‘Barcelona SC es una parte muy importante de mi vida’, dice Rubén Darío Insúa, ícono torero campeón como técnico y jugador y finalista de Copa Libertadores

Rubén Darío Insúa es un ícono en la rica historia de Barcelona SC. El apodado Poeta fue campeón no solo como jugador, sino también como técnico. Llevó a los toreros a su segunda final de la Copa Libertadores en 1998 e incluso los salvó de la vergüenza de perder la categoría en la temporada 2000.El entrenador argentino conversó vía telefónica con EL UNIVERSO y recordó su paso por el club: su arribo como futbolista a principios de la década de los noventa, su inicio como entrenador en la institución y las diferentes etapas que ha tenido ahí.Rememoró con cariño el buen trato que tuvo con los exdirectivos Isidro Romero y Xavier Paulson, así como los momentos de alegría que tuvo en el club que el próximo 1 de mayo cumple 100 años.Insúa señaló que no pasa por su mente ser en algún momento presidente torero, porque su vocación es la de “entrenar”, “estar en la cancha” y de “formar jugadores”. El entrenador no descarta en alguna nueva ocasión volver al banco de la escuadra amarilla. ¿Qué significa Barcelona SC para usted? Es una parte muy importante de mi vida, primero como futbolista y después como entrenador. Disfruté mucho primero como jugador, después tuve la suerte de empezar ahí mi carrera como entrenador. Le agregaría a eso la posibilidad de haber vivido mucho tiempo en el país y haber hecho muchas amistades. Para mí eso también es muy importante. ¿Recuerda detalles sobre su llegada al club? Llegué en enero de 1991, venía de jugar tres años en Independiente (de Avellaneda). La verdad es que no pasaba por mi cabeza en ese momento salir de la Argentina, pero, bueno, me habló en su momento el profesor (Miguel Ángel) Brindisi, me dijo que quería contar conmigo. Después me llamaron los dirigentes y tenía muy buena referencia de Barcelona SC como club, de la dirigencia, de las expectativas que tenían siempre a nivel nacional e internacional. Eso me decidió a aceptar el ofrecimiento y la verdad es que pasé tres años de mi carrera como jugador muy buenos ahí en el club. Usted arribó bajo la dirigencia de Isidro Romero y Xavier Paulson... (Isidro Romero) es uno de los mejores dirigentes que me ha tocado conocer en mi carrera dentro del mundo del fútbol. Un hombre que le daba a los jugadores, a los entrenadores, todo lo que necesitaban para tener éxito. Y después te exigía lo máximo, un caballero. De hecho, yo como futbolista en Barcelona jamás firmé un contrato.Yo arreglaba los contratos de palabra con el ingeniero, nos dábamos la mano y ya está, con eso era suficiente. El capitán Paulson era el encargado del manejo del fútbol, también hice una amistad personal con él y con su familia. Uno de los dirigentes que me ha tocado que más sabía de fútbol, era muy futbolero. A él siempre le gustaron mucho los jugadores y los entrenadores argentinos. ¿Cómo se dio la oportunidad de ser el entrenador torero? Me había recibido como técnico en 1996, como técnico en Argentina, y por marzo o abril llegó el capitán Paulson en un cargo como director de divisiones formativas. Y después me ofreció la dirección técnica del equipo de primera. No me lo esperaba y pedí que me dieran 48 horas para pensarlo y conversé con Juan Manuel Llop para que empiece conmigo, luego con Norberto Paciullo y, cuando dijeron que sí, acepté. Antes, en 1994, en mi despedida, Isidro Romero me había dicho que el día que sea entrenador las puertas del club estaban abiertas para mí. ¿Cómo tomó el hecho de haber sido campeón en su estreno como estratega? Cuando me ofrecieron la dirección técnica yo me había preparado y no acepté de un día para otro, yo había estudiado. Había un buen plantel, y el 25 de enero (de 1998) teníamos que ganar por tres goles de diferencia al Deportivo Quito y lo logramos. Para mí fue una gran alegría ganar en mi primer año como entrenador un título con Barcelona SC. Yo ya había disfrutado ese placer como jugador. Di la vuelta olímpica con mi hijo Robertino, que tiene un grandísimo recuerdo de eso. Luego fue finalista de la Copa Libertadores, ¿imaginó llegar a esa instancia? No había mucha confianza de lo que se podría hacer en esa Copa. Se nos habían ido José Gavica y Marco Etcheverry y habían transferido a Agustín Delgado. Yo realmente sí le tenía fe, porque mantenía la estructura colectiva, teníamos una localía muy fuerte. Antes de jugar la final con Vasco da Gama, el único equipo que nos había hecho un gol en Guayaquil había sido Colo-Colo. Tomo como un gran recuerdo haber llegado a esa final. Así como tuvo momentos de alegría, también pasó apremios, como en el año 2000, cuando el club estuvo a punto de descender... A lo ocurrido ese año yo le doy el mismo valor que el haber ganado un campeonato como jugador o como entrenador. Por la sencilla razón de que, cuando me hice cargo, el equipo estaba en el último lugar de la tabla. Había habido cambio de dirigencia, entrenadores y el club no tenía dinero, o sea, no le podía pagar el sueldo a los jugadores ni a mí. Yo los junté a los futbolistas en el mes de junio y les dije que teníamos que jugar sin pensar en cobrar, ni en que íbamos a tener las condiciones de trabajo que normalmente te daba Barcelona, sino que teníamos que jugar para salvar al club, el escudo y el prestigio histórico. Ganamos aquella ocasión en Ambato (1-0 contra Macará con gol de Luis Gómez), lo que nos permitió salvar la categoría y clasificar para la liguilla final. ¿Tiene en sus planes volver a dirigir a Barcelona SC? Eso nunca se sabe y lo que pueda pasar en el futuro. Hoy estoy en Barracas Central, en Argentina, donde me tratan muy bien. El mundo del fútbol es tan cambiante que no se sabe. El momento de mayor alegría en el club... Es difícil elegir ese momento, pero creo que la vez que le ganamos al Macará (en Ambato en el 2000 y se salvó la categoría), sentí que había cumplido mi misión. Había sido campeón como entrenador, jugador, estuvimos en la final de la Copa y he estado cuando ha sido de arrimar el hombro, que es siempre una obligación. Ha sido campeón como entrenador y jugador, ¿le gustaría en alguna ocasión ser presidente de los toreros? No (sonríe), nunca ha estado en mis planes eso, no tengo la vocación, lo mismo me han preguntado por San Lorenzo, equipo del cual soy hincha acá. Me gusta ser entrenador, formar jugadores, estar en la cancha. ¿Qué sentimiento lo invade al saber que Barcelona SC será un club centenario? Es una gran alegría perdurar en el tiempo y acrecentar el prestigio y el arraigo popular que tiene Barcelona SC. Yo creo que es muy importante cumplir 100 años de vida. En el mundo no hay muchos clubes que tengan esa historia, esa riqueza, ese afecto popular que tiene Barcelona en Ecuador y también en el exterior. Lo único que me queda es mandarle un gran saludo a todos los hinchas y socios, que disfruten mucho de esta fiesta que se va a vivir el 1 de mayo y que los recuerdo con cariño. (D)

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