Se disputaba la última fecha de la Eliminatoria pasada. Perú llevaba 36 años sin clasificar a un Mundial, se jugaba la vida por un cupo en el estadio Nacional frente a Colombia y el psicoanalista Julio Hevia dijo en el diario El Comercio: “Durante noventa minutos todos nos sentimos peruanos”. A su vez, el doctor Dennis Vargas Marín, decano de la Universidad César Vallejo, de Lima, señaló algo parecido: “Este partido lo jugamos los 33 millones de peruanos”. Así fue, estaban todos juntos en esa empresa. Y lograron el boleto a Rusia 2018. Eso mismo se vio la noche del martes en las tribunas del Monumental de Barcelona: esta selección unió al Ecuador, aunque fuera por momentos, por días. Es la magia del fútbol, su asombroso poder de aglutinamiento, de fabricar alegría, de dar sentido de pertenencia, de despertar orgullo. Cuando juega la selección no hay grietas ni diferencias políticas. Y si había estadio para cien mil, cien mil iban. No existe otra actividad que logre semejante adhesión. ¿Deporte…? Esto es más que un deporte, es mucho más maravilloso que eso.

Locura. Tanta expectativa genera que, debido al mismo horario para los cinco encuentros de la Eliminatoria, vimos tres en simultáneo: Perú 2 - Paraguay 0 en el televisor, porque era el más importante; Ecuador 1 - Argentina 1 en la computadora y Venezuela 0 - Colombia 1 en el celular. Y en todos apuntando jugadas, aspectos importantes.

El mejor. El Perú-Paraguay. El equipo de Gareca compuso una actuación redonda, impecable, acaso la mejor de todo el ciclo del técnico, que arrancó en marzo de 2015. Salió a buscar el resultado, lo consiguió al minuto 4 y no se echó atrás, siguió manteniendo una actitud ofensiva sin regalarse nunca, sin ofrecer agujeros atrás. Dependía de sí mismo y fue a buscar su destino con enorme confianza y determinación. Perú es la más cabal explicación de la palabra EQUIPO. Todos aportan al conjunto y el conjunto respalda a las individualidades. Se notó que había un plan y sus jugadores lo llevaron a cabo con orden, inteligencia, solidaridad y entrega. Cada uno hizo lo que debía como podía, con lo mejor de sí. Y cuando hubo que demostrar, demostraron. Al cabo de la fecha 12, Perú iba noveno y Gareca señaló en conferencia de prensa: “Estoy seguro de que llegaremos a la última fecha con posibilidades de pelear la clasificación”. Se dio. Ahora jugará el repechaje con el vencedor de Australia y Emiratos Árabes Unidos.

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Mérito. El de Brasil y Argentina, de terminar invictos una Eliminatoria difícil y agotadora como la sudamericana. Con un partido menos que el resto, el cuadro de Tite logró 45 puntos, con 88,23 % de rendimiento. Descomunal. Y además marcó 40 goles y recibió 5. ¡Cinco en 17 encuentros…! Imposible pedir mayor equilibrio. Argentina presenta números menos contundentes, no obstante, lo hizo bien: 39 puntos con un cotejo sin resolver (el suspendido ante Brasil). Nunca se había dado un invicto desde que se disputa a todos contra todos. Y esta vez fueron dos.

Decepción. Gigante, la de Colombia, que se quedó afuera. ¿El principal problema de su desolación…? La sobreestimación de las capacidades propias y la subestimación de las ajenas. Colombia posee buenos elementos, casi todos en el exterior (no en los mejores clubes de Europa, salvo Díaz y Cuadrado). Pero los rivales también. Brasil, Argentina, Uruguay, incluso Chile y Paraguay tienen potencial similar. Todos ellos con cantidades de futbolistas en Europa y otras ligas competitivas. Ecuador, porque padece de menos cartel como medio o por una cuestión de representantes, no coloca tantos futbolistas en Europa. Pero de ninguna manera son inferiores en calidad a los jugadores colombianos. La nómina de Perú aparece más modesta, pero llegada la hora, demuestran, aparecen. De manera que es una carrera en la que se puede ganar y se puede perder. La potencialidad de país, su número de habitantes, su volumen económico, la pasión futbolera tan grande, su periodismo importante elevan a Colombia a la categoría de favorito a clasificar. Pero en la cancha está parejo con seis o siete. Clasificaron los cinco mejores y Colombia no fue uno de ellos.

Equipo de autor. Este Perú de Gallese, Advíncula, Zambrano, Trauco, Tapia, Yotún, Cueva, Édison Flores es una obra maestra de Ricardo Gareca, de cómo hizo un aprovechamiento integral de una camada caserita y está cerca de llevarla a un segundo mundial consecutivo. Si Klopp, Guardiola, Tuchel, Simeone vieran cómo funciona Perú con los elementos que tiene, aplaudirían de pie. No pudo contar con un Chumpitaz, un Cubillas, un Sotil, un Cueto, un Velásquez, un Barbadillo, un Julio César Uribe, ni siquiera con Solano o el Chorri Palacios, los últimos próceres, pero le dio valor agregado a los elementos que encontró, les inculcó un libreto, los convenció. Es colosal lo que hizo. Se le viene la estatua. Y no encima…

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Giro radical. Uruguay venía de un empate y cuatro derrotas consecutivas con Tabárez, asumió Diego Alonso y, sin tiempo para ensayos, ganó los cuatro siguientes. Incluso con un fútbol más ofensivo, de mejor trato de balón. Sorprendente.

Made in Europa. Dos de las más notables revelaciones de la competición fueron dos europeos, hallados bajo las piedras: Ben Brereton, el inglés que actúa para Chile, un tanque con habilidad y gol, y Gianluca Lapadula, el italiano que reemplazó e hizo olvidar a Paolo Guerrero en Perú, un nueve que sabe con la pelota, gran cabeceador y astuto para moverse entre los zagueros. Grandísimo aporte el de ambos.

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Memes. El continente entero pareció ensañarse con la eliminación de Chile, que quedó muy lejos, con apenas 19 puntos en la tabla. Una lluvia de memes burlándose de la Roja y de sus más emblemáticas figuras inundó las redes sociales. Esta Eliminatoria marca el telón definitivo para la Generación Dorada (Vidal, Alexis, Medel, Bravo, Isla, Aránguiz, Eduardo Vargas…) Por la avanzada edad y porque por dos años y monedas no habrá actividad oficial de selecciones, hasta la Copa América 2024. El lapidario balance de Gary Medel: “Es un fracaso grande no ir al Mundial”. No hubo recambio, apenas encontraron a Brereton a la vuelta de una esquina. “La Roja no sabe a qué juega”, condenó Gonzalo Jara, exDorado.

Apasionante. Pese a la pandemia que la paralizó en un momento y a que Sudamérica no está hoy en la cima del mundo, la Eliminatoria resultó atrapante, emotiva y difícil para todos. Lástima el VAR y muchos arbitrajes polémicos. Pero también a eso se sobrepuso. Y gustó. (O)