los adversarios, el lanzamiento de objetos desde las gradas, la falta de elementos de seguridad. Todos estos episodios, que son parte de una violencia que se repite, han afectado a muchos aficionados eléctricos que asisten a disfrutar de un espectáculo deportivo, y debe ser corregido por el club.

Si estos actos, como la invasión y la inseguridad, son deplorables, no es un tema menor la expresión del señor Andrés Larriva, funcionario de Independiente. Sus dichos se equiparan al estado de violencia que él mismo critica. La desubicada calificación de primates a los participantes de los incidentes, lo convierte en actor principal de estos episodios sistemáticos que configuran la más evidente renuncia al ejercicio de la razón y que privilegia el fanatismo y la ceguera. Los actos vandálicos de los invasores, como el epíteto utilizado para denostar, son armas violentas que justifican el desvarío emocional, propio del fanatismo exacerbado que tanto daño le hace al fútbol.

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Derecho asiste al Independiente, a la Asociación de Fútbol No Amateur de Pichincha, en solicitar a los organismos de justicia de la LigaPro que se apliquen las sanciones correspondientes y que dichas penas sean drásticas, porque, según ellos, los hechos violentos, la invasión de extraños a la cancha de juego, produjeron un grave riesgo a la integridad física del cuerpo técnico, jugadores, dirigentes, que celebraban el triunfo. Ameritan que las penas sean severas.

Reacción de Emelec

La sociedad futbolera del país esperaba atentamente cuáles iban a ser los argumentos que presentaría Emelec ante los hechos, las acusaciones y los agravios emitidos por los rivales de turno. En el escrito con título “A la opinión pública”, el presidente Nassib Neme, también desde su exclusivo punto de vista, presentó una explicación detallada a nombre del club de cada uno de los hechos sucedidos ese domingo. El afán de esa misiva que contiene una ligera autocrítica era también ripostar las exigencias sancionatorias que pretendían los acusadores. Desde mi punto de vista, la carta pública produjo el impacto que pretendía, no solo al aficionado, sino también a la clase dirigencial, aquellos que gobiernan el campeonato ecuatoriano y a quienes les corresponde hacer justicia.

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¿Cuáles fueron los argumentos que presentó Emelec y que consiguieron atenuar las posibles sanciones “drásticas” que debía imponer la comisión disciplinaria? Ofreció identificar y sancionar a los seudohinchas, como ya lo había hecho anteriormente, suspendiendo a los identificados el ingreso al Capwell y la membresía si es socio. La presencia de gas pimienta hizo activar el protocolo de seguridad, para evacuar a los afectados. Que no encontraron registros de las supuestas agresiones al club visitante. Rechazó los términos utilizados por el señor Larriva, cuando calificó de primates a hinchas de Emelec en forma general. Que AFNA generalizó, porque le faltó prudencia para analizar más a fondo lo suscitado. Y, por último, Emelec termina ofreciendo grabaciones y evidencias que justifican los hechos, para luego, en una especie de aforismo, recordarles a sus detractores que la violencia también es insultar a mujeres y niños, para luego llenarse la boca con hipócritas mensajes de paz, porque eso es incitar a la violencia.

La Comisión Disciplinaria de la LigaPro decidió sancionar económicamente con 8.600 dólares, monto acumulado por diversas infracciones, entre las que hicieron constar en el acta de sanciones: encender bengalas, bomba de humo, lanzamiento de objetos sin impacto, ingreso de personas no autorizadas y no colocar mangas de protección. Como se puede colegir, todo un coctel de infracciones y aparentemente la pena más fuerte fue la prohibición para el club de jugar en su estadio en el próximo partido de la LigaPro.

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Es muy probable que tanto AFNA como Independiente se sientan desairados porque las sanciones no fueron ejemplares. Sus aspiraciones quedaron en simple expectativa. Por ahora tienen en sus manos el recurso de apelación ante el Centro de Arbitraje de la Cámara de Comercio. También es cierto que las decisiones de la Comisión de Disciplina dejan un marco referencial sobre lo actuado ante esta alternativa que el procedimiento contempla. Conocida la sanción de primera instancia, Emelec contratacó con otros argumentos, como son el calificar de carentes de veracidad los informes del árbitro y de la comisaria, por imprecisos y sin la técnica que el procedimiento exige. Insiste Emelec en por qué en estos informes no consta que la policía activó gas lacrimógeno, y califica de burda e insostenible que no expresen que no existió agresión alguna. Como corolario Emelec exige una sanción enérgica contra Andrés Larriva cuando calificó de primates a los hinchas que invadieron el campo de juego. Lo que también hay que decir es que no se ha escuchado por parte de Emelec la oferta de las debidas rectificaciones como expulsar y prohibir definitivamente a los hinchas o socios que hayan participado en los actos violentos, luego de su identificación considerando lo dicho por Neme: “Que ni las ratas se escapan de sus cámaras de seguridad”. Tampoco se ha escuchado que adecuaciones se van a realizar en el Capwell para evitar el facilismo que tienen los espectadores para invadir la cancha. Emelec está al límite de que el riesgo de un evento trágico suceda; es el que está obligado a evitarlo, encontrando los correctivos que ellos conocen y que la LigaPro debería exigir.

En fin, la sinrazón se volvió a apoderar de nuestro fútbol. Ahora solamente queda preguntarse: ¿Hasta cuándo, padre Almeida? (O)