Aunque Diego Armando Maradona, fallecido este miércoles a causa de un paro cardiorrespiratorio, nunca venció en Ecuador –en cuatro actuaciones–, la leyenda argentina del fútbol mundial sí llenó de espectáculo y deleite a la ávida afición ecuatoriana, ante la que el ‘10’ reivindicó su aureola de astro, en el estadio Modelo de Guayaquil, hace ya 40 años. El digno contendiente: el Barcelona de 1980, temporada de la sexta corona nacional de los toreros.

Once meses después de defraudar en Quito con una estrepitosa caída por 7-0 en un amistoso con Liga, Maradona –reciente campeón mundial juvenil y a quien una compañía aérea financiaba para que no cediera a los coqueteos desde Europa– regresó al país el 26 de enero de hace cuatro décadas. El suceso, un “espectáculo de alto costo”, según adelantó este Diario, era parte de una gira por América de su club, el “cotizado” Argentinos Jrs. que medio año más tarde resultó subcampeón metropolitano.

“Cuando apenas está saliendo de la adolescencia (19 años) es toda una celebridad”, anticipó en EL UNIVERSO el articulista Mario Valdez Cevallos a modo de bienvenida. “¿Quién duda que este joven jugador es tanto o más conocido en el mundo que Jimmy Carter, el Ayatollah Khomeini, Lord Killanin, Frank Sinatra, Mohammed Ali, Indira Gandhi, Henry Kissinger, etc.?”.

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La expectativa era doble. No solo la presencia de Pelusa y compañía ilusionaba a la fanaticada, también la alimentaba las ganas de ver en escena, en media pretemporada, al reforzado conjunto canario, que hacía nueve años no se consagraba. “Con el poderoso plantel que ahora tiene Barcelona, Maradona y sus compañeros deberán rendir al máximo si quieren salir airosos”, se avisó.

Aquella noche en el Coloso de la av. de las Américas saltaron por el local, dirigido por el brasileño Paolo Poletto: Rafael (brasileño que estuvo en la pretemporada; luego llegó Manga); Flavio Perlaza, Horacio Capiello (Joel Villacís). Pepe Paes, Fausto Klínger; Alberto Andrade (Jorge Chica), Víctor Ephanor, Chicota, Juan Madruñero (José Tenorio), Ney y Wilson Nieves (Galo Vásquez).

En el lado argentino, con Délem al frente: Rigante; Carrizo, Bartolomei, Domenech (Caravelly), D’ Angelo; Ríos, Giusti, Maradona (Favret), André y Saggiorato (Molnar).

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Deleite al público

“Con todo lo que hubo, especialmente en la primera etapa, se vio compensado el esfuerzo (económico; fue un récord de taquilla de 3 890 452 sucres) que hizo la afición para acudir al estadio”, reportó EL UNIVERSO respecto del atractivo encuentro que se saldó con un empate a 2, todas las anotaciones en la parte inicial y con Pelusa como autor del 1-0.

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El ‘10’ gaucho “confirmó su indiscutible clase al sortear, como acostumbra, los peligrosos impactos que le lanzaron sus implacables marcadores”.

Fue al Colorado Andrade a quien le asignaron inicialmente la tarea más complicada del partido y así lo recordó el viernes pasado en diálogo telefónico con este Diario: “Me tocó marcarlo (a Maradona) y es una satisfacción. Nadie pensaba aún que llegara a ser tan famoso y, para muchos, incluso el mejor futbolista en la historia”.

Diego Armando Maradona (10) sortea a Rafael, arquero brasileño de paso fugaz por Barcelona, antes de anotar. Al joven astro lo observa Fausto Klínger (5).

El tanto de apertura llegó al minuto 11. En la crónica del día siguiente se puntualizó sobre Maradona que su gol “lo marcó arrimando a toda la defensa barcelonista y burlando en el toque final al meta Rafael, que quedó en el suelo”.

En los graderíos, 50 151 espectadores “festejaron ruidosamente la maniobra del gaucho”, agregó este Diario.

Ney (minuto 22), Klínger (30) y Hugo Saggioratto (31) completaron el marcador final, en un partido de exhibición que “resultó interesante por el interés que pusieron ambos equipos y por las ansias de victoria que evidenciaron”.

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Al ‘10’, sin miramientos

El intenso duelo se saldó con el torero José Tenorio expulsado por agresividad al contrarrestar al Pelusa, actitud generalizada en un “violento segundo tiempo”. También se fue el brasileño de los cebollitas André Catimba por reclamos.

Aquello no impidió que la fanaticada guayaquileña “quedara contenta” por el espectáculo de parte y parte, con Maradona como abanderado y la ilusión por los toreros. (D)

Nadie podía imaginarse aún que llegara (Maradona) a ser tan famoso; para muchos, incluso, el mejor futbolista en la historia