Con la misma tozudez de sus antepasados españoles e italianos que llegaron a Buenos Aires a principios del siglo XX, los hinchas de Lanús trabajaron durante dos décadas para reemplazar las tribunas de madera del estadio por otras de cemento con materiales de construcción donados por ellos.

Hace apenas cinco años que el pequeño club de un suburbio de clase media al sur de la capital argentina terminó su “Fortaleza”, como se apoda la cancha en la que se volvió imbatible durante la actual Copa Libertadores hasta alcanzar su primera final en este certamen ante Gremio de Brasil, una serie que comienza el miércoles en Porto Alegre.

Nicolás Russo, actual presidente del club, recuerda cuando le pidió prestada una mezcladora de cemento a su tío italiano porque los tablones de madera de las tribunas se rompían y lastimaban a los hinchas. No había dinero y el trabajo se hizo a voluntad “como los inmigrantes españoles e italianos que para construirse la casa se juntaban y se ayudaban entre ellos. Acá pasó lo mismo”, comentó en una entrevista con The Associated Press en su despacho.

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La anécdota describe en gran medida la idiosincrasia de Lanús, al que muchos comparan con el Leicester inglés, el modesto equipo que ganó la liga Premier por primera vez en su historia en la temporada de 2015-16.

“Está reflejado que somos un equipo laburador (trabajador), humilde, con un plantel que viene trabajando mucho en silencio, de abajo. Hemos hecho un esfuerzo muy grande y merecemos estar acá. Vamos a jugar una gran final”, prometió el aguerrido volante Iván Marcone.

Sin la popularidad nacional ni los recursos económicos de Boca Juniors y River Plate, el club conocido como “Granate” se les puso a la misma altura deportiva en los últimos años por el esfuerzo de sus 40.000 socios, una gestión ordenada y un proyecto futbolístico liderado por Jorge Almirón, considerado uno de los mejores entrenadores argentinos de la actualidad y con inminente destino europeo.

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Lanús, fundado en 1915, fue el primer club del fútbol argentino que obligó por estatuto a los dirigentes a poner en garantía su patrimonio. Es decir, los integrantes de la comisión directiva deben rendir cuentas tras un período de tres años y si los números están balanceados, tiene que reponer el dinero de su bolsillo.

“Vos podés fundir (desfalcar) el municipio (alcaldía), y caminas por la calle y no pasa nada. Vos fundís el club y te tenés que mudar”, afirmó Russo. “El fútbol es complejo, hay dirigentes buenos y malos. Pero en Lanús hay transparencia en todos los movimientos”, destacó justo en momentos en que varios directivos argentinos aparecen implicados en el escándalo de corrupción de la FIFA.

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En lo futbolístico, Lanús prioriza a los jugadores surgidos de su cantera. Y una vez consagrados, los transfiere por millones de dólares para poder sostener toda la estructura, que también incluye otras 30 disciplinas deportivas, un predio de entrenamiento de 23 hectáreas, una escuela y próximamente una universidad.

Diego Valeri (Portland de la MLS de Estados Unidos), Agustín Marchesín (América de México), Guido Pizarro (Sevilla de España) y Eduardo Salvio (Benfica de Portugal) son algunos de los nacidos y criados por Lanús que se destacan en ligas del exterior.

Si tiene que buscar por fuera de sus divisiones menores, Lanús apuesta a jugadores jóvenes de la liga de Paraguay. El mediocampista Miguel Almirón, actual figura del Atlanta United de la MLS, y Gustavo Gómez, defensor del Milan de Italia, explotaron con la camiseta “Granate”. También contrata jugadores ya consagrados, pero en el ocaso de su carrera, como el veterano goleador José Sand.

La dirigencia tiene su mérito, pero el artífice del Lanús ganador de los últimos años fue Almirón, un entrenador influenciado por la escuela futbolística de César Luis Menotti y Ricardo Lavolpe, aunque también suscribe al juego de posición que pregona Pep Guardiola.

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De bajo perfil y sin el carisma de otros colegas, Almirón __quien hizo gran parte de su carrera futbolística en México, donde también dirigió a varios clubes__ habla por el juego de su Lanús, que ganó de manera contundente la liga local y la Copa Bicentenario en 2016, y la Supercopa Argentina a principio de este año. En la Libertadores, despachó a sus compatriotas San Lorenzo en cuartos de final y a River en semifinal tras ir en desventaja en ambas series.

En 2018 el entrenador migrará a Europa, adelantó Russo, aunque no reveló el club. (D)

Por estos días en Lanús se percibe una mezcla de ansiedad y confianza para la final ante el más experimentado Gremio. El partido de ida se jugará el próximo miércoles en Porto Alegre y la revancha el 29 de noviembre en Lanús, un suburbio de Buenos Aires.

"Del segundo nadie se acuerda. Acá todo esto vale si le ganamos a Gremio", concluyó Russo.