El VAR es bueno, llegó para evitar errores groseros, para ayudar a los jueces en su misión de impartir justicia. Y para controlarlos. De haber habido mayor acierto y transparencia, cientos de trofeos hubiesen sido levantados por otras manos.

Hemos apoyado casi con fervor la implantación de la tecnología, especialmente esta, la revisión por video de jugadas claves que pueden cambiar el resultado de un partido y, por ende, de un torneo.

Bien, el VAR ya es ley del fútbol, aterrizó y rápidamente se extendió a los principales torneos; pronto los abarcará todos. Magnífico. Sin embargo, aún hay demasiadas confusiones, enredos y fallas. Ahora es imprescindible entrar en otra fase, la de afinar su funcionamiento, perfeccionarlo, unificar criterios y, sobre todo, reconvenir a los árbitros, que tienen menos excusas para seguir equivocándose.

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Una situación clave pudo cambiar la historia de la última Libertadores. En el minuto 28 del partido River-Independiente, con el resultado 0 a 0, el zaguero Pinola, de River, hizo una plancha deslizante impactando la pierna del delantero Martín Benítez. Estaban los dos solos en un costado del área. El árbitro, a dos metros, de frente, todo muy visible. Era una infracción clara de penal y expulsión.

El juez brasileño Daronco ignoró la falta, dio saque lateral. Todo Independiente protestó y pidió chequear el VAR; Daronco se negó a revisarlo, diríase que con sugestiva tozudez; desde la cabina del VAR, al parecer, tampoco le avisaron nada. Fue un error decisivo, agravado por su negativa a revisar la jugada.

¿Cuál era el problema de constatarla…? Para eso se implantó el soporte del video. River iba a tener que jugar 68 minutos como mínimo con un hombre menos e Independiente dispondría de un penal. En Avellaneda habían igualado a cero. O sea, podía escurrírsele la Copa al equipo de Gallardo. Daronco lo salvó; luego, con once, River ganó. Y posteriormente fue campeón de América.

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En la instancia siguiente, River alcanzó la semifinal por un penal ante el Gremio en el minuto 93, penal concedido mediante el VAR. Una maniobra en el área en la que nadie advirtió penal, a tal punto de que ningún jugador de River lo pidió. El uruguayo Cunha ahí sí dijo: “Tenemos que revisar”. ¡Hay que dar un penal contra Gremio, en su cancha, en el minuto 94, por una falta que casi nadie advirtió…! Y con el cual se lo eliminaba… El VAR en esa ocasión funcionó con presteza.

Días pasados, en la Champions, el Ajax dominaba ampliamente al Real Madrid; una superioridad notable. Llegó un gol del Ajax por cabezazo de Tagliafico. Nadie en el estadio, ni los que observábamos por TV, vio nada irregular. Ni siquiera los jugadores del Madrid, que solo se lamentaron y enfilaron para el medio del campo. De pronto, el réferi Skomina indicó que debía recurrir al VAR e instantes después anuló el tanto ante el estupor general.

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Se argumentó que Tadic estaba en offside e interfiriendo en la acción. En verdad, no era fuera de juego (incluso si había adelantamiento, era pasivo), y estaba al lado del arquero Courtois, sí, pero no intervino en la jugada y no lo molestó en absoluto. El arquero belga estaba de frente al cabeceador, simplemente no pudo tapar el tiro.

El exárbitro Andújar Oliver, columnista del diario Marca en temas arbitrales y tal vez el número uno del mundo en este campo, opinó que no hubo ninguna irregularidad: “Es gol legal”. Bernd Schuster fue más gráfico: “No hay ni fuera de juego ni falta ni nada”. Apenas un momento después, Benzema puso en ventaja al Real Madrid, que terminó ganando 2-1 un choque que estaba para perder quizá 3 a 0.

Con la lógica con que se anuló, ni siquiera se debería poder saltar en un centro porque se podría llegar a rozar al arquero u obstaculizar su visión. Se trata al guardameta como si fuera el papa; pero es un jugador más. Y se les permite a ellos verdaderas agresiones sobre los atacantes en nombre de esa himalayesca tontería de que “el área es del arquero”.

Antes de ese gol, el marroquí Mazraoui entró libre para marcar el gol, Reguilón le dio un empujón de atrás y el del Ajax, desacomodado, remató completamente desviado. Ahí no funcionó el VAR.

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Esta semana, en el vibrante duelo Atlético de Madrid 2- Juventus 0, el juez Zwayer recurrió dos veces a la repetición. Primero concedió un penal por falta de Sciglio a Diego Costa. A colación cambió el fallo por tiro libre, pues revisó la acción en el monitor y quedó claro que la falta era fuera del área.

Excelente, así da gusto. Pero minutos después, tras consultar al video, anuló un gol de Morata cuando el juego estaba empatado. Hubo un levísimo, casi imperceptible empujoncito de Morata al italiano Chiellini y este, viejo conocido, gran simulador del fútbol, voló aparatosamente.

Tampoco fue una acción que se viera de primera instancia. Zwayer lo analizó con el VAR e invalidó el hermoso tanto de cabeza. Quique Wolff, quien jugó muchos años como defensa en grandes clubes y comentaba el juego para ESPN, no ocultó su perplejidad: “No fue nada, para mí es un gol perfecto”.

Efectivamente, este es un deporte de contacto, es imposible que en el área los jugadores no se toquen en el afán de disputar el balón. Sin contar con los vejámenes que los defensas suelen perpetrar sobre los rivales y quedan generalmente sin sanción.

Curiosamente, en los tres casos se trataba del primer gol, el que habitualmente condiciona el resto del partido y que suele ser decisivo para el trámite del juego. ¿Todo gol políticamente incorrecto será revisado con minuciosidad, aunque nadie lo reclame? Siempre se hallará un empujoncito, una ‘interferencia’, una ‘obstrucción’, un offside de 2 centímetros, un toque inapropiado o el mínimo roce de una mano... El VAR se introdujo para ayudar a reducir los errores arbitrales, no para darles amparo legal.

El tema de las casi inexistentes “faltitas” en ataque es un viejo recurso arbitral para frenar a un equipo. Cada vez que lanza un centro pita falta, la haya o no; en el área siempre hay roces que pueden justificar el pitazo; cuando alguien salta a cabecear con el arquero le cobran infracción contra este… Es muy antiguo. Además, las infracciones en ataque son ínfimas en número y dureza en comparación con los agarrones de los zagueros.

En España hay otro vicio, se usa el VAR y el colegiado ni se acerca a la pantalla a ver lo que le marcan. Acepta el fallo de los colaboradores. FIFA había anunciado otra cosa: que el juez principal del juego revisaría en persona y sería el último en decidir. Significa que ya no está arbitrando él el partido, sino los que están en la sala de video. Si el VAR va a tener un uso discrecional, es mejor volver a lo de antes, al menos es más honesto por espontáneo. Y más económico. ¿O también habrá que vigilar a los que vigilan. (O)

 

En España, el colegiado ni se acerca a la pantalla a ver lo que le marcan. Acepta el fallo de los colaboradores. Significa que él ya no está arbitrando el partido, sino los de la sala de video". Jorge Barraza