¿Qué tienen en común Dusan Draskovic, Álex Aguinaga y Octavio Zambrano en estos días en que todos opinan sobre quiénes deben ser elegidos técnico de la Selección y director deportivo de la Federación Ecuatoriana de Fútbol? Si escuchamos a los ‘sabios tacticistas’ oiremos que coinciden en que ese trío está desactualizado. ¿Y qué es lo que quieren decir con esto esos ‘maravillosos’ discurseadores que nos llenan los oídos de números, fórmulas y palabrejas inentendibles con lo que ocultan su enciclopédica ignorancia? Pues con su grosero atrevimiento nos quieren inducir la idea de que los tres caballeros mencionados sabían algo de fútbol, pero que, con el paso del tiempo, los poseedores de la ciencia y sabiduría futbolera son ellos –dependientes del celular–.

Draskovic es el auténtico renovador de nuestro balompié, no solo en la preparación táctica, técnica y física (gracias, Duffer Alman) de nuestros jugadores, sino en dos facetas que ninguno de los que vinieron después de él trabajaron: la mente del futbolista nuestro, al que convenció de sus posibilidades reales, y el descubrimiento de nuevos valores, tarea que cumplió recorriendo el país.

Dusan, a diferencia de los ‘actualizados’ opinólogos, jugó fútbol de primer nivel, fue seleccionado de su país, la antigua Yugoslavia, y ganó una medalla de oro en los Juegos Mediterráneos de 1971. Dirigió clubes de primera división en su país natal, Brasil, Guatemala, Colombia y Ecuador. Fue también director deportivo en su país. Dusan respira y vive el fútbol todos los días con energía y lucidez. Sería ideal para remplazar al tal Cordón que, como Jordi Cruyff, se fue botando el cargo, pero cobrando muy bien por hacer nada.

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Si Aguinaga ha perdido su percepción del fútbol, que jugó a gran nivel, porque en los últimos años ha optado por el análisis y comentario periodístico, ¿qué podemos decir de unos jovenzuelos aspirantes a rectores del pensamiento deportivo del país? Aguinaga jugó 109 partidos de selección y 818 partidos de liga en Ecuador y en México. Solo los arrogantes ‘analistas’, brotados de la nada en los medios electrónicos, pueden pretender arrinconar a un exjugador inteligente y pleno de creatividad como Aguinaga, que ha dirigido en nuestro país y en México.

Credencial UEFA

Zambrano es nuestro entrenador con mayor trayectoria en el fútbol. Es el único que posee credencial A de la UEFA. Jugó como volante creativo en el desaparecido Valdez. Destacó por la claridad de su juego y Barcelona lo tuvo en sus planes, a pedido de Otto Vieira, pero en 1980 decidió aprovechar la oportunidad de estudiar en la Universidad de Chapman, California. Integró selecciones universitarias y en 1990 comenzó su carrera como técnico al ser nombrado asistente de Rildo Menezes, exfutbolista del Santos y Cosmos –en la liga antecesora de la MLS–. En 1996, al iniciarse la MLS, Zambrano fue contratado por Los Angeles Galaxy para asistir al alemán Lothar Osander, y con el club angelino llegó a la final. En 1997 fue DT interino del club y cumplió una gran campaña. En 1998 firmó un contrato de dos años con el Galaxy y llegó a la final de la Copa de Campeones de Concacaf. En 1999 fue a laborar con Leo Benhaker en el Feyernoord de Holanda y en el 2000 llegó al Metro Star, de Nueva York en remplazo de Bora Milutinovic. Con el cuadro neoyorquino tiene el récord de partidos ganados y el mejor promedio de goles anotados, superando a famosos como Carlos Queiroz, Carlos Alberto Parreira, Bora Milutinovic, Bruce Arena, Bob Bradley y Juan Carlos Osorio.

Zambrano dirigió a equipos en Moldavia y Hungría, a la selección de Canadá, y al Deportivo Pereira e Independiente Medellín, en Colombia. En nuestro país estuvo al frente de El Nacional y terminó suspendido por denunciar a los Niños con bigote, que fueron emblema del desafuero chiribogista, y en Delfín de Manta.

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Paúl Vélez es otro que los imberbes descalifican. No lo llaman desactualizado porque ha cumplido buenas campañas con Macará, un equipo de presupuesto modesto al que mantiene en la lucha por el liderato. Es rechazado, según los ‘científicos de las tácticas’, porque solo sabe dirigir a equipos chicos. ¿Es nuestra Selección un equipo grande? No lo es, pero los que critican a Vélez son los mismos que se desmayaban de histeria emocional ante la figura de Jordi Cruyff, un don nadie en el mundo del balompié que solo dirigió clubes chicos en Israel y China.

Requisito: ser foráneo

Es la hora de un técnico nacional. No por premura temporal sino porque nuestros postergados profesionales lo merecen. Su único obstáculo, ante la masa irritante de los micrófonos y las pantallas, que ama sin control y se entrega a los extranjeros, es que son ecuatorianos. EL UNIVERSO le preguntó hace un tiempo a Draskovic si él podía aspirar a entrenar otra vez la selección y respondió: “No se puede aceptar que la primera condición para un entrenador de la Selección es que no sea ecuatoriano, como le escuché cierta vez a Carlos Villacís (anterior presidente de la FEF). Por ejemplo, ¿qué pasaría si un día un entrenador ecuatoriano decide no hablar con periodistas ecuatorianos? Lo digo como un ecuatoriano ofendido. Yo no podría porque soy ecuatoriano. ¿No me expliqué ya? No tengo ninguna posibilidad. Los ecuatorianos no tenemos oportunidad. ¿Retirado? Nunca en mi vida estuve más cerca del deporte como ahora”.

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El periodismo serio, que tiene tantos ejemplos valiosos en espacios muy escuchados y leídos, debe hacer causa común para desterrar a esa casta perniciosa de los ‘tacticistas’, sujetos que creen que la gente quiere nomás oír su cháchara insufrible. Hace un tiempo César Luis Menotti, un ejemplo de técnico ‘desactualizado’, analizó el periodismo de hoy.

“Hay que tener mucho cuidado. Yo veo las agresiones, la soberbia de tipos que no jugaron nunca al fútbol y agreden, ofenden. Dicen: ‘Se equivocó en el cambio, tendría que entrar tal’. ¿Vos quién sos? Decí que el cambio que hizo perjudicó al equipo. Y listo. Pero no digas que vos hubieses hecho otro cambio. ¡Vos no lo vas a hacer nunca porque no sos entrenador! Hay un conjunto de pibes jóvenes que creen que saben todo y analizan con una soberbia que no se conduce con su condición de periodista. ‘Yo el penal lo hubiese tirado…’. ¡No, vos no lo hubieses tirado ni lo vas a tirar nunca porque vos no vas a entrar nunca a jugar once contra once en la cancha de Boca! Entonces aprendé, escuchá lo que se siente al ponerse una camiseta y entrar en una cancha. Sé prudente. Esto no quiere decir ser obsecuente, pero sé prudente”, sentenció Menotti. (O)