Hoy vamos a darle un recreo al deporte y más bien nos orientaremos al plano educativo, exponiendo la siguiente interrogante: ¿Es verdad que en el ayer los rectores en los establecimientos fiscales eran por demás relevantes por las facultades y deberes que debían cumplir ante el profesorado y los educandos?

La respuesta: los rectores demostraban jerarquía en su función, de excelente perfil como educadores, admirados como administradores, de recia personalidad erigida por temperamento y carácter; y, además, las decisiones impartidas las cumplían docentes y alumnos.

Vale recordar, como ejemplo, que en el ayer los rectores de los colegios Vicente Rocafuerte, Aguirre Abad, Eloy Alfaro, 28 de Mayo, Guayaquil, Rita Lecumberri, Dolores Sucre, entre otros, insignes establecimientos educativos, graduaron juventudes que inmediatamente labraron progresos de nuestra patria.

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Cómo no recordar a personajes presidenciales, suma de ministros, cancilleres, gobernadores y alcaldes, que llamaban con altura educativa a los rectores a solicitar un cupo de matrícula. Y porque en la época del ayer tales rectores honraban tan alto cargo con firmeza, simetría, rigor y con valores humanos. En tiempo de matrículas eran asediados por decenas de miles de padres que querían que sus hijos estudiaran en tan gloriosos planteles, en donde lo educativo, cultural y deportivo engrandecían a la familia, a la ciudad y al país.

Hoy el sistema educativo está por las tablas, lastimosamente fluyen las drogas, pandillas y planteles gloriosos convertidos en mixtos. Hoy los rectores tienen menor importancia, me atrevo en no ser peyorativo y sin usar la metáfora: un costurero, un betunero, un barrendero o un albañil tienen más acento de autoridad. Sin dudas, pregúntenles a los rectores actuales.

Alguien apaga la luz de mi biblioteca, era mi esposa, cual señal de ir a dormir…(O)