Un día libre y sin funciones por cumplir. ¿Qué haré? Recorrer nuestra ciudad. ¿Y hacia dónde? A sitios con historias grabadas en la mente de toda una comunidad. ¿Y cuáles fueron esos lugares?

La Catedral, siempre inmersa en oraciones de fe y visitada a cada instante por turistas. Estar en tal recinto religioso es como recordar los días cuando Jesús predicaba en la tierra. Actualmente se realizan allí trabajos de restauración, pero su actual entrada y la parte baja de sus columnas están por demás despintadas y desaseadas.

Mientras seguía caminando y sintiendo la fuerte temperatura de la estación invernal, llegué a la Casona Universitaria. Ahí, siendo estudiante de Educación Física, obtuve mi título profesional. Sus aulas cautivaron por varias décadas a miles de alumnos que brillaron; se debe enaltecer su historia gloriosa como joya educativa desde su creación en 1898. Hoy se halla descuidada, da nostalgia y merece volver a ser restaurada. Démosle a su fachada, a sus columnas, a sus áreas laterales, a sus ventanales y a sus aulas el sitial para que siga siendo una de las universidades más famosas del continente. Es una tarea para el Gobierno.

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Al salir de este señorial recinto educativo buscaba otro pletórico lugar emblemático de la ciudad, y bajo los rayos de un sol abrasador me dirigí a la Federación Deportiva del Guayas. No entré, no había razón para ello; pero en su exterior se observaban largas extensiones de paredes despintadas protegidas con mallas (cercas). Interesante sería que en esos espacios se dignificaran jardines, que embellecerían al sector y a la ciudad.

Mis piernas pedían descanso, pese a ingerir líquido y fruta rica en glucosa y potasio, me dirigí a mi hogar, no sin antes haber visitado un templo religioso, un fortín de la educación y un centro deportivo que precisan mejoras, por sus inigualables aportes a esta nación. Nuestro país… (O)