Incluso en los deportes colectivos, hay individuos que sobresalen. No solo sobresalen, sino que los hinchas buscamos quien sobresale. No nos gustan ni las sombras ni el anonimato.

En la fase de grupos se apagaron ya potenciales estrellas. Robert Lewandowski casi nada en la selección de Polonia, Sadio Mané muy poco en Senegal, Mohamed Salah en Egipto (el más esperado... aunque con falsas esperanzas porque su equipo era muy débil y venía lesionado), los alemanes donde solo Joshua Kimmich logró en parte salvarse del hundimiento, Keylor Navas quien lo hizo muy bien ratificando su titularidad en el Real Madrid.

Y ahora para los cuartos de final del Mundial se han ido los dos más grandes de esta época: Lionel Messi, con la cabeza baja y demostrando que no es el mejor de la historia (como algunos argentinos intentan posicionarlo); el portugués Cristiano Ronaldo, con la cabeza erguida porque lo hizo relativamente bien (tampoco exagerar) en un equipo mediano.

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Y además Isco Alarcón, el mejor de los españoles, en un equipo que naufragó con su ‘tiki-taka’ (como se le denominaba a su juego de toque).

¿Quién queda para seguir mirando y admirando? Muchos, algunos. Belgas como Eden Hazard, Kevin De Bruyne (una locomotora), el colombiano James Rodríguez y sus pinceladas, el francés N’Golo Kanté porque barre la cancha con asombrosa tranquilidad, el croata Luka Modrić como brújula y motor (al borde de despedirse), ¿Neymar cuando no se revuelca?

Y en cuartos han brillado ya Kylian M’Bappé, de 19 años, que nada teme, con una velocidad y agilidad impresionantes (a algunos les ha recordado al “Gordo” Ronaldo) y la extraordinaria pareja uruguaya Luis Suárez-Edinson Cavani (ojalá que se recupere) que marcó –para mi gusto– el mejor gol (hasta ahora) del Mundial, porque tejieron contra Portugal una jugada pensada y culminada con un “pecho” espectacular… hay “mejores” goles como el de Pavard o el primer día de Nacho, pero me parece que son “de suerte”, no lo repetirían nunca, el de la pareja uruguaya eventualmente sí… (O)